En la 36º Edición - También hicieron su pasada las batucadas regionales

Los Carnavales: una ofrenda de la gente a su gente

Con las comparsas de barrios San Antonio, Sarmiento y Los Olmos, inició la gran fiesta villanovense. A diferencia de otros años, el movimiento no fue tan significativo. De todos modos, quienes se llegaron aprovecharon para disfrutar de una noche perfecta
sábado, 4 de febrero de 2023 · 08:10

Escribe: Franco Gerarduzzi (de nuestra redacción)

(Edición impresa). Cada noche, antes de dormir, salgo al balcón de la casa en la que vivo -cerca del barrio San Antonio-, fumo un cigarrillo y me quedo en silencio en un barrio que de por sí es quieto, quietísimo hasta que desde enero -o quizá desde antes-, en ese balcón y en tantos otros uno ya no solo imagina los brazos de alguien que golpea un tambor, sino que de pronto se encuentra, cigarrillo en la boca, imitando ese ritmo con las manos, con las piernas, sacudiéndose un poco.

Hacían 24 grados y, ayer, en el Parque Hipólito Yrigoyen, el atardecer, de un naranja delicioso en los márgenes, parecía que iba a permanecer, que iba a quedarse ahí como una ofrenda. Eran las 20 y todavía faltaban horas para que aparecieran las comparsas: para que ella, por ejemplo, que se llama Gisella Perret y es de San Francisco, dijera que había estado esperando todo el año; o que para ella, que se llama Oriana Gómez y es de Villa Nueva, dijera que es la primera vez que participa, que tiene 18 años y que no aguanta la emoción.

Mientras, el Parque, a pesar del vallado, el operativo de 60 policías, el puesto con médicos y enfermeras, el escenario, la prueba de iluminación y los foodtrucks -colocados uno al lado de otro a lo largo de casi toda la avenida Oscar “Coco” Cáceres- era el Parque de cualquier viernes: quiero decir, era la avenida de piso adoquinado por la que caminaban parejas, por la que alguno que otro corría, por la que pasaban motos y autos, era el sector para hacer ejercicio donde un grupo de varones se entrenaba, donde uno de ellos, colgado de dos barras, trabajaba un abdomen imposible, era el cajón de arena con arcos y chicos corriendo una pelota.

Mientras, se hacían las brasas en las parrillas de aquí y allá y un hombre bebía vino y bailaba frente al fuego.

Mientras, se esperaba y la gente se acomodaba detrás de las vallas, en reposeras, sobre conservadoras, en las veredas.

Así es como llega la noche, por lo general: imperceptible, de repente el cielo se apaga y anoche se apagó y la trigésima sexta (36) de los Carnavales Gigantes se filtró en el Parque con el olor de los chorizos, de los sándwiches de bondiola y de vacío, de los panchos y las papas fritas, del locro, de la sangría y la cerveza, del fernet y el gancia y el vodka y el hambre y qué sed y la fila de hombres y mujeres que decían dos porciones de esto y dos jarras de aquello y cuidado con la espuma loca y la música de fondo que ya sonaba desde antes y que por momentos fue La Fiesta con “Amor vete” y Trula con “Vuélveme a querer” y en otros María Becerra y Cazzu con “Animal” y entonces los que no se aguantan y a bailar.

Y a las 22, que estaba previsto el inicio de la pasada, no pasó nada: siguió el trago, las filas en los carribares, el escenario vacío, la charla, la espuma, los polis de a duplas mirando,  mirando, mirando, los médicos y enfermeras sentados con caras de esto es lo mismo cada año, las camillas colgadas a un costado por si acaso, no vaya a ser qué.

Siguió la previa, más tranquila que otros años, con menos gente: dijeron desde los foodtrucks que capaz tiene que ver con que ayer también empezó el Recorrido Peñero; dijeron además que, igual, el primer día siempre es más calmo. Dijeron que para hoy, sábado, hay expectativas.

Hasta que se hicieron las 23 y por la avenida aparecieron las comparsas: la de barrio San Antonio -con temática del Amazonas-, la de Los Olmos -con Huella marítima- y la del Sarmiento -con la impronta de Las Vegas-. Y aparecieron, también, las comparsas regionales: la de San Francisco, Justiniano Posse, Villa del Rosario y Bell Ville.

Vi a mujeres chicas y no tan chicas, vi a dos que se daban la mano y bailaban como si estuvieran en otra parte, ajenas; vi a otra sola que ensayaba pasos, tal vez nerviosa; las vi contentas, con esas sonrisas que desencajan la boca de alivio porque por fin y de tensión porque ya no más vamos a estar ahí, haciendo lo nuestro. Les miré las espaldas y me pregunté cómo mueven las piernas así, cómo pueden tomar esa velocidad las pasistas con esos trajes que cargan sobre los hombros y que crecen, desmedidos, por encima de sus cuerpos.

Vi hombres también, los vi detrás de ellas, junto a carrozas, los vi como ejércitos, inmóviles, con esos instrumentos de los que no sabía nada y que el año pasado una conocida me mencionó: los surdos de primera, segunda y tercera (tambores grandes, graves), agogos (tienen forma de campana), sicuayos (son como sonajas), casetas, tamboriles, caixas y repiques.

Y vi a la gente: la vi tan cerca de los suyos, con sus celulares, filmando, tomando fotos.

Vi a Villa Nueva.

Vi lo que le sucede a Villa Nueva noches como estas. Lo que le sucederá hoy. Y mañana.

Vi una ciudad. Vi un deseo.

 

Definieron los jurados

?Se conocieron los jurados de los?Carnavales. En Batería serán: Milton Sotelo, Nicolás Luraschi y Eloy Rothslisberger.?En Comparsas serán:?Eliana Migliarini,?Daniel Vázquez y Natalia Veluscek. Por último, el comisario de Corso?será José Esteban Giuliani.

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