Julio Benítez destaca la actividad de Francisco Salamone

Diseño, estilo y memoria

El escritor local, gran investigador de la historia del arquitecto español que dejó magia en la pampa argentina, se refirió a la obra que se realiza en plaza Centenario y la necesidad de respetar cómo fue ideado tal escenario emblemático para nuestra ciudad
domingo, 3 de julio de 2022 · 09:21

El escritor e investigador local Julio Benítez se refirió a la vida y obra del arquitecto ítalo-argentino Francisco Salamone.

La obra de Salamone es valorada a nivel local, y hasta ha sido declarada Patrimonio Histórico. El Matadero y la plaza Centenario son algunos de los íconos locales que aún resaltan su tarea. 

Benítez ha tenido intervención en la publicación del libro “Maestros de la arquitectura argentina, Francisco Salamone (Clarín)”, escrito por los arquitectos René Longoni y Juan Carlos Molteni, y es una palabra autorizada para revisar la historia.

Perfil: Francesco Salamone (5 de junio de 1897 - 8 de agosto de 1959), conocido en español como Francisco Salamone, fue un arquitecto e ingeniero ítalo-argentino. Emigró siendo un niño hacia la Argentina. Luego, en apenas cuatro años, entre 1936 y 1940, construyó más de 60 edificios en 25 municipios del interior de la provincia de Buenos Aires.

Una imagen de la invitación para la inauguración de la plaza Centenario

Precisamente, el autor, durante sus investigaciones sobre el icónico arquitecto, pudo hablar con varias personas, ya fallecidas, que conocieron a Francisco Salamone, como el caso de la señora Blanca Corres y su hermana María, que cuando eran niñas y se domiciliaban en calle José Ingenieros 44, enfrente de lo que sería luego la plaza Centenario, y en cuya casa, además, Salamone realizó planos y trabajos encargados por Corres padre, para realizar modificaciones en su propiedad, cuyo terreno colindaba con el del domicilio en calle Lisandro de la Torre 33, de don Eugenio Parajón Ortiz, intendente por esa época de nuestra ciudad. Allí, donde funciona desde hace varios años el Centro Vasco Euzko Etxea.

El Matadero de nuestra ciudad, un ícono del paisaje

Devorada por los árboles

Otras personas entrevistadas por Benítez fueron, uno de los peones que trabajó en la colocación de los mosaicos, Parmenio Gallo, y Rubén Vijande, con quien mantenía una relación más afectiva por motivos comerciales.

De esas personas, el investigador obtuvo una sincera manifestación tanto de los intereses profesionales como personales de Salamone: “Poseía el don de querer mostrar la originalidad de sus obras, que lamentablemente las autoridades posteriores al año 1935 fueron plantando árboles a diestra y siniestra. (tales árboles) que año tras año han ido tapando con sus impactantes ramajes y su proyectada sombra, sin ninguna perspectiva de que la obra material esté visible y, además, que esas sombras también secaron a la gran cantidad de plantas con flores, que en algún momento sumaron una cantidad de unas 300 plantas, de las cuales actualmente quedan pocas”.

“(Los) horribles y defectuosos árboles que nunca fueron podados, están, cada vez más grandes y deformes, con formas estrafalarias de sus ramas tapando todo y, además, son nidos de pájaros que siéntese usted y verá sucia su ropa y lo que está degustando con su familia”, dice Benítez.

 

La puerta del cementerio de Saldungaray (Buenos Aires)

Un poco de su historia

Francisco Salamone D’Anna, hijo de Salvatore, constructor, nació el 5 de junio de 1897 en Leonforte, Sicilia, distante unos 80 kilómetros del puerto de Catania, Italia, y en 1903 su familia se trasladó a Buenos Aires.

Francisco era el segundo de cinco hermanos, dos de ellos nacidos en el país.

Salamone concurrió a la Escuela Industrial de la Nación Otto Krause, egresó como técnico constructor y también sus hermanos estudiaron y se recibieron con el mismo título, pero lamentablemente la pérdida del archivo profesional y empresarial de Salamone ha constituido una gran dificultad para reconstruir parte de la trayectoria familiar.

Con solo 20 años, entre 1917 y 1919, participó en concursos, tales como el Panteón de Policías y Bomberos en el cementerio de la Chacarita y hacia 1924 viajó a Francia e Italia, donde obtuvo Medallas de Oro y de Honor en las Exposiciones de Milán y Barcelona.

Ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, cuyo certificado de resultado de estudios del 27 de diciembre de 1920 resalta que había egresado como ingeniero-arquitecto con promedio de “distinguido”.

Su primera participación profesional en la ciudad de Córdoba fue para la construcción de la Iglesia Santa Rita.

Luego de obtener sus primeros títulos continuó estudiando para graduarse como ingeniero civil e instaló su primera empresa constructora, interviniendo a partir de ese momento en los planos de la casa señorial en avenida Argentina 640 (hoy Hipólito Yrigoyen), continuando con los departamentos del doctor Ricardo Vilella, el petit hotel del doctor Allende, una casa de negocio en 25 de Mayo y Alvear y el proyecto de ampliación del Gran Hotel Victoria y el del petit hotel de la señora Garzón Palacio.

También ha sido motivo de discusiones periodísticas, ya que habría participado en otras importantes obras, que fueron motivo para la aparición de entredichos.

 

En las urnas

Tuvo tiempo para dedicarse a la política, participando en las elecciones internas del Valle de Punilla para representar al radicalismo en el Senado provincial... resultado de la votación, adverso.

La crisis profesional en los primeros años de la década del 30, en un marco de crisis nacional e internacional, lo puso seguramente en la búsqueda de su oportunidad, como afirma el proverbio.

Se desconocen las razones por las cuales Salamone se dirigió a nuestra ciudad, donde el radical Eugenio Parajón Ortiz había iniciado su segundo mandato municipal en febrero de 1932.

Parajón Ortiz, tratando de mejorar las condiciones materiales de la ciudad, propuso al Concejo Deliberante, a pesar de que el municipio no contaba con una oficina técnica, la construcción de un nuevo Palacio y Teatro Municipal en lo que había sido el Mercado Colón, demolido en 1928, manzana en lo que sería luego plaza Centenario.

Y fue aquí donde apareció en escena Salamone, quien había instalado su estudio en calle Buenos Aires 1042, UT. 424, a quien se le encomendó proyectar dicho edificio, dado sus antecedentes profesionales.

En 1933 Salamone presentó un ambicioso anteproyecto con aires no muy lejanos al ecléctico Palacio de las Bellas Artes que el italiano Adamo Boari había construido en el Distrito Federal mexicano, muy difundido por aquellos años.

Es posible que a Parajón Ortiz y a Salamone les sedujera la idea de superar el esplendor del Gran Hotel Palace, inaugurado en 1930, proyectado por el arquitecto Ángel Lo Celso y que es, desde 1987, sede del actual Palacio Municipal.

Algunos cronistas de la época mencionan una posible reacción popular ante la desmesurada propuesta en tiempos de crisis económica, lo que aconsejó a Parajón Ortiz que transitara variantes más realistas y menos onerosas, encomendando a Salamone el diseño de una plaza en ese mismo lugar (según Ordenanza 395/34), cuando ya le había encargado el proyecto de un nuevo matadero (Ordenanza 380/34), que remplazaría al antiguo establecimiento emplazado en el comienzo del barrio Rivadavia, a una cuadra de la prolongación del bulevar Alvear.

El Matadero Modelo fue adjudicado a la empresa constructora del ingeniero Agenor Villagra y casi de inmediato la construcción de la plaza fue obtenida por el ingeniero José Licciardi junto a Hijos de Luis Constantini, empresa que ya contaba con antecedentes en parquizar y equipar espacios públicos.

Una foto de 1939, nos muestra que sí se plantaron árboles, pero según referencias eran de tilo, de poco volumen de su ramaje y de altura mediana.

Volviendo a la plaza, la misma fue inaugurada el 12 de octubre de 1935  con una arquitectura en que las proporciones y las relaciones matemáticas son fundamentales en su simetría y armonía.

Además había recibido el encargo municipal de diseñar la parquización de las plazas Independencia y San Martín, junto a ramblas y bulevares.

Pero la contratación más importante en términos económicos con Salamone fue la realización del catastro, nivelación y estudio de los desagües de la planta urbana, indispensable para proceder a la pavimentación de las calles de la polvorienta ciudad.

En el cierre del texto, Benítez aportó una objeción respecto a la tarea que se realiza en plaza Centenario: “En su cierre ya pasó el tiempo estipulado, unos nueve meses a la fecha y según el contrato debería haberse terminado en febrero de 2022”.

“Haber colocado tal cantidad de chapas (sin haber sido contadas, unas 300) con elevado costo y de las cuales muchas ya han sido estropeadas por haberse dejado estacionar en 45%, cuando podría haber sido en fila, como en las demás manzanas”.

“En la obra de FS en Villa María coexisten un epílogo y un prefacio, un capítulo que se cierra con la Municipalidad y otro que se abre con la plaza, el Matadero y su intervención, no certificada, en los planos de la construcción de la Asistencia Pública”.

“Además se debe considerar que él diseñó y dejó bien claro que lo que era su ambición como protagonista de una época fue una plaza sin árboles, solo plantas chicas, rosales, claveles, cercos bajos, nada que tapara su obra majestuosa y que posteriores intendentes fueron permitiendo la implantación de especies no nativas de nuestra zona El Espinal, enormes plantas que no fueron debidamente podadas durante casi 80 años, para que algunas hayan tomado formas casi grotescas”.

Más tarde Salamone actúo en Las Varillas, proyectando el edificio sede desde entonces de su Municipalidad y de allí a su periplo por las pampas bonaerenses, cuyas obras han concitado la atención de legos y especialistas por la simple razón de que allí se encuentra el núcleo de su obra, con un centenar de edificios de diversa complejidad construidos en unos 15 partidos en solo cuatro años.

Salamone supo aprovechar el lugar y momento justos, cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires, por el Partido Demócrata Nacional, Manuel Antonio Fresco, relanzó con fuertes recursos el plan que había pergeñado, en 1928, su antecesor en el gobierno don Valentín Vergara, tiempo en que aquella provincia era un enorme obrador.

* Toda la información compartida y publicada en este texto corresponden al archivo personal de Julio Benítez.

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