La “propiedad privada” de Vicentin

Escribe Jesús Chirino
Nota Nº 613

Cuando el 8 de junio de este año el Gobierno nacional anunció que intervendría y enviaría al Congreso el proyecto para expropiar la empresa Vicentin, surgieron algunas voces que plantearon interrogantes y otras que realizaron críticas desde algunas posiciones que presentan dificultades para ser entendidas desde lo racional.

Quizás no es necesario dudar de las motivaciones y la sinceridad de quienes plantearon cosas tales como la existencia de un plan generalizado de expropiaciones, un ataque a toda propiedad privada y, en medio de la cuarentena, el desembarco del comunismo. Pero, tal vez, resulte importante sumar información para que el debate supere algunas frases preconstruidas que son repetidas como verdaderos gritos de combate.

Eslóganes útiles a los fines propagandísticos pero que terminan clausurando cualquier intercambio de idea o información.   

 

¿Algunas propiedades son más privadas que otras?

Dentro de otras muchas cuestiones en las cuales se puede aportar información está la referida a la propiedad privada. Suele hablarse como si la existencia y la calidad de cualquier propiedad, en especial la privada, fuera algo natural y absoluto. Como si la misma no proviniera de un orden jurídico que lejos está de expresar lo natural, sino que resulta de concepciones ideológicas y del estado actual de las relaciones entre diferentes sectores sociales.

Relaciones que, no debemos olvidar, poseen un desarrollo histórico no siempre contado. También es importante entender que no deberían olvidarse las propiedades tanto de los productores como de los bancos a los que la firma les debe. Otro punto de gran interés para tener en cuenta es la propiedad privada de algunos de los principales accionistas de Vicentin que ahora le reclaman sumas millonarias a la empresa. Es decir, los mismos que llevaron a la firma a su actual desastroso estado económico le reclaman millones para sus bolsillos (es decir, para su propiedad personal). 

Dejando de lado algunos de esos aspectos, podemos abocarnos a señalar antecedentes de la constitución de la propiedades de Vicentin. Carlos del Frade, diputado por el Frente Social y Popular (FSP), en la Legislatura de la Provincia de Santa Fe aportó datos interesantes. El 18 de junio del presente año, en la Cámara de Diputados de Santa Fe, realizó un recorrido por la historia de la empresa Vicentin y su relación con el Estado argentino.

En un momento señaló que para él está bien “que el Estado quiera participar del manejo de los puertos por donde entra y sale la mayor cantidad de la riqueza de Argentina”. Es algo que reconoce de la actual administración nacional y, hablando de los empleos directos e indirectos que dependen de la actividad de Vicentin, manifestó:  “No tengo nada que ver con el Partido Justicialista. Nada. Pero alguna vez tiene que aparecer la generosidad en la dimensión de la política, reconocer lo que está bien. Si no ponía la cara el Estado por esas 30 mil familias santafesinas, quién lo iba a hacer...”. Allí también se podría hablar de que el no pago de las horas trabajadas o los magros salarios también afecta la propiedad de quienes entregan parte de su tiempo vital a la empresa.

 

Aportes del Estado a la propiedad privada de Vicentin

Del Frade puntualiza que “la historia política de Vicentin es la historia política del gran capital. Y el gran capital en Argentina le debe al pueblo argentino y le debe al pueblo de la provincia de Santa Fe no solamente dinero, sino explicaciones”. Vicentin se constituyó en el año 1929, plena época del crack financiero, crisis del capitalismo.

Su actividad evolucionó de la explotación del algodón al acopio de cereales “en el norte profundo de la provincia -de Santa Fe-, donde todavía estaba el desarrollo de los últimos 30 años de La Forestal”. El diputado señala que tiempo después, durante la década del 60 recibió la primera ayuda del Estado. La dictadura de Juan Carlos Onganía le concedió “gratuitamente, tierras en el Departamento Vera y tierras en el Departamento General Obligado. Allí tiene la base de sustentación de la producción algodonera”. El diputado, hablándole a sus pares, les recordó que a los trabajadores y trabajadoras de la algodonera Avellaneda, del grupo Vicentin, la empresa les paga sólo 100 pesos la hora de trabajo.

Del Frade aporta datos de la primera agroexportadora argentina, que “facturó 118 mil millones de pesos el 31 de octubre de 2018, como lo dice su propio Balance. Ganó 30 mil millones de pesos, utilidad neta y ahora dice que tiene esta deuda de 1.350 millones de dólares. Pero esta historia de Vicentin se puede ver con sus luces con sus sombras, en la dictadura de Onganía le regalan tierras públicas, tierras fiscales a través del contralmirante Eladio Vásquez aquí en la provincia de Santa Fe, que destruyó el gran proyecto de los bajos submeridionales para que no nos pase la locura que nos pasó en los últimos 50 años de inundaciones de un lado y sequía por el otro en el mismo año.

Eso tiene que ver con el proyecto que destruyó la dictadura de Onganía, la que le da las tierras a Vicentin para la explotación del ganado y la explotación del algodón. El Estado le da eso a Vicentin. ¿Cuánto pagó Vicentin por eso? Cero peso”. Eladio Vázquez, gobernador de Santa Fe durante la dictadura de Onganía, es el mismo que durante el Rosariazo solicitó la intervención de la artillería del Ejército para reprimir al pueblo.

Durante la última dictadura, iniciada en 1976, Vicentin “con su jefe de personal, generó el encarcelamiento, tortura y desaparición de 22 personas. Catorce de ellas delegados de fábrica. Nunca Vicentin  puso la cara por los delegados a los que secuestró y torturó”. Para Del Frade “la sangre derramada es directamente proporcional a la concentración de riquezas en pocas manos”. Y no se trata de una afirmación a la ligera, pues “la dictadura le regaló a Vicentin entonces el puerto de aguas profundas del río Paraná a la altura de Ricardone”.

En el año “1979, el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, lo que hizo allí fue descuartizar la Junta Nacional de Granos para que nunca controle lo que entra y lo que sale por los puertos. Empezaba allí a planificarse la exportación en manos de empresas nacionales vinculadas con el capital internacional, para que entre y salga lo que esas empresas, que manejan los puertos, quieren que entre y quieren que salga, sin que nadie se les pueda meter porque se viola la sacrosanta propiedad privada. Propiedad privada que le hizo mucho más mal al país que la participación del Estado”.

 

Historia, política y dinero estatal

Para entender la constitución del patrimonio de Vicentin no deben dejarse de lado estos datos: en los 60 las tierras que le regala Onganía, en 1979 la entrega del puerto de la localidad Ricardone y en “1982 Domingo Felipe Cavallo, presidente del Banco Central de la República Argentina, estatizó la deuda externa de Vicentin... dos millones de dólares que pagamos todos”. El diputado continuó agregando datos. “Diecinueve años después, en 2001, Vicentin fuga 135 millones de dólares. ¿Quién puso la plata? El Estado nacional, nosotros. Nosotros le pagamos la fiesta a Vicentin.

El Banco Nación en el año 2003 ya le había prestado a Vicentin, según las cuentas que la propia empresa nos dio, según las cuentas que el propio Sergio Nardelli nos dio, en el año 2003 ya tenía Vicentin 30 millones de dólares de créditos del Banco Nación”. En los últimos años la deuda con ese banco se incrementó de manera escandalosa. Existe un crédito de 350 millones de dólares, otorgado en contra de las normativas tanto de esa entidad como del Banco Central.

Los pocos datos aquí aportados ayudan a entender algo de la construcción de la propiedad de Vicentin. Por último podemos mencionar lo que señaló el economista Claudio Lozano, miembro del Directorio del Banco Nación, en relación a que tanto Alberto Padoán como Gustavo Nardelli, principales referentes de Vicentin, “son miembros de la mesa chica del PRO en Santa Fe”.

A la vista de los datos señalados, resulta imposible no entender los aportes del Estado, en diferentes momentos, a la constitución del patrimonio de la referida firma, y también los límites del concepto de “empresa familiar” con el cual se le suele designar a Vicentin, máxime cuando existe suficiente información para sostener que pasó de la producción hacia la timba financiera y fuga de capitales. Ahora pareciera que el Estado quiere dejar de ser bobo y tomar otro rol.

Desde algún punto de vista es lógico entender que aquellos quienes se sintieron cómodos antes, se incomoden con este cambio. Pero existen otros grupos que quizás no están muy informados y sólo son capturados por la propaganda de los primeros.

 

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