Obras de artistas locales para edificios y complejos habitacionales

Una disposición resistida que busca poner en valor el arte

miércoles, 19 de febrero de 2020 · 10:18

En 2015, el Concejo Deliberante de Villa María aprobó la Ordenanza Nº 6.402, referida al Código de Edificación de la ciudad. La norma establece que todos los edificios de altura o complejos de departamentos deben adquirir una obra de arte de algún artista visual local que le fuera otorgado el final de obra.

La ordenanza en cuestión solo quedó en los papeles y la mera formalidad, hasta que en 2017 el Deliberante sancionó otra norma, mediante la cual se creaba el registro de artistas visuales de la ciudad, nómina a la que deben atenerse constructores y arquitectos para comprar la obra de arte que tienen que colocar en el edificio antes de ser habilitados.

La ordenanza encendió alguna polémica y reacción, como cualquier norma novedosa. No todos los arquitectos o empresarios se mostraron alegremente dispuestos a hacer la inversión.

Sin embargo, poco a poco, la iniciativa va tomando fuerza y con el correr del tiempo va venciendo esa resistencia inicial, aunque aún cuesta. Es que todos, arquitectos y los propios artistas visuales van internalizando la idea de que el arte no es un hobby o un entretenimiento (aunque pueda ser tomado así también), sino que es una profesión y como tal debe ser valorada, no solo desde el punto de vista espiritual, sino también desde el aspecto material.

La directora del Museo Fernando Bonfiglioli y el área de Patrimonio de la Municipalidad y la artista visual Eugenia Elía, ambas, referentes del registro de artistas, dialogaron con El Diario sobre esta disposición que tiende a potenciar la actividad artística en la ciudad y que acerca el arte a la vida urbana y cotidiana de todos los villamarienses.

-A tres años de la creación del registro de artistas ¿en qué situación se encuentra? ¿Se respeta la ordenanza? ¿hay todavía resistencia?

-En 2019 se vendieron 14 obras. Nosotros tenemos un registro de venta de obras, porque el Museo, lo que hace, es ir a verificar que se cumpla con la ordenanza. En ese sentido, hay un trabajo en conjunto con la Secretaría de Obras Privadas de la Municipalidad. Entonces, para dar el final de obra, el año pasado se hizo un trabajo mucho más fuerte que años anteriores para que, sí o sí, se verifique que está la obra de arte en el edificio. Así como van todos los técnicos a verificar que esté todo en orden, nosotros vamos a verificar que la obra de arte que está puesta sea una obra de algún artista del registro -señala Analía Godoy, y agrega- Si bien la ordenanza de creación se había sancionado un par de años antes, hace tres años desde el Museo hicimos una convocatoria de artistas visuales, nos organizamos y se confeccionó el registro. En la actualidad el registro está integrado por 26 artistas, registro que cuando se inició lo hizo apenas con 12 artistas: es decir, que se van sumando artistas con el correr del tiempo.

-¿Cuesta que los artistas se reúnan y se organicen?

-Hay que reconocer que se han ido sumando artistas al registro y eso es muy bueno. Hace falta que se sumen más, para seguir trabajando, porque ciertamente hay resistencia de muchos arquitectos (no todos, hay que aclararlo, pero muchos) a incorporar la idea de sumar una obra de arte a la obra edilicia. Y en cuanto a los artista hay muchos que no se han sumado aún al registro porque, como en toda convocatoria, hay ciertos requisitos a los que hay que adecuarse y no todos están en condiciones de hacerlo, o quieren hacerlo -explica Eugenia Elía-.

-Puede que los propios artistas locales aún no tengan del todo incorporada esta idea de profesionalización...

-Hay que considerar que el registro es algo nuevo, y que tiene un fin muy particular, que tiene que ver puntualmente con la venta de obras de arte. A mí me parece que puede haber cierta resistencia de los artistas a sumarse al registro, porque su misma creación y sus bases, me refiero al registro, tienen que ver con cierta institucionalidad del arte; y la venta también tiene que ver con eso. Para ser parte del registro hay que cumplir con ciertos requisitos. Y esos requisitos, como en toda convocatoria, son de alguna manera excluyentes, al menos de una forma de mirar el arte.

-¿Cuáles son esos requisitos?

-Uno de los requisitos fundamentales es que el artista esté en producción, esté activo y que puedan demostrarlo. Y para demostrarlo, lo que se pide desde el registro es que se compruebe que esa obra estuvo circulando institucionalmente, que el artista tiene formación, y que desarrolla alguna actividad dentro del campo de las artes visuales. Entonces, para ser parte del registro, se necesita ser un artista activo, estar produciendo, mostrando y acreditando actividad artística comprobable en los últimos tres años. Cualquier artista en actividad ingresa al registro; el registro no evalúa la obra. La obra la va a evaluar el potencial cliente. Entonces, el artista solo necesita armar una carpeta virtual, completarla con los datos personales, imágenes de su obra para incluirlo en el catálogo y lo demás que ya mencionamos y enviarla por correo electrónico a registrodeartistasvm,@gmail.com.

Automáticamente integra el registro. Mediante el catálogo, que está disponible en la pagina web de la Municipalidad, nosotros damos a conocer a los arquitectos y empresarios de la construcción, cuáles son los artistas habilitados para vender obras para los edificios. El resto de la contratación es entre artista y arquitecto. El Museo no tiene nada que ver en eso -explica Godoy.

Elía, por su parte, agrega que: “Las obras que figuren en el catálogo deben ser de los últimos tres años, pero no necesariamente deben ser esas las obras que el arquitecto comprará. Solo sirve para dar una idea del trabajo del artista. Luego, como el trato es directo entre artista y arquitecto, pueden surgir cosas nuevas. Incluso, si el arquitecto visita el taller del artista puede descubrir otras obras, que no están en el catálogo y que le gusten más, o se adecuen más a lo que está buscando”.

 

 

Buenas experiencias

“Hay que decir que hemos tenido algunas buenas experiencias con arquitectos; incluso algunos que ya hablan de pensar previamente ya el edificio con la inclusión de una obra y no como algo posterior. Eso es ideal. Pensar el proyecto con la conciencia de que hay que incluir una obra de arte. Creo que va a ser un proceso que va a llevar su tiempo. Hoy, es algo nuevo. Va a llevar un tiempo eso de pensar el espacio para la obra y que se trabaje con el artista también. Pero eso sería lo ideal”, explica Analía Godoy.

 

Instancia previa

Por otra parte, la directora del Museo acota que “así como está el final de obra, hay una instancia previa, que es cuando ingresa el proyecto edilicio a la Municipalidad, al área de Obras Privadas. Y desde allí también se le informa al arquitecto que existe el registro de artistas y derivan a los arquitectos al Museo, para que tomen contacto con nosotros, para que los informemos y hagamos un compromiso de compra, que consiste en una nota que deja constancia de que el arquitecto sabe que existe el registro y que en el proceso de diseños y construcción deberán incluir una obra de arte de un artista local que figure en el registro. Con eso pretendemos evitar que, cuando vayan a pedir el final de obra, los sorprenda la noticia de que deben incluir una obra de arte en el proyecto. De hecho, ya hay muchos arquitectos que firmaron ese compromiso. La idea es, ahora, tomar contacto con el Colegio de Arquitectos para realizar charlas informativas sobre el tema, para los propios profesionales, para avanzar en una relación institucional y conseguir una mejor articulación para trabajar de manera conjunta”.

 

 

Un pendiente

“Por el momento la ordenanza solo se está aplicando a lo que tiene que ver con obra privada. Aún no se aplica para la obra pública. Y es porque la ordenanza, en principio, solo consideraba edificaciones en altura, y no hay obra pública con esas característica. Después eso se modificó y se sumaron los complejos habitacionales, edificaciones que tuvieran varios departamentos. Pero la verdad es que se podrían ampliar también para la obra pública. Es algo que está pendiente y que tenemos en agenda”, señalan las artistas.

 

Una buena idea

Acercar el arte al vecino de a pie, incorporar el arte a la vida urbana cotidiana, no puede ser otra cosa que una buena idea. Pensar al artista como un profesional de su campo y no como un diletante, o como un bohemio con “pajaritos en la cabeza”, es algo más que una buena idea. Acostumbrarnos al concepto de que hay que pagar por el arte, como por cualquier otra cosa, es “de cajón”.

 

Convocatoria para integrar el registro

Atención, artistas visuales. Desde el Museo Bonfiglioli informaron que hasta el 28 de este mes está abierta la inscripción para sumarse al registro. Las bases pueden pedirse en el mismo Museo o enviar directamente una carpeta con los requisitos que se señalaron antes en la nota.

 

Una propuesta que crece

El registro de artistas visuales se empezó a confeccionar hace tres años; pero la Ordenanza que hace referencia a su creación, la Nº 6.821, es de 2015, pero no entró en vigencia hasta 2017. La Ordenanza 6.821 está estrechamente relacionada con la Ordenanza Nº 6.402, que hace referencia al Código de Edificación de la ciudad y en la que se especifica que los propietarios de edificación, entendiendo por esto edificios en altura o complejos habitacionales, deberán colocar en el inmueble una obra de algún artista visual local para que el municipio le otorgue el final de obra.

Por supuesto, la normativa trajo polémicas.

“El sentido de esta ordenanza es el de evitar que  cuando se termina un edificio, el propietario o el arquitecto, cuelguen un cuadro o pongan una escultura del tío o la tía que no son profesionales del arte. La idea es, también, que se considere al artista visual como un profesional en su campo. Es una manera de ir generando conciencia de que el artista es un profesional y que debe cobrar por su trabajo. El gran objetivo es que se entiende de que más allá de que se pueda considerar que el arte no es utilitario, seguramente va a valorizar ese espacio, ese edificio; que le va a conferir un valor que va más allá de lo meramente utilitario. Siempre decimos que así como van a comprar una lámpara o un sillón para el hall de entraba, también compren arte. Y seguramente se paga más por esa lámpara o ese sillón de lo que se paga por una obra, y para eso no hay resistencia. Entendemos que por ahí, con el apuro de querer terminar con el trámite, apelan a cualquier cosa”, explica la artista visual Eugenia Elía, una de las integrantes del registro.

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