Opinión - El deporte como espacio de contención y crecimiento

¿Dónde queremos ver a nuestros pibes, en realidad?

Quizás, la salida de Ameghino de la elite del deporte sea solamente la punta de un iceberg...
viernes, 6 de septiembre de 2024 · 09:21

Escribe: Marcio Leguizamón
Pasante de la UNVM en nuestra Redacción

Los clubes deportivos nacen como necesidad de socialización. La fundación de estas entidades son similares; un grupo de vecinos, en algunos casos inmigrantes, que necesitaron crear un lugar para continuar con sus prácticas deportivas. Un lugar al cual pertenecer y representar. Hoy en día, su existencia peligra cada vez más.

Todo pibe que creció en un club se crio en un ambiente de socialización e inclusión constante, en donde el objetivo es alcanzar un logro colectivo, relegando lo individual a un segundo plano. Estos valores exceden lo deportivo, son valores que, como sociedad, debemos fomentar, aunque son cada vez menos frecuentes

 

Hablemos de números

Hay estadísticas para todo, podemos nombrar que el Jockey Club recibe, entre Hockey y Rugby, más de 650 deportistas, según nos informó su presidente, Ricardo Pigni. Las boletas de servicios le aumentaron 5 veces más de lo que valía hace exactamente un año, incremento que no logra equilibrar con el valor de las cuotas.

Podemos mencionar que el club de baby fútbol Deportivo América contiene a casi 80 chicos menores de 12 años y que, a algunos de ellos, debido a su compleja situación socioeconómica, se les brinda cortes de pelo, arreglos de bici o se les compra los botines.

Esto nos menciona un referente de la entidad, Luciano Pereyra, quien también nos cuenta que la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC) no tiene en cuenta, a la hora de cobrarle la factura mensual, que es una asociación civil sin fines de lucro.

  • “La población joven de Villa María está compuesta por más de 20.000 chicos... Como sociedad, nos corresponde preguntarnos: ¿Dónde queremos que estén, se diviertan y formen como personas quienes van a construir el futuro de la ciudad? 

Como esa entidad, existen muchas otras que participan en las diferentes categorías la Liga Villamariense de Baby Fútbol y sus promocionales, hasta sumar 4.000 niñas y niños, según los datos aportados por su presidenta, Paola Perlata.

Mientras tanto, en la Liga Villamariense de Fútbol están fichados otros 3.000 niños y adolescentes. Es decir, son cientos de familias que cada domingo van a la cancha a acompañar, alentar, como parte de la cultura argentina, y claro que también villamariense. Los domingos se reúnen vecinos y amigos en más de 30 canchas, en distintas disciplinas, distribuidas por toda la ciudad.

Si hasta el Club Florentino Ameghino, conocido por sus grandes logros de los últimos años en el Básquet, se vio obligado a vender su plaza en la segunda categoría de ese deporte a nivel nacional. Una institución que estuvo a minutos de lograr el ascenso a primera, conquista que hubiese generado la llegada a la ciudad de equipos como Boca Juniors, San Lorenzo, Instituto…, tuvo que vender la plaza que tanto esfuerzo costó, en términos deportivos, por la imposibilidad de solventar los gastos que los desplazamientos, alojamientos y salarios exigen.

Hasta aquí hablamos apenas de cuatro deportes, pero las situaciones se repiten en otras disciplinas como el patín, la gimnasia artística, el vóley, el handball..., niños y niñas se quedan “sin subir al colectivo”, por falta de fondos.

La población joven de Villa María, está compuesta por más de 20.000 chicos, según datos de 2023 del Centro Estadístico de la ciudad. Como sociedad, nos corresponde preguntarnos: ¿Dónde queremos que estén, se diviertan y formen como personas quienes van a construir el futuro de la ciudad?

 

Lo no cuantificable

Existen aspectos del deporte que no son objeto de la estadística, como los vínculos. Nadie puede definir un valor para aquel amigo que conociste a los 6 años, al iniciarte en un deporte, y que conservás aún hoy. No se puede contar cuántas personas conocieron a su pareja asistiendo a un club, cuántas situaciones de carencias complejas se resolvieron con una salida colectiva, como puede ser una pollada, una rifa... No se puede definir cuánto vale, hoy en día, buscar en conjunto la solución a un problema individual.

Pensemos por un segundo en la realidad del deportista. ¿No sería mucho más motivador tener la ilusión de llegar a la primera nacional sin perder la vida que uno tiene en la ciudad? ¿Sin verse obligado a llevarse su talento a otra parte, separándose de amistades, familiares y sus propias raíces? Eso no pasa hace mucho tiempo en Villa María. Pues los clubes -como se viene señalando- tienen cada vez más dificultades para afrontar los gastos que implica competir en los niveles más altos.

Villa María supo ser una tierra de deportistas consagrados, que deleitaron a los ciudadanos con su desempeño en las canchas, para luego exportar sus talentos. Hoy en día, la carrera local es cada vez más corta, los clubes capitalinos y hasta extranjeros se llevan a los talentosos a temprana edad, porque la voracidad del mercado no permite el lujo de respetar el arraigo. La situación escapa a lo local; el deporte en Argentina es una salida “revolucionaria” para aquellas familias que se han criado en medio de la escasez.

La cultura deportiva, que atraviesa generaciones y clases sociales, permite que a través del juego muchos de nuestros pibes se críen junto a una pelota y no en la calle. Nos corresponde pensar, como sociedad, qué queremos para nuestros hijos, sobrinos, vecinos y amigos. En tiempos de intolerancia e individualismo, no dejemos que mueran nuestros clubes ni ninguna de aquellas entidades que nos une como sociedad y nos definen culturalmente.

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