Caritas Felices, de barrio La Calera

Un subsidio estatal pobre y una demanda creciente en un comedor

El espacio llega a 11 años de vida con dificultades. Cerca de 80 niños y niñas comen a diario en el lugar. El Estado local le da 30 mil pesos, que alcanzan para muy poco
viernes, 26 de mayo de 2023 · 08:30

El comedor comunitario Caritas Felices cumple 11 años y, si bien se celebra la comunidad y la solidaridad, se atraviesa un momento de tristeza y preocupación.

Es que la plata no alcanza, la comida es cada vez más cara y la necesidad, mayor.

A este espacio de calle Juárez Celman 842, a media cuadra de las vías del ferrocarril, en barrio La Calera, asisten de lunes a viernes 80 niños y niñas a cenar.

Es una gran cantidad de pequeños de las cuadras aledañas, que a diario son recibidos por Marisa Sánchez y otras mujeres vecinas que desde hace años asumen un compromiso cotidiano, marcado por dar respuestas a la necesidad de alimentación.

Marisa está angustiada, porque viene solicitando un incremento de 10 mil pesos en el subsidio mensual que le otorga el municipio, y la suba no llega. Otra vez recibió el cheque de 30 mil pesos, un monto que queda muy corto en relación con la demanda y a los costos de todo lo que se requiere.

“Quieren que pague luz, agua, gas y que compre comida. Nos dan 30 mil para que le dé de comer a 80 pibes”, contó molesta.

Marisa venía esperando el pago del mes con un incremento que ha estado solicitando con todos los argumentos necesarios.

“Es mucho lo que se requiere. Son 5 días a la semana, para 80 pibes, no es que estamos dando de comer una vez por semana como hacen los otros comedores. Estamos de lunes a viernes. Con la carne, gracias a la gente, gracias a Dios, la estamos piloteando bien, pero con el pan y la  mercadería no”, describió la referente barrial.

“Con esos 10 mil pesos que pedimos, ¿me alcanza para el pan? Tengo 2.500 pesos por semana de pan. En cuatro semanas son 10 mil pesos. No estoy pidiendo millones”, graficó.

 

La mercadería necesaria todos los días

En diálogo con El Diario, continuó con los ejemplos. “Estamos poniendo de 13 a 14 paquetes de fideos por noche, más o menos 8 o 9 kilos de arroz y la misma cantidad de polenta.  De carne se ponen cinco kilos, seis, siete kilos, depende de la cantidad que nos donen, pero siempre de cinco kilos para arriba, porque son tres ollas grandes las que estamos haciendo de comida”, precisó.

“Lo del pan es todo un tema. Estoy comprando dos kilos de pan porque no me alcanza para más, son diez mil pesos al mes. Los otros días un colaborador trajo cuatro kilos y me dijo: Marisa, te dejo para hoy y mañana. La chica que lo cortó no se dio cuenta, empezó a servir y se comieron los cuatro kilos ese día”, explicó.

“Si vos les das más, ellos comen más porque hay hambre. Es la realidad, es lo que estamos viviendo”, comentó.

En cuanto a la verdura, señaló que se sirve de acuerdo a lo que les donan desde el Mercado de Abasto, desde donde siempre ayudaron los Felipe. “De cebolla, son cuatro o cinco kilos  y más o menos dos kilos de zanahoria por día. Ponemos papas y toda la cantidad de condimentos que nos donan”.

En estos momentos, hacen muchas salsas. “No podemos hacer otra cosa, porque está muy caro el huevo, a veces podríamos hacer hamburguesas, pero no contamos con el pan rallado, no contamos con huevos y no tenemos plata, porque para todo eso se necesita plata”, declaró.

 

“Me duele”

Cuando el miércoles fue hasta el Palacio Municipal a buscar el cheque del subsidio, y en vez de los 40 mil que esperaba se encontró con 30 mil, Marisa enmudeció.

“Lo primero que hice es mirar la cantidad. Me duele, me molesta”, confió a este diario.

Así, en este contexto, es que en pocos días se celebrarán los 11 años del comedor, nacido de la necesidad y de la solidaridad. Ha pasado más de una década y nunca se pudo dar pasos hacia el objetivo que Marisa y la primera camada de personas se habían propuesto: que sea solo un espacio momentáneo, para dar abrigo a la necesidad del momento, y que luego se transformara en un lugar de talleres y de contención.

No ha sido posible, porque la necesidad de dar de comer a diario permanece.

 

El viernes próximo - Se necesita todo para el festejo

El viernes próximo se celebrarán 11 años del Caritas Felices, uno de los espacios comunitarios más importantes de la ciudad.

Su cara visible y responsable, Marisa Sánchez, llamó a la solidaridad de la gente para conseguir gaseosas o jugos, snacks, golosinas, globos, adornos y todo lo que pueda ser útil para un festejo, al que asistirán los niños y las niñas que diariamente comen en el lugar, en barrio La Calera.

También se contará con la presencia de quienes colaboran directa o indirectamente. Por lo general, en cada encuentro anual asistió el intendente Martín Gill y otros funcionarios. Marisa, Luisa Cabrera y Silvia Clot han sido las impulsoras del emprendimiento solidario, once años atrás. Las tres vecinas tomaron nota de la necesidad de la niñez y pasaron a los hechos.

Luego recibieron el impulso y el acompañamiento de Tito Godoy y Fabián Bizzarri, entre otras personas.

El espacio continúa en calle Juárez Celman, a media cuadra de las vías.

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