Entrevista con una de las personas que más sabe de la causa y que este año formó parte del grupo de docentes de la Universidad Nacional de Villa María que viajó al archipiélago austral

Con el profesor Pablo Wehbe, a fondo por las Islas Malvinas

Este viernes se cumplirán 42 años del final de la Guerra del Atlántico Sur. La historia y las razones de Argentina para seguir reclamando esa parte de su territorio
martes, 11 de junio de 2024 · 08:38
 Aquel viaje dejó marcado a los profesionales de la UNVM

-A propósito del 14 de junio, quiero consultarle si ganar una guerra otorga al vencedor derechos sobre el territorio en disputa.

-El Derecho Internacional Público surge en la Europa central hace varios siglos y, en realidad, la característica de este derecho eurocéntrico es el de un conjunto de normas que, precisamente, privilegiaban los derechos de las potencias colonialistas imperialistas. Ello, junto a una particular concepción de la Humanidad, en la que solo tenían almas aquellos que hablaban lenguas derivadas del latín y los bárbaros, aquellos habitantes del Norte de Europa -a los que podríamos señalar como prusianos o alemanes-, les daba a las mismas potencias el derecho a la propiedad. Por lo tanto, todos aquellos que, aunque tuvieran parecidos con el género humano, pero que no eran considerados tales, me refiero a los africanos y a los pueblos originarios de América, no tenían derecho a la propiedad. De esta manera, el uso de la fuerza por uso de las potencias imperialistas se transformó en una herramienta legitimadora del derecho de propiedad. Las principales potencias navieras de fines de la Edad Media, Inglaterra, España, Portugal, lo que hoy conocemos como Holanda, Francia..., se pusieron a navegar, a descubrir territorios inexplorados y apropiarse de ellos. Eso hizo que casi no se discutiera en la modernidad que América estuviese prácticamente dividida entre España y Portugal, y los que luego se sumaron, Inglaterra y Francia. Y si vemos las fronteras de África, observamos que jamás se tuvo en cuenta a sus pueblos originarios, sino que todo se hizo a conveniencia política de los europeos. Y, en América, los países que luego se fueron independizando, no lo hicieron teniendo en cuenta los asentamientos originarios, sino también las divisiones políticas que habían hecho los europeos. Ya en fines del siglo XIX, el derecho a propiedad en base al uso de la fuerza militar comenzó a ser discutido. Y en el siglo XX, es importante ver que ya está limitado y cuestionado en la Sociedad de Naciones en 1919. Es fundamental, en 1929, el Pacto Briand-Kellogg, entre Estados Unidos y Francia, en el que se renuncia a la guerra como forma legítima de adquisición de derechos. Esto es perfeccionado luego por la Organización de Naciones Unidas, donde se condena la guerra de agresión, la amenaza del uso de la fuerza y el uso mismo de la fuerza en contra de la integridad territorial de cualquier otro país. Por lo tanto, hoy, el uso de la fuerza o la victoria en una guerra, de ninguna manera significa confirmar derechos o ganarlos.

“Cinco potencias, solo cinco, son las que tienen total impunidad en el mundo: la Federación Rusa, China, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia”. 

-¿Por qué una potencia como Gran Bretaña no acata la resolución de la ONU que insta al diálogo entre ambas partes?

-Forma parte de la doble moral y de la hipocresía del sistema internacional. Porque la ONU, en el artículo 1, inciso 1º, dice que busca mantener la paz y la seguridad internacionales. Cuando uno busca en la Carta de la ONU dónde está especificado eso, hay que ir al Consejo de Seguridad, que tiene un complejo sistema de votación. Veamos: se puede decir que alguien ha sido agresor y, a partir de ello, ir al Capítulo 7º de la Carta de la ONU, que da derecho a la sociedad internacional a atacar a quien ha sido agresor. Recordemos que en esa Carta la guerra está vedada como forma legítima de solucionar los conflictos, salvo si es como recurso a la legítima defensa y cuando la propia Organización lo utiliza, porque la Carta entiende que cuando el Consejo de Seguridad toma una decisión en contra de alguien, está haciéndolo en nombre de todos los integrantes de la ONU. Entonces, está todo armado para justificar que cinco potencias, solo cinco, son las que tienen total impunidad en el mundo: la Federación Rusa, China, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia que, con tan solo levantar su mano indicando un rechazo a algún proyecto, aunque la votación salga 14 a 1, si ese único voto es de alguna de estas cinco potencias, la resolución queda vetada. Y como Gran Bretaña es uno de los cinco que tiene derecho de veto, utiliza su doble moral, esa que la lleva a unirse a Estados Unidos en los cuestionamientos a los derechos humanos que hace a terceros países o a la apropiación de territorio que hace algún otro país, como por ejemplo el Irak de Sadam Husein a Kuwait, o unirse a Estados Unidos en contra del talibán, en Afganistán, o para ir en contra del mismo Sadam Husein... Pero, cuando son los intereses británicos los que están en juego, Gran Bretaña, ignora olímpicamente la Asamblea General, porque nadie puede lograr una condena en su contra como país agresor (el incumplimiento de las normas internacionales es una forma de agresión), ya que levantaría su mano y lo rechazaría. Porque lo único que le interesa es defender los intereses británicos allí donde se encuentren, sea en las islas británicas, sea en Asia, sea en el Atlántico Sur, sea en la Antártida...

“El uso de la fuerza o la victoria en una guerra, de ninguna manera significa confirmar derechos o ganarlos”.

-¿Cuáles son los hechos históricos, las cuestiones geográficas..., que sustentan el reclamo de Argentina por la soberanía sobre Malvinas?

-El descubrimiento de las islas no fue por Gran Bretaña. En la propia página del Foreign Office, Gran Bretaña reconoce que habrían sido avistadas por John Davies en 1593. El problema es que en 1520 ya habían sido avistadas por españoles, por un desertor de la misión de Magallanes. Pero hay otro elemento más: si se pone en discusión que los españoles la avistaron antes, los propios británicos reconocen en un manual militar inglés que se debe dar crédito a los portugueses de haberlas avistado. En realidad, se están refiriendo a un cartógrafo portugués, Diego Ribeiro, quien, en 1533, en una cartografía al servicio de la monarquía española, dibuja las islas. Es decir, los propios militares ingleses, en un estudio del Instituto Militar Inglés, reconocen que 60 años antes de lo que dice el Foreign Office, los portugueses ya las habían avistado. El problema para el Reino Unido es que el portugués trabajaba para la corona española y, por lo tanto, esa corona era la propietaria de las islas. Si avanzamos, tenemos que el poblamiento de las islas y la designación de gobernadores por parte de España comienza en 1766.

-Hasta hubo un desembarco francés en las islas...

-Sí, claro. Si los ingleses dicen que las poblaron primero, van a tener que discutir con los franceses. Ya que cuando ellos van a una isla que está al norte de Gran Malvinas, donde establecen solamente un fuerte militar, que para el derecho internacional no implica voluntad de apropiación soberana ni de permanencia, los franceses ya habían desembarcado en la Isla Soledad. Precisamente, de ahí viene el nombre con el que las llamamos. Porque como habían partido del puerto de Saint- Malo, y a los que habita en torno a ese puerto se les llama les malouines, las palabras luego se castellanizaron como Las Malvinas. Cuando España se entera de que Francia ha desembarcado, plantea una protesta y Francia reconoce el derecho español y pide disculpas, todo documentado en la época, incluida una indemnización española por la inversión que Francia había hecho. Lo concreto es que los británicos no fueron los que las descubrieron; segundo, no fueron los primeros que las poblaron; tercero, no fueron quienes expandieron el dominio cuando estuvieron allí; cuarto, hicieron abandono voluntario. A partir de ahí, España nombra más de 20 gobernadores, hasta que se produce la Independencia de las Provincias Unidas y ese acto genera que, a partir de 1820, la Confederación Argentina o Argentina comience a designar gobernadores ante el silencio inglés. Pero hay algo más grave que mata a los ingleses, y es que cuando en 1825 se firma el Tratado de Paz y Comercio, por el cual Gran Bretaña reconoce la Independencia Argentina, Gran Bretaña no hace reserva de soberanía. Por lo tanto, por la vía del silencio está aceptando la soberanía de Argentina, es decir, que la Argentina era heredera, acreedora y poseedora de lo que de España había sido. Esto es determinante en el Derecho Internacional Público. El silencio genera derechos. Pero vamos a sumar algo más. En 1829, Argentina designa a Luis Elías Vernet con facultades de poblar, gobernar y cobrar impuestos a los buques que pesquen en la región. En 1831, cuando Vernet ordena detener tres buques norteamericanos, Estados Unidos envía desde Montevideo la Fragata Lexiton, que bombardea la capital de las islas. Gran Bretaña mantiene otra vez silencio frente a ese ataque norteamericano a la capital de las islas. Luego, cuando quienes vivían en Malvinas van a la Justicia estadounidense a litigar porque en el bombardeo les habían destruido los galpones y otros bienes, les dicen que tiene que ir a la Justicia argentina, porque esas islas son argentinas. Otra vez, todo documentado. En 1833, aprovechándose de que las islas estaban prácticamente en un desgobierno, los británicos las ocupan, expulsan a los habitantes y comienzan a llevar a otra gente, concretamente de los dominios que tenían en otras partes del mundo. Esto no fue aceptado jamás por la República Argentina, que desde entonces mantiene su reclamo. Y desde lo geográfico, las Islas forman parte de la placa sudamericana y, por lo tanto, la ocupación británica viola el Principio de Integridad Territorial que está contemplado en la Resolución 1.514 de la ONU, como una de las excepciones al principio de Autodeterminación de los Pueblos. Dice concretamente que no podrá aplicarse ese principio cuando pueda significar la interrupción de la integridad territorial de un Estado. La propia ONU en 1965 dictó la Resolución 2.065, por parte del Comité de Descolonización, que indica que en las Islas existe una situación de colonia, que hay una disputa de soberanía y que a los habitantes de las Islas hay que garantizarles sus intereses y no sus deseos. Es decir, que no se aplica el Derecho de Autodeterminación porque no hay población originaria. En esa ocasión -muy importante también- Gran Bretaña no votó en contra.

-Mientras, actualmente, en las Islas se construye un relato que hace que los isleños no se sientan “implantados”...

-Sí. Desde la escuela primaria se establece un relato mentiroso. Primero, diciendo que las Islas son, geológicamente, parte de África y que a partir del movimiento de las placas tectónicas se fueron moviendo hacia América. Que habitantes de América del Sur iba a las Islas a colaborar con los trabajos campestres (nunca usan la palabra “Argentina”). Y, en realidad, las fotos que se pueden ver en el museo que visitamos con mis colegas de la Universidad, son de gauchos argentinos, con ropajes y elementos propios del campo argentino. Están, efectivamente, creando una mitología nacional, ni siquiera inglesa, sino falklander, como ellos se denominan a sí mismos. De hecho, el sello que te colocan en el pasaporte no dice United Kingdom, sino The Falklnad Island, lo cual es otro indicativo de que están tratando de crearse una identidad; están tratando de crearles una identidad.

-Al tiempo que en Argentina parece crecer el sentimiento nacional hacia Malvinas...

-Sí, es cierto. Después de los gobiernos de la desmalvinización (los de Alfonsín y Menem), hay un retorno de políticas reivindicativas de las Islas Malvinas, San Pedro y Esquivel, mal llamadas Georgias y Sándwich del Sur, y eso fue, además, con el reconocimiento a nuestros veteranos de la guerra de Malvinas, aunque esa reivindicación a veces llegó tarde porque, aunque no hay registros oficiales, podríamos estar hablando de 800 hermanos que se han quitado la vida voluntariamente, que se suman a los 649 caídos en el conflicto bélico. Eso es importante decirlo, porque si bien algunas encuestas dicen que el actual presidente argentino mantiene apoyo ante la opinión pública, aunque decreciente, respecto del tema Malvinas, la sociedad argentina cuestiona mayoritariamente, en amplia mayoría, el silencio actual del Estado argentino ante el avance y las declaraciones que produce el Reino Unido sobre las Islas.

-¿Es recomendable viajar a las Islas, más allá de que al ingresar coloquen un sello en el pasaporte que marca al argentino como extranjero?

-Claro que es recomendable ir a las Islas Malvinas. En el viaje reciente con los directivos y profesores de la UNVM, Gabriel Suárez Fosacecca, Javier Díaz Araujo, Jorge Foa Torres y Mariano Andreis,  nos dimos cuenta de que a los malvinenses les molesta la presencia de los argentinos continentales, por lo tanto, tenemos dos consideraciones: la primera, es que vamos a una provincia argentina y lo que estamos haciendo es un acto de soberanía; y la segunda es que resulta evidente que a ellos les molesta, y si les molesta, es porque saben que su presencia allí es ilegítima.

-¿Alguna precaución que deba tomar el posible viajero?

-Prudencia. Tener presente que los argentinos continentales no somos bien vistos. Evitar cualquier elemento que puedan considerar como una provocación, como imágenes de Messi, de Maradona en la vestimenta, la camiseta misma de la selección y hasta las de Racing o de Atlético Tucumán... Y cuidado a dónde uno entra, como caso de Globe Tavern, un bar totalmente antiargentino, que es el bar al que el general Jeremy Moore había ido a celebrar la victoria sobre las tropas argentinas. Ahí, unos adolescentes nos insultaron hasta que optamos por irnos. También, no acercarse a la base militar, cuyas dimensiones son realmente pornográficas y que, claramente, no está ahí para defender a los malvinenses, sino para garantizar la presencia militar británica por los recursos ictícolas, minerales y la vía hacia la Antártida, respecto de lo que va a ser el conflicto del siglo XXI: los recursos, el agua potable, el suelo fértil, el petróleo, el gas... Aunque, hay que decirlo, no tuvimos problemas con los militares, sino con los civiles... Los malvinenses saben que existe, aunque no está señalizado cómo llegar, el Cementerio Argentino de Darwin, y les molesta enormemente. Darían cualquier cosa por devolver todos los restos al continente y luego arar esa tierra. Les molesta enormemente que esos argentinos estén descansando en suelo argentino y que el Estado y sus familiares entiendan que el lugar de sepultura de un soldado es aquel donde ha caído. Llamativo es que los soldados ingleses caídos en Malvinas, salvo siete u ocho, no estén en las Islas Malvinas, sino en territorio inglés.

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