NOTA Nº 636, escribe Jesús Chirino

Final de época: posibilidad de una mejor

domingo, 27 de diciembre de 2020 · 09:00

Está concluyendo un año difícil, en medio de una pandemia y de acontecimientos novedosos que se producen en circunstancias históricas de la humanidad que no poseen antecedentes. Por citar un par de cuestiones podemos decir que nunca se ha tenido la actual celeridad para la construcción y masificación de conocimientos y aplicaciones tecnológicas, como tampoco existen antecedentes de una crisis ambiental como la vigente.

 

El despojo como parte constitutiva del sistema

Todo indicaría que estamos en un momento crucial para trabajar en el cambio de este sistema civilizatorio cuyo prolegómeno se dio a finales del siglo XV, cimentándose a partir del siglo XVI, el período manufacturero. Este sistema de producción, desarrollo y consumo que creamos, posee una matriz de explotación del trabajo junto a la explotación/destrucción de la naturaleza. En sus distintas variantes, el capitalismo nunca pudo existir sin el despojo de inmensos sectores sociales. Esta característica forma parte de su constitución. Haciendo un rápido e incompleto repaso puedo mencionar a los pueblos de nuestro continente y a los esclavos originarios de Africa. A unos les quitaron sus tierras y demás posesiones, en tanto que los africanos fueron cazados como animales en sus territorios y trasladados a América para usar su fuerza de trabajo en la producción de riquezas que cimentarían el crecimiento de países europeos.  Es decir, se trata de un sistema del cual puede señalarse, de manera objetiva, que necesita excluir grandes sectores para poder existir como tal.

 

Para hacer presentables los despojos se producen, en cada momento histórico, distintas argumentaciones que intentan justificar los mismos. Por ello, a lo largo de la historia, encontramos racionalizaciones del racismo, el colonialismo y también del patriarcado. Se trata de un sistema cuya centralidad no está ocupada por el bienestar de la comunidad, sino por la producción de riquezas que, claro está, serán repartidas de manera inequitativa. También para esa inequidad existen argumentaciones que si bien son naturalizadas, no se trata más que visiones ideológicas. Un ejemplo de esto es cómo se ignora el gran peso que posee en la economía el trabajo diario de millones de mujeres que dedican gran parte de su tiempo a las tareas domésticas y de cuidados, pero no reciben reconocimiento por ello, ni tampoco se les paga salario alguno, pero sin ese aporte, el sistema en que vivimos no sería posible. Esas tareas domésticas, mayormente realizado por mujeres, incluyen limpieza; lavado de ropa; cocinar; planificar y administrar  compras de comida e insumos necesarios para el mantenimiento de la vivienda; acompañamiento y ayuda a las y los menores en sus tareas escolares; cuidado de los mayores que ya no pueden valerse por completo de sí mismos; atención de enfermos de cualquier edad y un largo etcétera de tareas fundamentales para que las cosas sigan funcionando.

 

La importancia del trabajo doméstico

En plena pandemia la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, presentó un informe sobre la “Medición del aporte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados al Producto Interno Bruto” (TDCNR). Allí se destaca que la industria aporta el 13,2% del PIB, en tanto que el comercio el 13%, pero el TDCNR eleva su participación al 15,9%. “En total, se trataría de un aporte de $4.001.047 millones de pesos, valor que resulta de la gran escala a la que se realizan las tareas domésticas no remuneradas en los hogares”. Si pensamos en las tareas que incluye el TDCNR podemos darnos cuenta de la importancia superlativa que adquirió durante la pandemia. Por ejemplo, son innumerables las casas en las cuales, fruto de la solidaridad, se trabajó para compartir comida con aquellos que, por las medidas restrictivas, no podían conseguir su sustento. La importancia de tareas como esa, muestra que el sistema no podía subsistir con los elementos de su lógica.

 

Los ganadores en la pandemia

No es el mercado quien sostuvo la vida; no fueron los intercambios bursátiles ni la mentada mano invisible la que dio de comer. Si algo mostró la pandemia fue el límite del sistema pero, claro está, eso no es evidente para todos. En especial para quienes no forman parte ni están cerca de los sectores excluidos de los beneficios antes y durante la crisis sanitaria. Porque debe tenerse en claro que en medio del inmenso sacudón que tiene la humanidad, algunos sectores potenciaron su crecimiento económico. Basta señalar que los dueños de la aplicación Zoom ganan alrededor de 1.500 millones de dólares por mes. Pero la lista de empresas “ganadoras” es encabezada por Google, Apple, Facebook, y Amazon. Compañías tecnológicas que agigantaron su importancia y poderío a punto tal que pretenden no ser reguladas por los Estados.

 

El sistema se muestra tan desnudo que en medio del sufrimiento que significa la pandemia no pudo dejar de construir un negocio con el COVID-19. Es así que Moderna, CureVac y BioNTech, gracias a las vacunas para prevenir el contagio, darán un salto gigante desde los 179 millones de euros en ventas en 2019 a sumar ingresos por 24.052 millones en 2020, 2021 y 2022. En el reparto de las vacunas también se ve el sello del sistema, no todos los países poseen las mismas posibilidades de acceso a las mismas.

 

Pero quizás lo que más en claro dejó la pandemia ha sido el confinamiento, y no hablo del “quedate en casa” (si podés y  tenés casa) sino del encierro en el cual se encuentra el pensamiento político a nivel internacional: pareciera no poder pensar salida alguna, un sistema alternativo al capitalismo. Los límites del sistema están expuestos, en medio de las crisis económica, social, política y ambiental, junto a los cambios acelerados por la pandemia.

 

La derecha conservadora, los simuladores y quienes trabajan para una alternativa

  Ahora que transitamos los últimos días del año, podemos pensar que no solo estamos cerca del cambio de almanaque, sino en pleno cambio de época. A partir de aquí estarán los sectores conservadores que van a pretender regresar a algo lo más parecido a la “normalidad” que los benefició. A que el sistema se torne lo suficientemente rentable ideando nuevas técnicas para el despojo de algunos sectores sociales. Por otra parte, podrán aparecer quienes dirán que esto así no se tolera más y plantearán gestionar la crisis de manera que modificaciones superficiales permitan que el sistema se renueve y prosiga. Tratarán de simular cambios profundos, pero solo serán de forma. Otra posibilidad es la que plantearán aquellos que ven la política como forma de generar alternativas, de trabajar en pos de la construcción de un sistema en el cual la centralidad está ocupada por el bienestar general y una buena relación con la naturaleza. No es que estas posiciones se generarán ahora, en realidad preexisten a la pandemia, pero la misma les proporciona un escenario de incertidumbre donde es posible la creación de la novedad, iniciar el proceso de la construcción de la alternativa. Todos tendremos muchas oportunidades para tomar posición, por ejemplo, cada vez que se discutan las formas de construcción de poder político, cuando se hable de profundizar la democracia, proyectos de minería a cielo abierto, desarrollo de la agricultura industrial brutal y el uso de insecticidas y pesticidas, contaminación de ríos o lagos, desmontes de bosques, utilización de los espacios públicos, propiedad de las influyentes tecnologías digitales, redistribución de la riqueza, construcción de derechos para quienes trabajamos, soluciones al calentamiento global, posicionamiento ante la crisis ecológica y continúa la lista. El cambio de época se está dando, veremos qué fuerzas pueden conducirlo.

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