El músico santiagueño tocó con su banda, Riendas libres, y literalmente hechizó a la multitud que los fue a escuchar y bailar
Peteco, el hechicero del folclore
Fue en el marco de la Gran Peña Talamochita, en Ribera Vivo, donde se presentaron también Ángela Parodi y Los Shalaku, en una noche que fue perfecta, no solo por la gran cantidad de gente que asistió, los artistas y la temperatura, sino por la magia que le imprimió CarabajalLa noche del sábado, a la vera del río Ctalamochita, en Ribera Vivo, fue una noche especial, casi perfecta, si acaso la perfección fuera posible.
Lo que sí, es que la nueva edición de la Gran Peña Talamochita, se está volviendo un clásico en ese espacio, el cual resulta atractivo por donde se la mire: lindo lugar en la costanera, entrada gratuita y con espectáculos de muy alto calibre que, tomando en cuenta la situación económica actual de la gran cantidad de personas, se agradece que existan.
Y mucho. Muchísimo. Y mientras caía la noche, tras un día de intenso calor, Ribera Vivo se fue llenando, y también fuera de su zona de exclusividad, en donde parejas, amigos y familias se acomodaron con reposeras, mesas, así como con bebida y comida propias, más allá de la que este lugar ofrece y vende muy bien.
Pasadas las 22.30, cuando podía decirse que ya había un lleno, comenzó su presentación Ángela Parodi, demostrando su gran talento, encargada de comenzar a encender el ánimo de la gente con chacareras, zambas y gatos. Después de ella se presentó Shalaku, enormes músicos, de nivel académico, quienes continuaron elevando la temperatura, pero solo en cuanto a emotividad se refiere, porque el clima no podía ser más perfecto, ni frío ni calor, y una brisita que parecía abrazar el alma.
Hechizos musicales
Así se fue haciendo tarde, ya en horas de la madrugada del domingo, pero la gente cada vez más animada, feliz y contenta, con esa creciente expectación que significa ver a uno de los más grandes ídolos del folclore, un gran tipo, que nunca olvida de dónde viene, y de qué lado hay que estar (“del pueblo, siempre”), y quien durante 50 años -los cumple este año- ha hechizado, y siempre para bien, e inclusive para mejor, los escenarios del folclore de toda la Argentina: Peteco Carabajal.
De la nada, sin hacer ruido, subió al escenario con su banda, Riendas Sueltas, integrada por su hijo, Homero Carabajal, su sobrino, Ricky Chazarreta Carabajal y Martina Ulrich. Y sí: juntos son verdaderamente dinamita folclórica. Pero claro, con el hechicero mayor a la cabeza, quien con su manera de tocar el charango, la guitarra, el violín y su voz que pareció llenar todos los resquicios de cada uno de los oídos de todo el público presente, ofreció un recital inolvidable.
Si la música hace magia, lo que se vivió el sábado por la noche con Peteco en la Gran Peña del Talamochita, es algo muy parecido a show mágico. Tocó todos sus clásicos, como “Las manos de mi madre”, “Puente carretero”, “Bailarín de los montes”, “Volveré a Salavina” y “La canción del brujito”, entre otros, incluso algunos covers, por ejemplo, de Gustavo Cerati. Y cómo explicar, o si acaso describir, el acto ritual que fue aquella danza multitudinaria, entre hechicero y hechizados, cuando bajó a violinazo limpio entre la gente, un público fiel, absolutamente entregado, y literalmente hechizado por la música del artista nacido en La Banda, Santiago del Estero.
El resto de la presentación, fue como algo muy parecido a volar, gracias al poder hechizante de una verdadera leyenda viviente, el genial Peteco.
Palabra de Peteco
Tras finalizar el recital, el músico habló en exclusiva con elDiario, dejando definiciones importantes, y fiel a su estilo: “Me siento muy bien, y feliz, porque tenía ganas de volver a Villa María, con los chicos, con Riendas Sueltas, y poder tener un encuentro tranquilo, sin muchas presiones y disfrutar con la gente.?Y ha salido todo como me lo imaginé”.
Consultado sobre la fuerza de su música, con perfil de resistencia, y de su presencia casi chamánica, como la del hechicero musical que de pronto parecía ser, en el marco de una realidad difícil para la mayoría de la gente, señaló lo siguiente: “Es posible que sea así, otra gente me lo ha dicho, y yo también lo veo, y lo siento y lo analizo. A?mí me gusta tener en mis recitales bien presente la historia de nuestro pueblo, del país, política y socialmente, y espiritualmente también, lo que siente un pueblo. Lamentablemente en los últimos tiempos hemos perdido ese contacto con el amor, con ver al otro primero, o verlo siempre.
Hoy trabajo siempre y decididamente en esa dirección, pero sin alardear de eso.?Mi música tiene que ver con un verdadero trabajo de conocimiento, profundidad y verdad. Y en este momento hace falta eso, volver a valores humanos y verdaderos, que están siendo dejados de lado. Creo que la pandemia ha sido un causante fuerte de todo esto. Parecería que todo fue planeado, y por lo cual han surgido estas fuerzas de ultraderecha, no como las que conocíamos, sino creando a este personaje, el ‘loco’, el impredecible, el que no se lo puede agarrar, el que es capaz de hacer cualquier cosa, al que se le acepta todo, algo que con un economista o político normal le hubieran podido dejar hacer”, expresó.
Indicó, siendo crítico de la situación actual del país y del gobierno, que “ha sido fundamental el gran manejo de la comunicación a través de las redes sociales, y por lo cual vivimos esta durísima realidad. Y la música, en este sentido, más que un escape, es una herramienta de resistencia, una forma de vida, una forma de ver las cosas, del trabajo de autoría.?Antes siempre me hablaban de la música, y ahora, en los últimos tiempos la gente me recalca lo de mis letras, ven más al poeta que al músico. Y esto trato de trabajarlo fuerte conmigo, hasta el punto de cuestionarme a mí mismo. Incluso cuestionar a un Dios que nos ha cargado de miedos y culpas, y yo ya no voy a apoyar más a esa simplicidad. Yo quiero ir más allá. Pero, sin ego, y que solo alimento sobre el escenario”.