Personajes - El hombre fue homenajeado ayer en San Francisco

Tito, el “maestro de las frases” y el “amigo de todos”

Fue amigo y trabajador, jugador y dirigente, portero y docente. Un entrañable personaje de la ciudad que por estos días perpetuó su huella en la comunidad de San Francisco

Eusebio Alfredo “Tito” Lamberti fue un amante del cine y la literatura, excelente jugador de básquet, trabajador de una fábrica de fideos y un reconocido portero de colegio secundario, pero por sobre todo, un educador con el ejemplo, querido y admirado por los estudiantes, ya que tenía una particular actividad de dejar frases motivadoras, de inspiración o reflexiones cotidianas escritas en los pizarrones todos los días. Esas frases que muchos atesoraron y también lo hicieron trascender.

El escultor Damián Bolaño inmortalizó a Tito en la Escuela San Martín. Durante su inauguración, participaron autoridades de la escuela, docentes, la banda lisa mixta de música de la institución, además de sus amigos del grupo Unidos por Tito

Fue bautizado mil veces como ‘‘amigo de todos’’, porque no hubo persona que no lo conociera y admirara.

Tito nació el 9 de noviembre de 1936, fue hijo único de Constancia y Juan. Vivió siempre en la casa familiar de calle López y Planes 1629, en el tradicional barrio Catedral.

 

La segunda casa

Desde pequeño fue considerado un ejemplo, cuando lo distinguieron en la Escuela Normal, por haber tenido asistencia perfecta durante todo el nivel primario. Fue justamente en esa etapa cuando sus docentes notaron, además, sus habilidades físicas y atléticas para la práctica deportiva, por lo que le consultaron a Eusebio si quería jugar básquet para el club El Tala, según contaron sus amigos en una carta dirigida a un diario de San Justo. El joven aceptó sin saber que ese vínculo en el Albo se prolongaría de manera mutua y afectuosa para toda la vida, que con el tiempo lo transformaría en su segunda casa.

A los 16 años, Tito abandonó los estudios, al enfermarse su padre, para entrar a trabajar como operario en la reconocida fábrica de fideos Tampieri.

A los 18 debutó en la división superior del Albo, donde Tito fue jugador en todas las categorías, consagrándose campeón en varias oportunidades, destacándose en el lanzamiento de media distancia y el tradicional o característico “doble salto”.

Al retirarse, ejerció como dirigente y director técnico del mismo club, ad honorem, además de fiel colaborador en todos los eventos recaudatorios.

Dueño de una memoria y conocimiento brillantes acerca de cine, apasionado por la literatura desde la adolescencia; una vez jubilado, destinó su tiempo a atender la biblioteca del club, donde decía a viva voz que era abierto a todo el público y se prestaban todos los libros que deseaban, sin costo alguno.

 

“Su mayor felicidad”

En 1982 inició su trabajo como personal de maestranza en el Colegio San Martín. “La noche previa la pasé algo nervioso. Mi anciana madre se dio cuenta y me dijo en broma ‘Dormí Tito, que si trabajaste 30 años en fábrica y otros tantos jugando en El Tala, no te van a asustar los chicos de la escuela’”, contó entre risas en una de las tantas entrevistas que brindó a medios locales.

Allí fue más que el portero, porque su nombre quedará ligado para siempre a la institución donde trabajó durante 21 años. Su actividad es y será recordada por miles de exalumnos, docentes y directivos que pasaron por allí.

Sí. Lamberti plasmaba una frase en cada pizarra del establecimiento, tratando de hacer reflexionar, incentivar, animar o recordar. Eran sus mensajes, muchas veces esperados.

En una entrevista, mencionó que se tomaba muy en serio esta tarea, haciendo un recorrido al final de cada jornada y debiendo preparar de antemano lo que iba a escribir en cada una de las más de 20 aulas de la institución. Por eso, sus mensajes quedarán grabados para siempre en generaciones enteras.

Por todo esto, en 2016, el diario El Periódico le propuso volver un día al colegio y repetir ese ejercicio, que consideró “su mayor felicidad”.

“Yo fui feliz en todos lados, pero la felicidad que me dieron los 21 años que estuve dentro del colegio, te digo, me rejuvenecieron, me hicieron sentir un montón de cosas que tenía olvidadas. Fue la felicidad más grande y me dio la pauta de que no todo es dinero. Los chicos me dieron mucha felicidad, ellos me acompañaban siempre”, afirmó esa vez.

En este sentido, su compañera de servicio y amiga, Raquel Gribaudo, dijo al respecto, a una cronista de El Diario, que Tito “era una persona muy instruida, inteligente, correcta y querible, daba charlas a los alumnos de todos los temas y no faltó nunca al trabajo”. “Todo su tiempo lo dedicaba a la gente, él daba y recibía cariño”, aseguró.

 

De puño y letra

En 1994 publicó su primer libro Los tiempos del barrilete. Años más tarde, en 2001, El camino de la vida; dos años después se jubiló como portero, y en 2005 finalmente trascendió Años de colegio, días de video, poesía y otros relatos, recopilando sus experiencias con la comunidad educativa.

También compuso textos alusivos a fechas tradicionales, como el Día de la Madre, que acercaba a medios de comunicación para ser publicados.

 

Hombre de comunidad

En junio de 2014 fue declarado como Ciudadano Ilustre de San Francisco, por el Concejo Deliberante y en 2018, recibió la distinción de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) por su aporte a la formación de jóvenes y niños.

En 2015 sufrió un accidente vial, cuando fue embestido por un motociclista que se dio a la fuga, donde le diagnosticaron lesiones leves, de las cuales pudo recuperarse, pero a medias.

Antes de eso, todos los días se lo veía muy activo en su bicicleta, recorriendo las calles de la ciudad y muchas veces repartiendo papelitos con poesías escritas.

Toda la ciudad recuerda siempre una anécdota que resalta el cariño que le tenían: en 2016 sufrió el robo de su bicicleta, luego de enterada la gente, un grupo de amigos le regaló otra para que pueda seguir con sus actividades.

 

Un hogar con historia

A los 83 años fue operado de la cadera y eso conllevó grandes desafíos. Por un lado, recurrir a la solidaridad para conseguir el dinero para los estudios quirúrgicos y por el otro, buscar una residencia geriátrica donde pudiera realizar la rehabilitación y también pasaría sus últimos años.

De aquí nació la cruzada Ayudemos a Tito, llevado adelante por esa unión de amigos y vecinos.

Estos mismos convocaron a una movida para reparar su antigua casa, que estaba en un estado como para demolerla, pero que hubiera sido imposible por el significado que tenía.

En abril de 2021, Tito fue llevado a la casa ya refaccionada, para que pudiera recorrerla, con ayuda de un andador.

En el interior se pueden observar diversos dibujos, reflejos de la travesía de su vida por el cine, libros, deporte y sonrisas que repartía al mundo. En el patio se asoma además, desde la medianera, un mural inmenso pintado por el artista Purpulem.

En referencia a este acontecimiento, Antonio Di Monte, uno de sus amigos, fue uno de los que se puso al frente de la cruzada para renovar la casa y contó que ‘‘Tito decidió hace 20 años donar esta casa al club de sus amores, El Tala. Siempre dijimos que se pasó la vida haciendo cosas para los demás, sin ocuparse mucho de él. Cuando nos enteramos de que estaba pasando uno de los peores momentos de su vida por esta complicación de salud, nos propusimos hacer algo por él”. También, afirmó “con orgullo y certeza”, que ese hombre “fue la persona más querida de San Francisco”.

Con un aluvión de emociones encima, tuvo que volver a la residencia donde se internaba, porque necesitaba cuidados intensivos por su salud.

La casa de Tito fue declarada como centro cultural, como aludió Di Monte, respetando aquella decisión de donarla al Albo. Otro gesto admirable.

 

Su despedida

Tito se fue físicamente el 21 de mayo de este año a los 85 años, producto del deterioro de su salud. Los restos fueron velados en su histórica casa.

Previo al sepelio, el cortejo fúnebre pasó por el Colegio San Martín, donde fue despedido por la Banda Lisa institucional, después se hizo lo propio en El Tala y finalmente en el cementerio local.

 

“El maestro de frases”

Meses después de su partida y en vísperas del Día del Maestro, el viernes 9 de septiembre, los amigos de Lamberti y la comunidad educativa dejaron inaugurado un monolito frente al Colegio San Martín, en el que dejó esa huella grande. El mismo fue pensado y encomendado por el grupo Unidos por Tito y realizado por el profesor y artista Damián Bolaño.

Según contaron sus amigos, la idea estaba propuesta para el Día del Amigo, pero como no se llegó con los tiempos, se dio ahora como forma de homenaje a su larga trayectoria en el aporte a la educación.

El acto contó con la presencia de alumnos y docentes, junto a la Banda Lisa de la escuela; por lo que la actual directora, Silvana Romagnoli, consultada por este medio, se refirió a su paso ahí: “Todo lo que dejó, lo que provocó, es lo que nos lleva a homenajearlo. Vamos a tener su memoria viva por siempre, aquí acompañándonos en la escuela”.

“Evoco a Tito como el maestro de frases, que hacía con mucho amor para poder dejar un mensaje. Todas esas frases responden a los valores con los que deberíamos hacer crecer como persona a cada uno de nosotros. Ese es el gran legado que nos deja, una enseñanza en valores”, cerró.

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