El ferrocarril también trajo especulación con las tierras

domingo, 29 de noviembre de 2020 · 08:30

Escribe Jesús Chirino
Nota Nº 633

El trazado ferroviario desde Rosario a Córdoba fue produciendo una transformación de la zona de su recorrido. No solo se trató de la llegada de adelantos tecnológicos sino que impactó de manera profunda en las relaciones entre agentes económicos.

Uno de esos cambios impactó tanto en la propiedad como en el uso de la tierra.

La provincia de Córdoba debió subastar campos para poder expropiar otras y cumplir con cláusulas del contrato firmado por gobierno nacional para la construcción del ferrocarril.

La compañía nunca cumplió con las condiciones que se le impusieron y el negocio generado alrededor de las tierras que quedaron en manos de los ingleses, significó un verdadero saqueo para las cuentas provinciales. 

 

Demandaban entrega de tierra

En agosto de 1867 la empresa constructora del ferrocarril entró en conflicto con el gobierno provincial y las obras se paralizaron en el punto donde se erigiría Villa María. Estas tierras aún eran nombradas como Villa Nueva. La localidad que Manuel Anselmo Ocampo mandó a delinear aún no existía como tal en la documentación. Aunque sí había algunas construcciones de este lado del río Ctalamochita, entre ellas las casas donde pernoctaban los obreros de la construcción ferroviaria y algunos ranchos a la orilla del río.

En una de sus obras, el historiador Bernardino Calvo, señala que “para fines de agosto de 1867 existían en Villa María, además de un galpón en construcción para depósito de mercadería ‘varias casas de alojamiento para empleados y obreros’, cuando, aún no se había procedido a su loteo regular, agrupadas en torno a la todavía, inexistente estación de pasajeros”. Eduardo José Míguez, en su libro “La tierra de los ingleses en Argentina”, señala que “solo se construyeron casas para supervisores en Amstrong y en Villa María”.

Cuando el trazado ferroviario llegó a esta zona, la empresa decidió parar su avance. Si bien se habló de la falta de recursos económicos para poder continuar la obra, también se  reclamaba al gobierno de Córdoba que efectuara la entrega de las tierras comprometidas en el contrato aprobado por el Congreso Nacional en mayo de 1863.

Allí se concedió una legua de terreno a cada lado de la línea y en toda su extensión, entre Rosario y Córdoba capital, libre de todo gasto y gravamen. Esta entrega de tierras fue una concesión del gobierno liderado por Bartolomé Mitre a William Wheelwright, propietario de la empresa constructora quien exigió que, contradiciendo la Ley aprobada el 5 de septiembre de 1862 por el Congreso, se pusiera esa cláusula que sí estaba en la antigua ley de la Confederación Argentina (cuando Buenos Aires no formaba parte de la misma).

En la referida obra de Calvo,  el autor rescata esta cláusula que dice “el gobierno concede a la Compañía de Tierras en plena propiedad, una legua de terreno a cada lado del camino en todas su extensión, comenzando a distancia de cuatro leguas de las estaciones de Rosario y de Córdoba…”.

 

Más tierras para los ingleses

El 9 de octubre de 1883, el gobierno de la provincia de Córdoba hizo entrega de más tierras. Para entonces Villa María ya tenía existencia jurídica pues a finales del mes de septiembre habían sido aprobados los planos de la localidad.

De esa manera resultaba imposible que las tierras pertenecientes a Ocampo fueran comprendidas por la concesión, por lo cual la propiedad de este influyente político porteño quedaba a resguardo y sin la posibilidad de que fuera expropiada por el gobierno para ser entregada a la compañía inglesa.      

La enorme extensión de tierras entregadas a los ingleses se transformó en un gran negocio cuya administración quedó en manos de compañías creadas desde la empresa ferroviaria Ferrocarril Central Argentino. Es así que surgió la “Compañía de Tierras del Central Argentino” o “Compañía de Argentina de Tierras de Inversiones Limitada (Argentin Land and Investment Company Limited”.

Según lo establecido en el referido contrato de concesión, a lo largo de todo el trazado ferroviario, se cedió un total de 346.727 hectáreas de las tierras más fértiles del país, aunque existen otras fuentes documentales de las cuales se desprende que la entrega terminó siendo de 1.200.000 hectáreas.

Así consta en los escritos de Mulhall en su “Handbook of The River Plate” de 1885. Eduardo José Míguez, en la obra referida, escribió que “en 1882, el gobierno hizo entrega a la compañía de 81 leguas cuadradas de tierras entre Villa María y Córdoba…”.

 

Más negocios para los ingleses y sus allegados

En el acuerdo con al empresa inglesa se había establecido que las  tierras eran “donadas en plena propiedad, a condición de poblarlas”, cuestión que nunca preocupó a las empresas administradoras, constituidas en Londres, que estaban fuera del control por parte de las autoridades locales y liberadas de las cargas fiscales argentinas. Aunque estas compañías supuestamente habían sido  constituidas para el desarrollo de colonias en los terrenos cedidos.

En ese marco las tierras, revalorizadas por el paso ferroviario, se constituyeron en un negocio paralelo al ferrocarril mismo, incluso cuidaron de que sus beneficios no fueran a engrosar las cuentas de la compañía ferroviaria. Se calcula que esos campos, vendidos al precio mínimo fijado por los mismos ingleses, habrían alcanzado para pagar el total de las obras ferroviarias para cubrir el tendido entre Rosario y Córdoba.

Los negocios realizados incluyó la formación de poblaciones alrededor de las estaciones ferroviarias, con la consiguiente venta de terrenos en las nuevas zonas urbanas, también se vendían lotes en las zona rural, en la cual se trazaron los denominados caminos de la legua, y media legua.

También se negoció mediante contratos con arrendatarios y medieros. En esta zona del sudeste cordobés también actuaron filiales de la compañía ferroviaria que realizaban préstamos hipotecarios cuyo principal negocio consistía en ejecutar deudores para quedarse con la propiedad de tierras cercanas a Villa María.

De estos negocios ideados por las compañías inglesas, con sus directorios en Londres,  participaban abogados y comerciantes de Buenos Aires y Córdoba.

 

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