Día de la Madre - Patricia, madre de siete hijos y abuela de cinco nietos

El desafío de estar presente a pesar de las adversidades

Lijando muebles, barriendo calles o “con changas”, la joven mujer siempre trató de darle lo mejor a sus hijos y de estar cuando la necesiten. Con incertidumbre porque hoy tal vez aquella mesa multitudinaria no pueda repetirse, valora ser madre, amiga y también hermana de sus hijos
domingo, 18 de octubre de 2020 · 08:00

Sin dudas hoy las emociones, tal como en el caso de todas las madres estarán a flor de piel. En la búsqueda constante de visibilizar el sacrificio y la entrega, y queriendo reunir (de cierto a modo) a todas en una sola, Patricia Castro, madre de siete hijos y abuela de cinco, dialogó con El Diario para narrar una historia de superación que se sigue sosteniendo pese al paso del tiempo.

Con la alegría en su voz, ya que hace horas su hija Florencia dio a luz trillizos en el Sanatorio de la Cañada de nuestra ciudad, la mujer enumeró las vicisitudes que tuvo que atravesar hasta el día de hoy.

Si bien ella y todos sus hijos son de Colazo, hay un nexo muy fuerte que los mantiene conectados con nuestra ciudad, ya que una de sus hermanas, Carolina, quien quiere también a sus hijos como propios, vive en Villa María. También su hijo Alexis o la misma Florencia, estudió hasta hace poco tiempo Administración de Empresas en la UNVM.

“Mis hijos son cinco mujeres y dos varones: Alexis, el más grande tiene 26; Gisela de 25, Ezequiel, 24, Milagros, 23; Florencia, 19; Jazmín, 18 y Lucía de 13”.

Recordando la infancia, y aquel hogar que estuvo poblado todo el tiempo, y en cual tuvo pocas horas de silencio y soledad, comentó: “Me acuerdo que cuando había que hacerles la leche, en un momento eran hacer cuatro mamaderas a la vez”. 

“Por suerte tenemos una relación muy unida con ellos. Si yo no estoy en algún lado, ahí nomás me llaman o van directamente a casa. Los domingos siempre nos juntamos a comer y siempre fue algo hermoso”.

“Con Alexis en Villa María, Gisela, Jazmín, Ezequiel y Milagros en Oliva, ahora yo estoy con Lucía y Florencia (la mamá de las tres pequeñas recién nacidas) que se van a quedar en casa, ya está decidido”. 

 

Cuestión de cuarentena

Respecto al aislamiento preventivo y obligatorio frente a la pandemia de Covid-19 los hábitos debieron cambiarse de una manera drástica y seguramente inquietante para alguien que está acostumbrada al contacto.

En esa dirección, aseguró haber atravesado un contexto angustioso. “La verdad es que lo  pasé muy mal. Pero siempre tuve la contención de ellos, mis hijos. Nos hablábamos por teléfono, hacíamos videollamadas y también tenemos un WhatsApp familiar.  Soy su madre, su hermana y también su amiga. Eso sí, existe el respeto, saben que soy su madre, pero también soy todo en uno”.

 

La llegada de las tres pequeñas

La llegada de sus últimas nietas, las trillizas Francisca, Olivia y Emma, hijas de Florencia y Juan Ignacio Bessone, comentó que le tocó vivir el proceso en carne propia y secundarla a cada momento en el período de gestación.

“La acompañé todo el tiempo, pero sin querer meterme más de lo que debía. Recuerdo que al enterarme no lo tomé bien porque tenía que dejar sus estudios”.

“Ella, al ser paciente de riesgo teníamos todos los cuidados en casa, se iba en remís a hacerse las ecografías a Oliva y, cuando me enteré de las trillizas, yo en casa le pregunté y llorando, finalmente me confirmó: son tres”.

“Pero todo fue bien. La pude acompañar mientras las doctoras me hablaban de la importancia del reposo, de que se tenía que cuidar y yo estuve encima de ella. Fui parte del embarazo también como lo fui con mi primer nieto. En el caso de mi segunda nieta, la hija de Ezequiel, fue distinto”.

 

Presente

Al momento de referirse a ella misma, en su rol de madre, la joven mujer apuntó: “Siempre fui una madre presente. En lo que pueda ayudarles yo los ayudo y cuando pueda estar yo estoy. Por ahí siento no haber podido acompañar a Florencia todas las veces al médico por este tema del Covid-19”.

“Me he sacrificado mucho por mis hijos y no me arrepiento. Cuando me separé los seis chicos se quedaron quedaban conmigo. Yo no trabajaba hasta aquel momento porque me dedicaba a ellos”.

“Estuve dos años sola y ellos eran chiquitos. Jazmín tenía 1  año, Florencia 2 y seguían con pañales y con leche. Tuve que hacer changas para comprar la comida y el tema de la ropa. Por suerte también había gente buena que me ayudaba y también se fueron heredando las prendas”.

En cuanto a la tarea laboral para poner los siete platos sobre la mesa (sumando el de ella), recordó: “Limpié casas hasta que conocí a mi marido actual, que con él estuve un año viviendo y nos radicamos en Colazo; siempre me ayudaron todos en casa, incluso él”.

“Pero un sueldo para todos no daba. Entonces decidí trabajar, primero barriendo calles para el municipio o limpiando casas. Siempre tuve los brazos y piernas, entonces podía salir adelante.

“Entré a una fábrica de muebles donde estuve tres años y después dejé porque me había cansado. Trabajaba lijando los muebles. Paré, estuve dos meses sin trabajar y después me fueron a buscar de otra fábrica donde estoy ahora, que ya van a hacer seis años y no pienso abandonar”.

Recordando a su madre, y con un nudo de angustia en su garganta, recordó: “Van a hacer cinco años el próximo 18 de febrero que ella falleció. Una muy buena persona, madre también de siete hijos (dos varones y cinco mujeres). Me ayudó muchísimo y la recuerdo con tristeza, pero con alegría”, cerró.

Hoy la situación será distinta y las distancias, aquellas a las que no está acostumbrada, deberán subrayarse. Pero de una u otra forma, tal como siempre lo hizo, estará presente. 

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