El “Nunca Más” y los desafíos a la democracia actual

Por Virginia Morales (*)

Por primera vez, desde la vuelta a la democracia en diciembre de 1983, los organismos de derechos humanos no marcharán un 24 de marzo. Claro está que la emergencia sanitaria que atraviesa nuestro país así lo determina. Sin embargo, esto no es lo único que lo hace particular.

El 44º aniversario del último golpe de Estado tiene lugar en un contexto diferente al de los años anteriores. Por un lado, el Gobierno encabezado por Alberto Fernández promete dejar atrás el avasallamiento sin precedentes llevado adelante por la alianza Cambiemos en materia de Memoria, Verdad, Justicia y reparación respecto de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado.

Por el otro, durante el último tiempo la causa de los derechos humanos alcanzó un nuevo protagonismo en la vida social y política del país. Los organismos reactivaron su capacidad de convocatoria y movilización en las calles -visto, por ejemplo, en la multitudinaria marcha contra el 2x1 y en la masividad de los últimos 24 de marzo-, a la vez que uno de los pilares de su lucha, el “Nunca Más”, comenzó a ser retomado por diferentes voces y reclamos que no necesariamente se vinculan a la experiencia de la última dictadura cívico-militar.

Respecto de esto último podemos mencionar las consignas “Nunca Más Ni Una Menos” y “Nunca Más neoliberalismo”.

La primera de ellas, fundada en la condena al terrorismo de Estado, surgió como consigna de la primera marcha Ni Una Menos realizada en junio de 2015. Se levantó como grito colectivo frente al aumento y crueldad de los niveles de violencia hacia las mujeres, como un llamado a construir una sociedad en la que éstas puedan decidir libremente sobre sus cuerpos, y como una demanda hacia un Estado que no sólo no garantiza los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales, sino que, además, en muchos casos produce y/o promueve formas de violencias y violaciones a sus derechos y libertades.

La segunda, retomando la resistencia que protagonizaron los organismos de derechos humanos contra el neoliberalismo durante la presidencia de Carlos Menem y la crisis de los años 2001 y 2002, convoca a reconstruir los lazos sociales rotos por la expansión del individualismo, y a dar forma a un Estado que no se sostenga sobre la generación de desigualdad social y sobre la implementación de políticas que aumentan los niveles de vulnerabilidad de muchos sectores, entre ellos, las mujeres y las niñas.

Por lo tanto, así como el “Nunca Más” fue uno de los consensos sobre los que se reconstruyó la democracia en nuestro país, hoy, a más de 40 años de lucha de los organismos de derechos humanos, el “Nunca Más” vuelve a marcar en las voces de sus protagonistas y de amplios sectores de la ciudadanía los desafíos a los que se enfrenta la democracia actual. Entre ellos, las múltiples formas de violencia y muerte que ejerce el patriarcado hacia las mujeres y el empeoramiento de las condiciones de vida de múltiples sectores que produce el neoliberalismo.

En un 24 de Marzo en el que las Madres, las Abuelas, lxs Hijxs, los familiares de las víctimas y los sobrevivientes del horror no van a ocupar las calles, el “Nunca Más” revive en cada reclamo que se afirma sobre el legado de la lucha por los derechos humanos y se renueva, de este modo, como un horizonte ético y político que convoca a pensar en nuevas formas de vida democráticas sostenidas en la responsabilidad, en la reparación del dolor y en el ejercicio de la memoria.

 

(*) Docente de la UNVM, Investigadora del Conicet y miembro de Territorios Clínicos de la Memoria (TECME)

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