Entrevista con Sebastián Mascherano
“El Estado siempre corre de atrás”
El hermano de Javier es un referente en la lucha contra las adicciones. En su paso por Villa María y Villa Nueva brindó charlas, recorrió distintos lugares y se encontró con chicos. En el villanovense barrio Los Olmos compartió una tarde de charlas, abrazos y definiciones sobre esta problemática“Cuando lo sentí hablar a Darío, sentí lo que siento todos los días cuando entro a los barrios de Rosario”.
La frase es de Sebastián Mascherano, parado en el corazón de barrio Los Olmos, ahí donde está la antena y donde el Deportivo Alianza tiene su cancha de baby fútbol.
Sebastián Mascherano, además de ser el hermano del entrenador de la selección argentina Sub-23 y excapitán de la selección mayor por muchos años, es un preventor, una persona que trabaja contra las adicciones. Hace 12 años está recuperado y comparte su experiencia para ayudar a otras personas, aunque asegura que es “un enfermo rehabilitado”.
“Yo trabajo para la Aprecod, que es la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones de la provincia de Santa Fe”, tituló como funcionario, antes de comenzar este diálogo, parado entre el bufé, los baños y el alambrado de la canchita.
El hombre de 47 años relató ese comienzo: “Yo vivía en Colonia Bismarck, provincia de Córdoba, y cuando me propusieron ser el preventor no lo dudé, porque creo que tenemos que dejar una huella en la vida, y venir acá es dejar una huella. Si yo, con mi relato, con mi experiencia, con mi vivencia, a más de un pibe lo pude fortalecer, es mi mayor satisfacción en la vida”.
“Vine acá porque realmente sentí y viví en carne propia la necesidad de ese profe, de ese presidente de un club, que necesitaba que yo venga a poner mi granito de arena en este gran desierto”, describió Mascherano, que además encabezó dos encuentros; uno, el martes, en el Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio; y el otro, en la sala Astoria, organizados desde la Fundación Deportiva Alianza.
Y enseguida aclaró haber dicho “que iba a estar”, que no se le iba a “caer un anillo por llegar hasta ese lugar”. Y apuntó: “Creo que el peor barro de esta enfermedad es el barrio. Los ricos también toman merca, pero tienen otras posibilidades”.
“Por eso creo que uno lo va fortaleciendo el corazón, viendo que se puede o se podrá cambiar esa historia, pero lo importante es que no nos quedemos quietos ni con la duda”, marcó.
De igual a igual
Antes de hablar con el periodista que estaba en el lugar, Mascherano acomodó un banco de colegio e improvisó un aula, donde los chicos, padres, madres y algunos más practicaron un ida y vuelta amigable. Después, firmó camisetas y remeras, como si fuera su hermano, pero con otros triunfos a cuesta y la cinta de capitán de un equipo que juega otro largo partido. Parado a un costado recibió a una mamá que llevó a su hijo del brazo para que le ofreciera un sermón, “porque este fuma porro”, pero le habló de igual a igual, le preguntó sin juzgarlo y se quedaron charlando. A otros de los gurrumines de menos de 10 les tuvo que recordar quién jugaba con la casaca 14, esa que llevaba puesta, haciendo ilusión a su hermano Javier, en el Barcelona, de España, y al holandés Johan Cruyff. Unas tortas fritas prometidas hicieron la pausa.
En cuanto a si le llegó esa necesidad de Darío “Yaka” Felber, el presidente del club anfitrión, quien lo invitó, de contar con su presencia y su apoyo en el barrio, dijo: “Creo que, más que su necesidad, me llegó la necesidad que me llevó a recorrer el país (por esta temática) desde hace nueve años. Es escuchar a miles de Darío, en diez provincias y más de mil localidades. Hace 12 años quedé tirado en una cama por una sobredosis de cocaína y tuve a mi socio que me tiró una mano. Entonces, quiero trabajar en fortalecer el barrio, porque lo tratan a estos sectores como los últimos, cuando deberían ser los primeros”. “Nosotros tenemos que estar ahí, en el frente de batalla, porque ahí es donde podremos ver que un pibe vuelve a la escuela. No dejar la droga, porque las sustancias son la frutilla del postre. Antes hay otras necesidades y otra problemática sociocultural que tenemos que trabajar. Es poder venir a dar un abrazo, un amor, un oído”, sostuvo.
Punto de encuentro
Sobre su itinerario por la Argentina y por la zona, la que conoce y bien, por los pueblos, que en contraste recibe también a “cazadores de talentos”, y precisamente coincidió unos instantes con scoutings de la Academia Javier Mascherano, dijo que los conoció justamente en este viaje. “No nos involucramos, cada uno va por realidades diferentes, pero en un punto se unen: nos encontramos en una cancha de fútbol. Este es un lugar donde el cerebro puede estar oxigenado, contenido, donde nos podamos dar un abrazo como el de ese nene, recién (un pequeño se acercó a la charla y, sin distraerlo, se quedó aferrado unos instantes a Sebastián), donde puede haber amor”. Recordó que “había un gran coordinador de Newell’s Old Boys y de Boca, Jorge Bernardo Griffa, que decía ‘vayan a buscar los jugadores donde comen bien’”. “Ya no me sorprende nada, porque pasó mucho y se fueron perdiendo valores y empatía, aunque ya no sé si los pibes esos pueden comer bien hoy, si pueden dormir bien o tener una familia, y tenemos que reflotar eso”, abonó Mascherano.
Construir redes
“Hoy no vino nadie”, lanzó el preventor. “Capaz que vienen, pero hoy debieron estar y no estuvieron. No señalo a nadie, porque no es solo el Estado, sino que deben sumar la dirigencia y sus instituciones, las organizaciones, juntas, para armar redes. Creo que eso es necesario para comenzar a conformar y mostrar que hay posibilidades, dentro de lo que ellos sueñan, mostrarles a los pibes que tienen valor, porque la droga es la frutilla del postre. Hay que hacerles creer que ellos pueden soñar, que le saben pegar bien a la pelota, que puede entrenar. Hay que ver otra historia, que demanda un trabajo comunitario, que de seguro existe en el barrio este y en el del lado, pero acá hay profes y unos pocos padres y madres”, lamentó.
En las charlas, en ese sentido, Mascherano hace hincapié en eso: “No se deben depositar a nuestros hijos en los clubes e instituciones. Hay que acercarse a colaborar. Si seguimos depositando a los chicos para que les enseñen a jugar al fútbol, que le enseñen a leer y escribir, enseñale, enseñale, vamos mal. La educación comienza en la casa y nuestros hijos ven primero ese ejemplo. Si te ven en el alambrado, ayudando a poner un poste, ellos van a venir mañana a ayudarte a poner un poste”.
La imagen Rosario
Sobre cómo lleva la situación de la ciudad de Rosario, como esa imagen de avance del narcotráfico, Mascherano consideró: “Creo que Rosario, más como una capital del avance de este flagelo, fue un problema político, contra el político, en este caso (Maximiliano) Pullaro, gobernador desde diciembre, al que en una semana le mataron cuatro personas, le metieron cuatro cadáveres políticos, en marco de una guerra narco y de territorio, para ver quién va a manejar el territorio. Eso siempre va a estar, más allá de que hoy el gobernador ponga foco con todo su equipo de trabajo, con leyes y la Policía, está bárbaro, pero el gran problema de Rosario es el narcomenudeo, es la venta. Ahora, ¿por qué está el narcomenudeo? Porque tienen clientes que la van a comprar. Por lo tanto, tenemos que hacer las bases sólidas, enseñarles a los pibes que no sean clientes de esta enfermedad”.
De todas maneras, “esa alarma que enciende Rosario es tenida en cuenta para que no suceda en todo el país”, expresó, aunque señaló que “hoy hay otra gran alarma para con los adolescentes, que es la ludopatía”. “Yo perdí millones en el casino, pero debo mostrarles, para que sepan, que por ahí no vas a canalizar la adrenalina ni la ansiedad. Ahora, le tenemos que enseñar a la familia que aprenda a ver qué jueguito está jugando tu hijo, ya con 8 años, porque está activando su cerebro comprando monedas, y después ya viene la tarjeta de crédito, ya viene otro juego”, afirmó.
Coincidió en que “hay muchas adicciones, pero el gran negocio es la droga ilegal. Ese negocio hay que desterrarlo, correcto. Hay un sistema enquistado, por lo que va a llevar mucho tiempo. El mundo no puede con esto, pero de a uno, dos, tres pibes, tenemos que trabajar en esas conductas adictivas y que se entienda que por ahí no es el camino de evadirse de la realidad o buscar soluciones mágicas con las sustancias, sino que lo importante es hacer ver que las soluciones están en el trabajo, que están en la educación, en el deporte”.
“Lo que más hincapié hago es en educación, en educar a las personas para que puedan elegir y empezar a hablar, porque estas enfermedades son de no poder hablar. Por eso yo hablo”, dijo.
En cuanto a si el Estado está presente o cede y se aleja cada vez más, para Mascherano, “el Estado está presente, pero siempre corre de atrás”. Y lo explicó: “Pasaron muchos años y la problemática del consumo se fue multiplicando, el narcotráfico armó un gran Estado paralelo y con muchas más herramientas y armas para hacer un desastre, y nosotros venimos corriendo allá atrás. En algún momento vamos a tener que estar a la altura para poder poner ese freno y, de ahí, pegar el salto con la educación”.
“En un barrio donde, a lo mejor, un transa te arma todos los soldados, arma los sicarios, es notable que están mucho más preparados”, amplió.
Por eso, “no es que el Estado no puede, sino que corrió de atrás siempre”, insistió. Manifestó que “el Estado presente es el que tiene que dar las herramientas. Tampoco es necesario que brinde la solución completa. Nosotros, como sociedad, tenemos que educarnos para lograr soluciones. A mí, el tratamiento en la clínica durante un año y medio no me dio la solución, porque a la falopa yo la tengo en la calle. Por lo tanto, yo hace 12 años que aprendí a elegir cómo quiero vivir. Eso es lo que tenemos que lograr: las herramientas para poder elegir”. “Por eso elijo venir”, cerró.