Facundo Díaz - El flamante presidente de la UCR Circuito Villa María habló sobre el partido y la actualidad
Sangre nueva de cara al futuro
Amable e inteligente, con una visión clara de unidad al interior del partido que hoy le toca liderar a nivel local, Díaz es un cuadro que abraza las ideas de Yrigoyen y Alfonsín, siempre por el respeto a la Constitución, las instituciones y la justicia socialEn un país donde la polarización casi siempre ha llevado la batuta, no sería muy raro saber que Facundo Díaz (35), recién electo presidente de la UCR Circuito Villa María, ha vivido en una familia donde no había una sola visión o preferencia política, por lo que se puede afirmar que nació y creció en un seno verdaderamente democrático. Es más, confiesa, entre risas, que en su familia “hay varios peronistas”. Pero a él siempre le gustaron los postulados del radicalismo, “sobre todo los de Yrigoyen y el de Alfonsín”.
Aunque nació y vivió la mayor parte de su vida en Villa María, como su papá es ingeniero agrónomo y trabajaba para el INTA y en la producción del maní, vivió de niño unos años en General Cabrera. De hecho, además de su militancia política, trabaja en ese sector, además de ser asesor del concejal Felipe Botta. Estudió la mayor parte del colegio en el San Antonio y el secundario en el Nacional. Luego cursó abogacía, aunque no terminó, y ahora estudia el profesorado de Historia en el Instituto del Rosario.
Es el menor de dos hermanos, está en pareja con Valeria y tiene una hija de un año, Antonia. Y ahora, además de su familia, su prioridad en el mundo de la política es dirigir las riendas del radicalismo local de cara al futuro, en un contexto difícil y complejo, con la idea de volver a unir a la militancia de un partido centenario y una gran historia. Es decir: tiene un desafío político muy importante por delante que no tiene miedo de enfrentar, confiado en lograr el objetivo
-Facundo, ¿cómo llegó la política a tu vida, se vivía en tu casa todo el tiempo?
-No. Si bien siempre se habló de política y era un tema siempre presente, tampoco es que había una afiliación partidaria muy definida. Incluso tengo varios familiares con más afinidad peronista que radical. Pero creo que cuando estudié derecho, que no me gustaba mucho en sí, aunque me encantaban las ciencias sociales, la filosofía, la historia, y obviamente y sobre todo la política, se me cruzó el radicalismo.
-¿Cómo fue que te decidiste a ser radical y más en un ambiente familiar más peronista?
-A mí siempre me gustó la militancia política. Ya en el colegio secundario participé en los centros de estudiantes y fui concejal estudiantil en representación del Colegio Nacional. Pero yo me afilié a la UCR un poco después, ya estudiando derecho, a los 20 años.
-¿Qué te movió a ser radical, qué cosas del partido gustaron?
-Después de leer mucho sobre sus orígenes e historia, me sentí identificado principalmente con sus valores, que conjugan el respeto por las instituciones, a la democracia, la vigencia de la ley, y también la cuestión de justicia social, marcada sobre todo por Yrigoyen, y acá en Córdoba con Sabattini, con un rol marcado del Estado, sin ser intervencionista, pero sí que la gente tenga un acceso generalizado a la educación, a la salud y a oportunidades para poder progresar, conviviendo con el respeto de las libertades individuales. Y es acá donde choco con el justicialismo, aunque con el peronismo comparto todo lo que tiene que ver con la justicia social, con todo el acceso que miles de personas tuvieron sobre derechos laborales, vivienda y educación, pero difiero en cuanto a la libertad de expresión, y hablo del primer peronismo, sobre todo en lo referido a esa educación un tanto partidista y doctrinaria. Yo me siento un socialdemócrata.
-¿Cómo ha sido tu camino a través del radicalismo?
-Cuando arranqué a miliar estábamos justo en un cambio de autoridades, y participé en la lista del Departamento General San Martín, cuando Hugo Tartaglia lideraba. Inicié con Alfredo Nigro y con Felipe Botta, que somos de la misma generación. Con ellos fui aprendiendo cómo era la vida partidaria. Luego, fui presidente de la juventud radical del departamento y más adelante de la juventud radical de Villa María. Luego, después de los 30, que ya no podés ser parte de la juventud radical, porque uno ya es viejo (risas), integré la lista de Cecilia Fernández como vicepresidente del Circuito Villa María, lugar en donde estuve hace unas semanas. Y ahora ya estoy como presidente.
-¿Y te dedicas de lleno a la política o trabajás en algo más para vivir?
-La presidencia es ad honorem, y trabajo como asesor de Felipe Botta. Igual, para poder vivir y mantener a mi familia también trabajo particularmente relacionado a lo de mi viejo, al agro y al tema del maní, pero en la parte más del comercio exterior. La gente piensa que muchos de nosotros vivimos de la política, y no es así. Yo percibo un sueldo como asesor, con lo que es imposible llegar a fin de mes. Yo en el Concejo Deliberante comencé a trabajar con Luis Caroni, con quien estuve cuatro años, y cuando asumió Felipe, al ya saber cómo funcionaba el tema legislativo, me pidió trabajar con él.
-¿Y cómo ves tu papel como presidente del Circuito Villa María, hacia dónde va hoy el partido a nivel local?
-Nosotros planteamos algunos objetivos. El primero de todos es intentar unir más al partido, sabemos que hay muchos radicales que no están participando o lo hacen fuera de la estructura partidaria. Queremos volver a generar una comunidad radical, y hacerlo puertas afuera, no haciendo política adentro del comité, sino recorriendo el territorio. Villa María tiene una gran historia radical, y sigue habiendo mucha militancia y una estructura importante, y precisamente las nuevas generaciones venimos a preservar y hacer eco de ese legado. También queremos generar vínculo con toda la sociedad, instituciones centros, centros vecinales y cooperativas. La idea es que el radicalismo tenga vocación de poder. Y ligado a todo esto, la idea es generar propuestas de gobierno de acá a las próximas elecciones, y si no se logra ganar el poder, por lo menos dejar una base con un diagnóstico sólido, algo que hemos hecho mucho a través de la Fundación Villa María Futura con Felipe Botta, con temas de educación y discapacidad, entre otros. Hay gente que se siente más cómoda aportando desde ahí que desde lo partidario.
-¿Y seguirán en alianzas como las que tuvieron con Juntos por el Cambio, donde el radicalismo quedó siempre en un segundo plano, sin toma real de decisiones?
-Yo creo que la realidad nacional dejó a todos los distritos en una situación medio difícil de definir. Esa ruptura a nivel país que se concreta con Macri y con Bullrich acompañando a Milei, no es tan así en el interior. No bastante los malos resultados nacionales, a nivel gobernadores radicales fueron buenos. Creo que se puede ir en alianza, pero primero hay que fortalecer al partido de manera tal que con quienes nos aliemos tengamos otro peso, al menos el mismo a la hora de tomar decisiones. Y las futuras alianzas tienen que estar basadas fundamentalmente en propuestas, en ideas y objetivos, no solo en una alianza electoral. Este fue uno de los desacuerdos que tuvimos con la gestión anterior de Marcelo Barotto, que derivó en la candidatura a intendente de Gustavo Bustamante, haciendo una elección muy pobre. El tema es que la sociedad radical villamariense nos dijo, en ese momento, “es por ahí”, e hicimos ese esfuerzo. Pienso que hay métodos y formas de dirimir las candidaturas, que fueron más por conocimiento, encuestas o por las influencias de los dirigentes de Córdoba. Y para salir de ese brete, de tener un candidato propio que lidere incluso una alianza, es un trabajo que tenemos que hacer nosotros mismos. De corazón, me encantaría que fuéramos a elecciones solo como UCR, pero también tenemos una responsabilidad de presentar una alternativa de gobierno que tenga chances.
-¿Cómo vez las diferencias, precisamente del radicalismo, a nivel provincial, y de este con varios sectores del partido a nivel nacional? ¿Y qué pensás del apoyo de una parte del partido a Javier Milei?
-Hay distintas corrientes, pero fluctúa bastante, porque los que hoy están enemistados, antes no lo estaban o después se amigan. Por ejemplo, Rodrigo de Loredo fue candidato a intendente de Córdoba, acompañando la boleta de Ramón Mestre, y así hay varios casos. Creo que la división no es tanto ideológica como coyuntural. Ahora, sobre el apoyo de Rodrigo en algunas cuestiones se lo ha apoyado, pero en otras no. Lo que no se entiende es lo de Picatt, que no tenía argumentos para cambiar su voto de una sesión a la otra. Creo que estamos en un momento muy difícil para pararse frente a la realidad nacional, sobre todo el radicalismo, que siempre buscó ser una expresión más de centro, que abrace el mayor espectro posible, en un momento de gran polarización que lleva al fanatismo. El radicalismo trata de equilibrar, y acompañó al Gobierno con las herramientas que necesita para llevar un plan de gobierno, que es lo que votó la gente, pero en algunas otras cuestiones se ha puesto firme, como con la universidad pública.
-Pero, a ver, Milei va por todo, incluso todo lo que ha defendido históricamente el radicalismo, por eso insisto ¿dónde están parados frente a él?
-A nivel local, por lo menos lo que yo percibo desde la militancia radical en Villa María, veo que hay mucha disconformidad y mucho resquemor, porque Milei nos ha atacado, nos considera sus enemigos, lo cual no tiene sentido, porque si nosotros en vez de haberlo apoyado hubiéramos apoyado a Unión por la Patria no hubiera podido aprobar ninguna ley, relegado a un tercio del Congreso. Por otro lado, sentimos que tenemos que tener la ética de la responsabilidad, y si nosotros quisiéramos ponerles palos en la rueda podríamos, pero ¿a dónde nos lleva esa situación?
-Pero la gente está sufriendo mucho, quizá como nunca, con un Gobierno que gobierna sobre todo a decretos y a vetos.
-Totalmente, sí. Pero bueno, se está tratando de encontrar el equilibrio en una situación compleja. Por eso se hace todo esto más dificultoso si no hay una disciplina y una unidad ideológica. Pasa que si Rodrigo de Loredo dice algo en favor del Gobierno, van a decir desde la tribuna progresista, entrecomillas, que es un colaboracionista. Y si Lousteau dice que hay que ser opositor al Gobierno, van a decir que es kirchnerista. Y eso es falta de objetividad. Personalmente, pienso que lo que Martín dice es totalmente coherente con el pensamiento original del partido.
-¿Y qué opinión te merecen las declaraciones de Milei diciendo que Alfonsín, junto con Duhalde, le organizaron un golpe de Estado a De la Rúa?
-El comentario era totalmente innecesario, pero no fue casual, me parece que fue una provocación premeditada. Es muy grave que el presidente lance afirmaciones inexactas, incluso falaces. Yo creo que su función es resolver los problemas del país, donde tenemos un empleo formal que no llega a fin de mes, donde los jubilados viven en la indigencia, o donde los docentes ganan por debajo de la línea de pobreza. Milei es un presidente electo en democracia, que contó con la libertad de expresión para agraviar o decir lo que se le ocurra, y debería, precisamente por eso, honrar el legado de Alfonsín. Incluso debería dejar de enseñarse con el radicalismo, que lo está ayudando bastante para transitar su primer año de Gobierno de una manera no tan traumática, porque si quisiera consensuar con UxP quedaría a tiro de piedra de un juicio político. Pero nosotros no especulamos con eso, porque así como Alfonsín no era golpista, el radicalismo tampoco.
-Ahora, un juicio político no es un golpe de Estado. ¿Vos creés que, por lo que muchos dicen y por lo que Milei dice y hace, está capacitado para llevar las riendas del país?
-Para un juicio político tiene que haber causales. Sobre lo otro, es una pregunta compleja. Creo que tiene que modificar ciertas cosas. Si bien tiene cosas positivas, como su determinación de ir adelante con su programa, en el fondo, y me hago cargo de lo que digo, las riendas del Gobierno no las llevas tanto él como algunos funcionarios. Él se encontró con la Presidencia casi sin esperarlo, y gracias a la ayuda del PRO. Yo creo que es más el Gobierno de Caputo, de los dos Caputo, Sturzenegger, o incluso de Macri, quien también está detrás, que de Milei. Seguro tiene su capacidad, porque nadie llega donde llegó así nomás, y tiene su fiel electorado, pero sí tiene una forma de confrontar y apela a una dinámica política que no comparto en lo más mínimo y es muy peligrosa.
-Por último: ¿qué significa Raúl Alfonsín para el radicalismo y para la Argentina?
-Para mí, lo primero que se me viene a la cabeza es democracia. Como dijo Antonio Cafiero, Alfonsín no solo pertenece al radicalismo, sino a todo el pueblo argentino. A él le tocó encabezar la transición de la dictadura a una vida democrática. A mí siempre me gusta decir que Yrigoyen inaugura la democracia y Alfonsín la consolida. Y eso es lo que representa, como la vigencia de la Constitución, los derechos humanos y, principalmente, que abrazó al conjunto de la sociedad argentina, sin distinción, porque siempre practicó con el ejemplo de la tolerancia; precisamente, lo que no estamos viendo ahora.