La importancia de la biblioteca y su mundo

La estación de los libronautas

martes, 15 de abril de 2025 · 08:30

Una estación. Para cualquier viajero, más tarde o más temprano, el mejor lugar para ir es una estación, una terminal, un aeropuerto, un embarcadero, una estación ferroviaria, una  terminal de ómnibus, o de taxis, o de subte. Una terminal donde paradójicamente nada termina porque todo viaje allí comienza, con sus posibles desvíos, combinaciones, paradas y nuevas estaciones, y otros vehículos y así, siempre, en un viaje permanente, en una vacación ilimitada, en una aventura que abre la puerta a otra aventura, y esta, a otra, y así, como en un juego de espejos, más allá del tiempo, más allá de lo que permiten ver los ojos.

Un hombre entra a la estación. Lleva una mochila al hombro y un aire distraído. Se encamina hacia el mostrador donde se distribuyen los boletos -tickets  to ride, dirían Los Beatles- para pasear. Son gratuitos.

Detrás del hombre de la mochila y el aire distraído entra a la estación una chica. Tiene puestas gafas para el sol y ropa muy colorida. Se dirige hacia el mismo mostrador. En bandolera lleva un bolso de tela.

Los observo desde la vereda de enfrente. “¿Adónde irán?”, me pregunto, y me quedo mirando la gruesa puerta vidriada que se cierra ante mis ojos. Más que verlos, ahora los intuyo moviéndose entre el enorme catálogo de destinos posibles a elegir que se encuentra ordenado y dispuesto en varios anaqueles. Hay otras personas adentro. Algunas leen; otras, conversan en voz queda; otras, parecen estudiar o compartir alguna lectura, acaso a la espera de iniciar su propio periplo. 

Ahora entra en la estación una mujer joven con un niño de unos 4 años de la mano; su hijo, posiblemente. “También van de viaje”, pienso. ¿Viajarán juntos? ¿Habrán quedado en encontrarse en la estación, unos con otros? ¿El hombre de la mochila y la chica de las gafas? ¿Cada quién viajará por su cuenta y riesgo? ¿Adónde irán? ¿A Copenhague, a Pekín, a La Rioja, a Buenos Aires, a los Esteros de Iberá? ¿A  las invasiones inglesas, a la Segunda Guerra Mundial, al Sahara? ¿Serán beduinos en las Mil y una Noches? ¿Víctimas de un asesino serial en Manhattan? ¿Amantes en Verona? ¿Conspiradores en Dinamarca? ¿Incas, aztecas? ¿Replicantes en 2179? ¿Discutirán con Marx? ¿Coincidirán con Baruch Spinoza? ¿Recorrerán la Vía Láctea?

Ya salen; primero, la chica del bolso de tela y las gafas para el sol. Después, la mujer con el pibe de la mano. Parece muy entusiasmado. Y tras ellos, el hombre, con su mochila a cuestas.  Todos parecen haber elegido ya cuál será su próximo destino, su próxima parada, su próxima aventura.

Me decido y entro yo también a la estación. Los tickets -boletos para viajar- son gratuitos. Me arrimo al mostrador de esta estación que es aeropuerto, embarcadero, estación ferroviaria, terminal de ómnibus, o de taxis, o de subte,  donde paradójicamente nada termina porque todo viaje allí comienza. Me atiende una de las dependientas. Estoy en la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno, en el Parque de la Vida -Sabattini 40 -,  que tiene otra terminal en el Centro Comunitario de Inclusión Integral, en Alvear 2450-. Y ahí me entero de que hay aproximadamente 35.000 viajeros, o lectores, o libronautas registrados en esa estación, que tienen carné y peregrinan por el mundo y por la historia, y por la Vía Láctea, y por la Imaginación con mayúscula. Y de yapa, gratis.

En la Biblioteca hay 64.647 libros en el sector destinado a público mayor de 12 años. En tanto, la sala infantil Edith Vera tiene un total de 11.622 ejemplares. Y gratis.

Claro que siempre que se dice gratis, y que, efectivamente, a tantos viajeros, o lectores, les resulta gratis, lo gratis no es gratis, gratis, lo que se dice gratis, gratuitamente. No. Alguien, siempre, algún esfuerzo hace. Y ahí es donde aparecen los solidarios empedernidos, los quijotes de acá a la vuelta, los anónimos indispensables, que conforman la Asociación Comunitaria Biblioteca Mariano Moreno, simples lectores, libronautas, como vos o como yo,  que quieren hacer voluntariamente un aporte para contribuir a la compra de libros y actividades culturales.

Actualmente, son 3.068 los socios que realizan aportes por un valor mensual de $500, o anual de $6.000.

Con ese aporte, la Biblioteca renueva y nutre la colección con novedades literarias. ¿Nos sumamos?

En el último año se sumaron, aproximadamente, 1.200 nuevos ejemplares, de los cuales 320 fueron adquiridos en la Feria del Libro 2024 con aportes de la Asociación, de la Municipalidad y del programa Libros%, de Conabip.

Para cualquier viajero, más tarde o más temprano, el mejor lugar es una estación, una terminal. Un aeropuerto, un embarcadero, una estación ferroviaria, una  terminal de ómnibus, o de taxis, o de subte. En Villa María hay una, de lujo. Y ojo, que eso no pasa en todas las ciudades del país; y si me apuran, del mundo. Eso lo atestiguan libronautas de allende los mares, y de por acá cerca también. 

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