Una escuela de 100 años

De qué hablamos, cuando... hablamos de Bauhaus

En verdad nos referimos a una escuela en torno a la cual se fraguó un movimiento que fue una verdadera revolución. Nació en 1919 y no sería extraño que los nazis la cerraran en 1934. Aunque sus puertas siguen abiertas a la admiración en los más diversos rincones del planeta
miércoles, 29 de mayo de 2019 · 11:56

El de 1919 fue un año clave para el arte y la arquitectura en el mundo: en abril de ese año, Walter Gropius (nacido en Berlín en 1883 y fallecido en Boston en 1969) se independizó de la Compañía General de Electricidad (AEG) del Reich alemán, y comenzó a recibir sus primeros encargos individuales.

De estar bajo las órdenes de Peter Behrens, quien en su tarea de director artístico proyectó fábricas, viviendas para los trabajadores, muebles, productos industriales e incluso carteles, escaparates y anuncios, pasó a ser mentor, entre otras cosas, de la fábrica Fagus de Enfald.

El mes de abril de 1919 fue cuando Gropius pudo plasmar su idea, gracias a la nueva tesitura política, y acabó fusionando las antiguas escuelas ducales de arte y artesanía para crear el movimiento Bauhaus, recordó El Confidencial.

Lo cierto es que ya en 1925 la escuela, que sufrió un recorte del 50% de su presupuesto por parte del Gobierno regional conservador de Turingia, dejó Weimar y se trasladó a Dessau. Y en 1934 fue cerrada por el nazismo.

“Había un proceso de educación democratizador en el que era difícil saber si los estudiantes de arte iban a ser pintores o arquitectos”, expresó Marion Von Osten, quien actúa como comisario en Bauhaus Imaginista, una muestra que desde marzo y hasta el mes próximo se realiza en Berlín con motivo de este centenario.

Para ella, además, la exposición muestra cómo la pedagogía de Bauhaus también se practicaba en otras regiones, en alusión al espíritu propagado por el movimiento.

 

En todo el mundo

Y es verdad, en Berlín se  muestran varios paralelismos en otros países, como México o Brasil, planteando un debate sobre la apropiación cultural europea.

Tapices con inspiración obtenida en Perú, Ecuador y Bolivia; vasijas con referentes procedentes de México y la proyección de documentales sobre artesanos de Brasil protagonizan, por ejemplo, el capítulo “Aprendiendo de”, de la citada exposición.

Bauhaus Imaginista pone el foco en el debate sobre el concepto de la “apropiación cultural” europea, la adopción de elementos culturales por parte de miembros de otra cultura, con obras del pintor Paul Klee que presentan rasgos de su paso por el Norte de África.

Allí también se pueden ver fotos de los ejemplares de terracota mexicanas que el artista Josef Albers mostraba en las clases que daba en Estados Unidos, adonde emigró en 1933, en un ejercicio pedagógico que "hoy estaría prohibido”, tal y como entonces comentó el otro comisario de la muestra, Grant Watson.

En una de las paredes se exhibe el documental de la brasileña Lygia Pape “A Mao do Povo” (La Mano del Pueblo), de 1975, y a escasos metros una mesa presenta artículos que escribió en periódicos de su país la arquitecta Lina Bo Bardi en 1958.

En otra esquina cuelgan las telas de más de dos metros de la artista estadounidense Sheila Hicks, con colores y diseños que muestran la influencia que aprendió de tejedores de Bolivia, Ecuador y Perú.

 

Global desde siempre

Desde sus inicios, la Bauhaus fue concebida como internacional y, desde una perspectiva global, puede ser vista como un conjunto de ideas que interactúan con las de otras culturas de todo el mundo. En Europa, así como en Asia, Africa y América del Norte y del Sur, los movimientos artísticos del siglo XX tuvieron fuentes de inspiración cosmopolitas y se involucraron en procesos de encuentro e intercambio. Por ejemplo, existían redes de conexiones entre la Bauhaus y escuelas de arte en Japón e India, y sus manifestaciones en el arte, el diseño y la arquitectura desempeñaron un papel importante en la descolonización, proyectos de desarrollo y la planificación a gran escala de algunas ciudades. Estas influencias, que dieron forma al curso de la modernidad, pueden rastrearse hasta nuestros días.

 

En Argentina

Maximiliano Curcio ha escrito para Konstruktion Argentina, a propósito del centenario, que “la escuela Bauhaus trajo, bajo su concepción, una mirada renovadora acerca de la fusión de diversas artes visuales que marcaría un legado notable a lo largo del siglo XX”.

Cita luego a Fernando Molnar para señalar que “desde Buenos Aires, haciendo escala en La Plata y de allí hasta Mar del Plata, el nombrado concibe una labor efectiva en dimensionar la belleza y contundencia de estas obras de la arquitectura autóctona, ofreciendo un muestrario hacia la rica historia detrás de la construcción del Hotel Provincial, el Casino de Mar del Plata, el Banco de la Nación y del Automóvil Club Argentino, entre otros edificios insignia, como el Comega, el Hospital Churruca o el Mercado de la Armonía, encontrando símiles comparaciones con edificios alemanes de emblemática tradición”.

Ahora, 100 años después, hasta Google le dedicó el 12 de abril uno de sus míticos “doodles” a un movimiento cuya escuela fue cerrada por los nazis a mediados de los años 30.

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