8M / DÍA INTERNACIONAL DE LA?MUJER

Desigualdades: trabajar más, ganar menos

Cuáles son las razones por las que hoy sigue siendo desigual el acceso al mundo productivo. En este informe especial por el Día de la Mujer trabajadora, aportamos datos estadísticos nacionales y locales

¿Por qué una mujer gana menos que un hombre haciendo una tarea similar si no hay ninguna empresa del sector privado u organización del ámbito público que tenga salarios diferenciados por género? La respuesta está en los datos estadísticos que reflejan las desigualdades de género para ingresar al mundo laboral.

Empecemos a analizar uno por uno. Según el último informe del INDEC -proporcionado por el Observatorio Integral de la Región, de la UNVM-, en promedio, las mujeres dedican seis horas diarias a tareas no remuneradas, mientras que los varones ocupan tres.

Siempre hablamos de promedio. Seguro que algún varón que lea esta nota podrá decir que en su casa no es así, que el reparto de tareas domésticas y de cuidado es igualitario. Pero, en promedio, las mujeres dedican el doble de tiempo a atender las necesidades de los adultos mayores, de los discapacitados, de los niños y del resto del grupo familiar.

Imaginemos cómo llega una mujer a un trabajo que le demanda ocho horas diarias después de haber trabajado seis en la casa. Es fácil entender que es, aún hoy, una de las desigualdades que impiden el acceso igualitario al mundo productivo.

Pero no es la única. Siempre a ellas les exigen más. Más dedicación y más formación que sus pares varones.

Según el informe estadístico mencionado, “la participación de las mujeres en ocupaciones que suponen la toma de decisiones les exige contar con mayores credenciales educativas. La mitad de las que se insertan como patronas o empleadoras tiene nivel educativo superior o universitario incompleto o completo, mientras que solo 3 de cada 10 varones remiten a esta condición”.

De más está decir que, por la exigencia de esas credenciales, son las que tienen más formación. Estadísticamente, 42 de cada 100 mujeres laboralmente activas tiene un nivel educativo superior -incompleto o completo-, mientras que, en los varones, representan 25 de cada 100.

Pero a pesar de que son más las que estudian, el perfil de formación que eligen se aleja de las ciencias duras. Desde el nivel primario, las encuestas de saberes dan cuenta que en matemática son más los varones que superan el nivel básico, mientras que en lengua es a la inversa. Es como que la ciencia no fuera cosa de chicas.

Desde cada laboratorio, universidad y campo de investigación, hacen campañas para romper esos estereotipos que limitan a las mujeres que pueden insertarse en el ámbito de las ciencias básicas.

Relacionado con esto, hay una “elección” de carreras que está marcada por el contexto cultural: ocho de cada 10 estudiantes de ciencias de la salud son mujeres y siete de cada 10 en ciencias sociales.

Ese camino también va marcando la inserción laboral, porque al analizar la proporción de mujeres en tareas que implican cuidado de personas se ve que es sensiblemente superior: ocho de cada 10 docentes son mujeres, siete de cada 10 profesionales de salud también lo son. La proporción se invierte en otras áreas como la industria.

Y “mágicamente”, los salarios de las actividades feminizadas van a la baja. Pareciera que a nadie le sorprende que los sueldos de médicos, enfermeras y docentes sean más bajos que los de la actividad industrial. Los primeros, ejercidos por mujeres y los segundos por hombres. ¿Siguen pensando que no hay desigualdad?

Y como si faltara algo al combo de más horas de tareas remuneradas y en normas sociales que orientan a las mujeres a formarse y trabajar en áreas de cuidado, hay otro dato de la realidad, medido estadísticamente, que refleja la responsabilidad que tienen al frente del hogar.

Según los últimos datos disponibles del INDEC, más de ocho de cada 10 hogares con un solo adulto a cargo de al menos un hijo (hogares monoparentales), está a cargo de una mujer.

En definitiva, “la participación en el mercado laboral favorece la autonomía económica de las mujeres y mejora sus posibilidades de contar con un ingreso, protección social y reconocimiento de las actividades que realizan. Sin embargo, esta participación se da en condiciones de desventaja: acceden, en menor medida, a ocupaciones que suponen la toma de decisiones y, para poder hacerlo, necesitan niveles educativos más altos que sus pares varones”, indica el informe.

 

Y la vejez…

El resultado de la menor participación en el mercado laboral y la informalidad en las áreas en las que más se desempeñan, las mujeres llegan a la edad jubilatoria con menos años de aportes que sus pares varones.

Con la implementación de regímenes de moratoria se equiparó el acceso a la jubilación de hombres y mujeres. Sin ese sistema muchas van a quedar desprotegidas en la vejez, sumando una desigualdad más en el tramo más vulnerable de la vida.

 

Villa María: la desocupación afecta más

Los datos proporcionados por el Centro Estadístico que funciona bajo la órbita de la Municipalidad de Villa María dan cuenta de que, como en el resto del país, las condiciones de desigualdad se reproducen.

En esta ciudad, el 55% de los hogares tiene como jefa a una mujer. Ellas cuentan con mayor asistencia educativa y, sin embargo, padecen más la desocupación que sus pares varones, dado que entre las mujeres la falta de empleo alcanza a 8 de cada 100 y entre los varones a 6 de cada 100.

La brecha se profundiza en el segmento de mayores de 30 años, donde la desocupación entre las mujeres es de 7,5% y de un 3% entre los varones.

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