Por amor al arte... Opiniones que ayudan a conocer la realidad de muchos de nuestros artistas

Vivir de la música, más allá del escenario

En conversación con referentes de la escena musical, nos adentramos en sus historias para conocer cómo consiguen unir su pasión con la necesidad de conseguir el sustento diario
miércoles, 25 de septiembre de 2024 · 07:00

Escriben: Paloma Ferradans - María Luz Culasso Alumnas de la UNVM, para elDiario

 

Carlino Dutto forma parte de Coral Caraza, la banda villamariense de funk, pop e indie, cuyos orígenes se remontan a una convivencia entre las dos voces principales: Amparo y Lourdes. “Vivir de la música es algo difícil, pero no imposible”, afirmó Dutto, aunque aclaró que no es su caso: “En la banda hay cuatro integrantes que solo se dedican a la música”. Mientras que de los dos restantes, Lourdes trabaja en el negocio familiar y Carlino es carpintero.

Johny Ferreyra es saxofonista e integrante de Radical Roots y Redemption Dub, dos bandas villamarienses de música jamaiquina. Define a la escena musical de la ciudad como “subdesarrollada” y coincide en que es difícil vivir de la música, pero no imposible. “Algunos miembros lo consiguen, por ejemplo los que son docentes. Cuando digo viven no significa cómodamente y otros, como yo, hacemos otras actividades relacionadas a emprendimientos personales como las ventas o servicios”, afirmó Ferreyra. Sin embargo, aseguró no conocer a nadie que viva “cómodamente” de la música en su entorno.

 

“Siempre es difícil...”

Uriel Ortega Fantin, bajista de la banda Edison Tesla, consideró que “vivir de la música o de cualquier cosa qe conlleve el arte siempre es difícil, es incómodo, es lo que te saca de tu zona de confort”. Habló también de las diferentes realidades a la hora afrontar la vida para quienes quieren dedicarse a la música: “Está la dicha de quien tiene una espalda económica de parte familiar y puede vivir del arte sin preocupaciones, está el que tiene la fortuna de tener ciertos contactos que te ayudan a estar en un movimiento constante y después está la realidad de quien no tiene la espalda económica ni los contactos; ahí es donde suele costar mucho más lograr vivir del arte, aunque la satisfacción siempre será mayor”. Fuera del ámbito musical de la banda, uno es repartidor de un servicio de paquetería, otro es farmacéutico y otro es boletero.

Sol Giordano actualmente trabaja como compositora para una productora de cuarteto de Córdoba. “A mí me pasó mucho que cuando pensaba en vivir de la música tenía una idea muy reducida, que tenía que ver con pegarla y ser una megaestrella… Creciendo me di cuenta de que hay mil maneras de vivir de la música, que no solo es desde ese lugar”,  apuntó.  Aunque en sus inicios se lanzó al mundo como solista, hoy se dedica plenamente a una arista importante de la música como lo es la composición y puso su carrera en pausa.

 

Ninguno pudo dedicarse totalmente a tocar...

Javier Páez, hasta hace poco más de un año, fue parte de Los Miedos y hoy aspira a formar una nueva banda. En su cotidianeidad brinda talleres literarios de la Municipalidad y de la Fundación Ciclo y coordina Cuenta Conmigo, el Club de Lectura de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia, en cuyo instituto secundario da clases de Lengua y Literatura.

Páez afirmó que, en todas las bandas en las que participó, cada uno de los integrantes ha tenido trabajos de diverso tipo y ninguno pudo dedicarse totalmente a tocar.

Respecto a si se puede vivir de la música en Villa María, señaló: “Lo veo difícil, más aún con la situación económica actual y sobre todo con un Gobierno nacional que desvaloriza el arte en general, de forma constante”. Puso énfasis en que sería necesario una “mayor estructura para que el músico pueda desarrollarse en plenitud”.

Pablo Cordero es músico, docente, cantante y productor. A pesar de tener una academia de canto, no vive de dar clases. Confió que la mayor parte de sus ingresos tienen que ver con las producciones. Pablo no toca en vivo, pero compone para otros artistas.

 

“En este momento es complejo vivir de tocar en escenario...”

Con respecto a si Villa María permite vivir de tocar música, aseveró que “es cíclico” y que pocos bares de la ciudad realizan espectáculos del rubro.“El resto son eventos que tienen que ver con el área de Cultura, en la que incluyen muchas bandas y la paga nunca es tan buena como sería la de un privado si se quiere, o como sería si los músicos vendieran sus entradas”. Finalmente, expresó: “En este momento es complejo vivir de tocar en escenario, se puede vivir dando clases, se puede vivir haciendo otras cosas, sesionando o grabando para otros artistas, como también entrenando a otros artistas”.

 

Todos los integrantes del proyecto tienen trabajos paralelos

Daiana Cativelli, del grupo Arrasa como Topadora, relató que el proyecto surgió en la Universidad Nacional de Villa María en el año 2012, cuando decidieron presentarse con una cumbia colombiana a una audición de una de las materias.

Originalmente, la banda estaba conformada por ocho mujeres y en la actualidad es un grupo mixto, con 12 integrantes. A pesar de que realizan presentaciones con mucha frecuencia, todos los integrantes del proyecto tienen trabajos paralelos, algunos relacionados a la música y a la docencia, a excepción de una de ellas que trabaja en un banco.

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Hay un punto en común que une todos estos relatos además de la devoción por la música. Estos artistas, seguramente como muchos otros, aún no logran vivir de presentarse sobre escenarios. Sin embargo, consiguen insertar la pasión en su vida cotidiana, cambiando de a ratos pentagramas por planillas, cuerdas por alambres y baquetas por tizas…

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