24 de marzo - Más y mejores derechos

Los Derechos Humanos frente al discurso capitalista

Por Jorge Foa Torres (*)

En una nueva conmemoración del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el interrogante sobre el estatuto del Estado de derecho en nuestra época se hace ineludible. Más aún frente a fenómenos que, como el denominado lawfare, parecen atacar los cimientos mismos de lo que hasta aquí considerábamos como el Estado de derecho liberal.

El neologismo anglosajón lawfare intenta reunir a los términos law (ley o derecho) y warfare (guerra), para designar a la utilización del sistema judicial y de los medios de comunicación como armas para el ataque a ciertos objetivos: movimientos sociales, partidos políticos, líderes, etc. Es el mismo Estado de derecho el que en estos casos es utilizado como arma de guerra para levantar la protesta pública y la humillación contra el enemigo, como así también para empoderar a regímenes autoritarios. Pero ¿cómo es posible que el Estado de derecho liberal se vuelva contra sí mismo?

Para responder esta pregunta debemos detenernos en dos aspectos fundantes de la concepción liberal del Estado de derecho. Por un lado, la idea del individuo como intrínseca o naturalmente libre. Concepción que se extrema en nuestra época. La época, en términos lacanianos, del discurso capitalista. Y se extrema ante el surgimiento de identidades individualistas y narcisistas que se presentan como pretendidamente apolíticas y autoconstituidas, que tienden a experimentar a toda ley o política como una intrusión o amenaza a su intrínseca libertad.

Por otro lado, la estricta separación entre derecho y política. Separación que pretende la instauración de un derecho puramente técnico, desvinculado de cualquier fundamento ético o político. En tal sentido, cabe advertir que una cultura jurídica autosuficiente, cerrada en sí misma, solo puede conducir a lo peor. Basta recordar el rol del Poder Judicial durante la última dictadura cívico-militar. Unico poder del Estado que no solo se sostuvo en pie, sino que contribuyó y legitimó al terrorismo de Estado.

En este marco, el lawfare puede ser ubicado como un devenir del Estado de derecho liberal y como expresión emblemática del derecho devenido en forma de lo ilimitado. Es decir, del Estado de derecho mismo convertido en arma de guerra, en dispositivo del terror.

Ahora bien, podemos afirmar que los trabajos y políticas de memoria en Argentina han logrado construir un saber hacer con el empuje ilimitado del discurso capitalista y sus dispositivos. Los juicios por crímenes de lesa humanidad han dado lugar al testimonio de los y las víctimas-testigo del terror y, a partir de ello, comenzaron a delinear un Estado de derecho otro. Ya no aquel liberal, autosuficiente y sostenido en la libertad intrínseca del individuo, sino uno que se anuda en una coordenada ética y política: el Nunca Más como límite a los dispositivos del terror que buscan devastar todo lazo social. El Nunca Más como mojón fundacional de nuestros andamiajes jurídicos.

Un Estado de derecho otro capaz de hacerse cargo de su deuda con las víctimas del plan de exterminio. Es decir, un Estado de derecho capaz de asumir su responsabilidad ética y política frente al horror. Una responsabilidad frente a una deuda que ya no se presenta como ilimitada o insostenible, sino una deuda que exige la invención de lazos sociales que, como el lazo de la Memoria, permiten habitar otros lugares a los sujetos. Lugares no-todo dominados por los mandatos sin límites del discurso capitalista y el neoliberalismo.

Es este un acontecimiento en la Argentina de nuestro tiempo, que hace posible que el Nunca Más pueda desplazarse hacia otras luchas y demandas populares. Tal es el caso de la lucha contra los procesos de la guerra jurídica o lawfare.

La Memoria, en definitiva, es un lazo social en Argentina y puede ser el fundamento para un Estado de derecho otro.

 

(*) Docente de la UNVM. Investigador asistente del Conicet. Miembro de la Red Territorios Clínicos de la Memoria (TECME)

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