NOTA Nº 360, escribe Jesús Chirino

1960: Seminario Nacional de mujeres

Entre el 28 de noviembre al 5 de diciembre de 1960 se desarrolló, en la ciudad de Buenos Aires, el Seminario Nacional de Participación de la Mujer en la Vida Pública. Existe un trabajo de Adriana María Valobra que permite una visión enriquecedora del referido evento analizando los ideales de ciudadana propiciados por el desarrollismo. A la vez, se advierte cómo el referido seminario fue escenario de la tensión entre distintas imágenes de la mujer. 

 

Creación de la Dirección Nacional de Seguridad y Previsión Social de Mujer

En el año 1957 el radicalismo se dividió en Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) que, con la ayuda del voto peronista, logró colocar en la Presidencia de la Nación a Arturo Frondizi. En el discurso de este presidente desarrollista, la mujer no dejó de ocupar un lugar tradicional, pero igual tuvo gestos relativos a su consideración como sujeto político activo. Cuestión esta que sintonizaba con una trayectoria, en el mismo sentido, dentro de la UCR. En la campaña política Frondizi anunció “si llego a la Presidencia de la Nación crearé un organismo técnico que asesore acerca de la solución de los problemas sociales de las mujeres argentinas”, pero en su discurso limitaba la referencia a la mujer ama de casa de la clase media y del sector trabajador pues ellas tenían que “hacer milagros para no excederse en las compras del mercado (...) velar por la salud moral y física de sus hijos (...) preparar el ajuar de la hija que se casa”. Es decir, solo refería lugares tradicionales asignados a las mujeres sujetas a la centralidad del esposo, novio o hijo, todo enmarcado en los límites del matrimonio. Siempre dentro del cuidado de su familia.

Cuando Frondizi llegó a la Presidencia nombró a Blanca Stábile frente a la flamante Dirección Nacional de Seguridad y Previsión Social de la Mujer. Dependencia estatal que creó mediante el decreto 4.073, del 14 de agosto de 1958, según su directora “la Dirección nacía como organismo técnico consultivo y no para realizar asistencia social directa”. Valobra señala que la misión de esta repartición estatal “en casos individuales era la derivación a las reparticiones correspondientes o entidades de la sociedad civil que pudieran atenderlas”. Esta misma  autora señala que en esa Dirección, Stábile estuvo acompañada por un pequeño núcleo de mujeres profesionales, pero que tuvieron un enorme predominio las instituciones de origen católico.

 

El seminario: una decisión de las mujeres

En un contexto en el cual la promoción de la mujer era parte de las estrategias de las organizaciones internacionales, como el caso de la Organización de las Naciones Unidas, se promovió la realización de distintos tipos de seminarios, entre aquellos sobre la participación de la mujer en la vida pública. Ese contexto influyó en la Argentina, incluso con consecuencias legislativas y también llevó a la organización del evento que nos ocupa, el que en gran medida fue impulsado desde la División de Relaciones Internacionales dentro de la nueva Dirección de la mujer. Al frente de la “División de Relaciones…” se encontraba Mabel Baldasarre de Kurrels quien supo darle una proyección internacional al evento.

 

Sin mujeres peronistas

Decidida la realización del Seminario Nacional de Participación de la Mujer en la Vida Pública, se constituyó el comité organizador. Entonces las mujeres integrantes del mismo  recorrieron el país con la misión de formar, en cada capital provincial, un comité de enlace para convocar a las entidades femeninas del lugar.

En ese tiempo Mario Amadeo, ministro de relaciones exteriores y culto, designó a Blanca Stábile como representante ante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU. Entonces Marcela Gatica de Vilchez quedó a cargo de la Dirección de la Mujer.

Stábile se puso al frente del Seminario y entre otras cuestiones sostuvo  que era “la primera experiencia de un seminario nacional, sin más asesoramiento que nuestro propio criterio, nuestra capacidad de trabajo y nuestro conocimiento profundo de la limitación de nuestros derechos y de nuestra real situación en la comunidad argentina”.

Al Seminario concurrieron 77 delegadas oficiales, 30 de ellas de parte de los gobiernos provinciales, 28 representando a instituciones de la sociedad civil, 19 por el sector sindical. Además hubo 14 delegadas no oficiales y un total de 42 observadoras, 26 representando a las instituciones, 9 a partidos políticos y 9 a embajadas extranjeras. No existió representación peronista.    

 

Los informes

Frondizi les habló a las delegadas cuando éstas visitaron la casa de gobierno, allí confesó tener “esperanza” de que la mujer se haría “presente con energía, no solo cumpliendo su sagrada misión en el hogar, como esposa, madre e hija sino también en los asuntos que hacen a la conducción del Estado, a los de carácter gremial y a los culturales”.

En el desarrollo del Seminario se trabajó a partir de cuatro ejes. El primero fue “la mujer en los grupos organizados de la comunidad”. Acerca de este informó María Ezcurra, presidenta de la Coordinación de Obras Privadas de Rehabilitación, para quien las mujeres debían privilegiar su participación en las agrupaciones que tenían fines “constructivos” y no “programas de lucha”, aunque no debía dejar de lado la que, supuestamente, sería la misión social “inclaudicable” de la mujer que no era otra que ser esposa y madre.

El segundo tópico fue “la mujer en las diversas esferas del trabajo”, sobre éste informó Blanca Stábile. En su extensa exposición estuvo a favor de que las mujeres, como miembros de sus grupos o clase social realizaran “una investigación” para “satisfacer el conocimiento de sus derechos y responsabilidades y formular un programa tendiente a superar las dificultades que se oponen a su integración armónica dentro de su clase”. Había que buscar el conocimiento tanto acerca de la significancia de la contribución femenina a la actividad económica, como acerca de lo legal respecto a un igual o diferente tratamiento y la participación activa en asociaciones profesionales. Stábile ponía empeño en divulgar lo establecido en diferentes Convenios de la Organización Internacional del Trabajo, como el número 100 acerca de igual salario por trabajo de igual valor. Pero igual no olvidaba el rol “fundamental” de la mujer como madre, aunque alentaba a que las trabajadoras señalaran las incompatibilidades del trabajo y el mismo.

La dirigente católica, vicepresidenta del Consejo de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas -UMOFC-, María Cumella informó acerca del tercer eje: “La mujer y la familia”. No se salió de la visión conservadora de la Iglesia Católica. Planteó la necesidad de esclarecer un supuesto verdadero concepto de familia y la importancia de la dignidad del papel de la mujer en la felicidad del hogar. También habló de la normalización de las uniones ilegítimas y la legitimación de sus hijos, otorgar condición jurídica a la mujer ama de casa e incorporar a la legislación vigente el reconocimiento adecuado de sus derechos y reglamentar el trabajo a domicilio. En su informe se advierte el cuestionamiento a la legislación del período peronista y el regreso a la importancia del matrimonio como base social. En el referido trabajo de Valobra se señala que “Cumella colocaba como sujeto de derechos no a la mujer en su individualidad, sino a la familia”.

En cuanto al tópico “la mujer y la política”, que también se trató en el encuentro, Celina Piñeiro de Pearson, quien había sido delegada de UMOFC en el Seminario de Bogotá, consideró que la participación de la mujer en partidos políticos, sindicatos, cooperativas escolares y otros ámbitos era una oportunidad para el aprendizaje cívico. Mencionó al Papa Pío XII y su idea acerca de que el mejor lugar de las mujeres era el cuidado del hogar, pero también señaló que aquellas que tuvieran “más tiempo libre”, que fueran “más aptas y mejor preparadas” debían asumir responsabilidades ingresando a la política y representado a sus congéneres. En relación al voto femenino pensaba que no implicaba un gran cambio respecto del voto masculino y que en lo municipal era el mejor ámbito para la participación de la mujer.

El seminario fue un encuentro de intelectuales y profesionales que se creían vanguardia en la promoción de los derechos de la mujeres. Pero el desarrollo del mismo fue un campo de tensiones que terminó privilegiando miradas conservadoras por encima de otras más liberales.  

 

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