Por Guido Botta

Los ovnis de Baravalle

Por Guido Botta

 

La última noche del 76. El último brindis antes del 77. Tocaba en casa aquella vez, como en años anteriores tocó en la de los demás, pero todos juntos, eso sí. La consigna era que no faltara nadie. Abuelos, nietos, bisnietos, padres, hijos, tíos, primos…

Con las dos primas con las que emparejábamos en edad estábamos ansiosos y solamente aguardábamos chocar las copas e intercambiar besos con todos, para huir, para convertirnos en una suerte de banda en fuga, como la de Paul y Linda en aquel tiempo. Teníamos permiso para salir a bailar, pero nos daba cosa que advirtieran que nos disparábamos cinco minutos después de las campanadas del padre Gottardi…

Desde cuidados rincones cruzamos miradas que chocaron como diagonales precisas y se transformaron en una orden, en una fuerza llegada desde el más allá que nos lanzó escaleras abajo.

Y nos fuimos. Una calle casi desierta y otra y otra más. Algún bullicio atravesando una ventana, alguna música, pero era fundamentalmente el silencio el que acompañaba el resonar de nuestros zuecos y zapatos con plataforma.

Había que cruzar el túnel y listo. Quedábamos a 50 o 70 metros de Kreo. El olor a pis habitual en el paso por debajo de las vías no iba a poder con nuestros perfumes (colonia Crandall, la mía).

Todo transcurría de acuerdo a la cuidada planificación; a las medidas directrices trazadas en una semana de muchos viajes en bici de una casa a la otra. Estábamos felices. Los tacos hacían eco contra el otro extremo del túnel…

Estábamos felices… Y de pronto nos quedamos congelados a mitad de las escaleras de salida, pero sudando, como tres témpanos en medio del desierto. Por arriba de Casa Baravalle pasaba una flotilla de ovnis. Por arriba de la tienda, pero más lejos en el horizonte; más lejos inclusive que plaza Centenario y que la Escuela José Ingenieros. Allá lejos. Nítidamente ante nuestros ojos por una buena cantidad de segundos. Girando, irradiando desde el interior como para que no nos quedaran dudas… Ahí estaban los ovnis de Baravalle. Nuestro secreto. Hasta hoy.

 

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