Tras los rastros del profesional en la ciudad, Las Varillas y la provincia de Buenos Aires

Villa María, una posta clave en la ruta salamónica

Francisco Salamone es traído de manera recurrente a este suplemento. El mes pasado lo hizo un arquitecto contrario a la idea de la Municipalidad de llevar la plaza Centenario a su formato original y ahora un representante de Patrimonio Histórico que siguió su trayectoria por el país
miércoles, 26 de junio de 2019 · 12:25

Escribe: Augusto López (Dirección de Patrimonio Histórico)

Francisco Salamone nació en 1897 en Leonforte, Italia. Su familia emigró cuando él era un niño hacia este país, donde se graduó como ingeniero-arquitecto, tal el título de entonces. Como profesional se desenvolvió particularmente en el sector público construyendo monumentales estructuras de hormigón, como plazas, palacios, cementerios o mataderos.

Estos proyectos arquitectónicos, sustentados en teorías totalitarias europeas, buscan representar un Estado grande, fuerte y paternalista, presente en momentos claves de la vida colectiva (sepultura, alimentación, gobierno, recreación).

Monumentales diseños filosos, llenos de ángulos rectos, hechos de hormigón, torres con mayor protagonismo que las bases e incrustaciones simbólicas en sus fachadas cumplieron una función determinante para que el perfil de la región cambiara, como quería el gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940 (plena Década Infame), Manuel Fresco.

 

Dios, Patria y hogar

El plan urbanístico tenía un mensaje: Dios, Patria y hogar. Tres conceptos que Salamone sintetizó en los edificios emblemáticos de cada pueblo. Cristo, figura suprema, en las puertas del cementerio. El Palacio Municipal, con su torre y reloj, más alta que el campanario de la iglesia. Y el matadero, donde conviven polos semánticos como lo natural y lo cultural, que se trasladan, cocina mediante, al corazón de las familias (La Nación, 29 de marzo de 2017).

El arquitecto Mario Ortiz, consultado para escribir esta nota, rescata la espectacularidad y monumentalidad de la arquitectura salamónica. Considera que fue “rupturista, seductora y llamativa”; una vanguardia transformadora y heterogénea que se concretó en un perfil urbano chato (la altura promedio de estas poblaciones no superaba los 5 metros) y modesto (Villa María, por ejemplo, aún no estaba pavimentada cuando intervino Salamone); integrando con creatividad y osadía art decó, futurismo italiano y funcionalismo racionalista.

 

Obras que desaparecieron

Por su parte, Jesús Chirino, realizando una valoración de la actuación de Francisco Salamone en Villa María, escribió: “Algunas de aquellas obras no fueron bien construidas y desaparecieron, hay también las que debieron sufrir reformas para ser operativas y otras subsistieron hasta el presente, más allá de eso, todas quizás no deberían ser valoradas sin tener en cuenta el ambiente de corrupción y autoritarismo en que fueron construidas. Resulta imposible desconectar las elecciones estilísticas y estéticas en general del clima sociopolítico imperante en la época” (El Diario del centro del país, 6 de noviembre de 2016).

 

En Villa María, la transformación

Aunque la trayectoria de Francisco Salamone comúnmente se asocia a los proyectos que ejecutó en el interior bonaerense entre 1936 y 1940, también actuó en Las Varillas (en 1936 concretó la Casa Municipal) y también en nuestra Villa María.

En esta ciudad intervino en la segunda intendencia de Eugenio Parajón Ortiz (1932-1936) contratado por el municipio para conducir un plan de obras que trasformaría el centro urbano: pavimentación de calles y bulevares; ornamentación de bulevares España, Argentino, Vélez Sarsfield, Italia y Córdoba; plazas Independencia y San Martín y cementerio (esto, en particular, implicaba estructurar un parque en la necrópolis) y la construcción de un Matadero y Palacio municipales, según escribió el mismo Salamone en una nota cursada al intendente Eugenio Parajón Ortiz el 8 de mayo de 1935 (que obra en el Archivo Histórico Municipal - Caja Nº 36.1, con un membrete en el que se lee “Francisco Salamone - Ingeniero civil y arquitecto. Comisionado por la Municipalidad de Villa María para la proyección del Palacio Municipal, plaza y Matadero, parque del cementerio, ornamentación floral de los bulevares: España, Argentino, Vélez Sarsfield, Italia y Córdoba y plazas Independencia y San Martín”.

En tanto, en el sector privado proyectó el hall del Cine Alhambra, inaugurado en 1935. Una sala de estilo morisco que pintó y decoró Fernando Bonfiglioli.

 

Las sospechas de corrupción

La intervención de Salamone en la Municipalidad de Villa María estuvo cuestionada en materia de calidad y transparencia (numerosos testimonios sugieren una connivencia entre el intendente y el arquitecto) y se desenvolvió entre escándalos institucionales (concejales de esta gestión fueron condenados por adulterar documentación pública) y protestas vecinales; en una coyuntura de creciente desprotección y reclamo de los trabajadores.

El profesor e historiador e integrante del plantel fundador de El Diario, Bernardino Calvo, en “Historia de Villa María y de sus barrios” (1989) consideró que la primera pavimentación villamariense constituyó “una de las obras más controvertidas” de la segunda gestión de Eugenio Parajón Ortiz (132).

El proyecto para pavimentar el centro de Villa María fue presentado en el Concejo Deliberante el 8 de febrero de 1935. Se invocaban cuestiones de estética, higiene y urbanismo.

Para su ejecución se sancionaron la Ordenanza Nº 421 (2 de marzo de 1935) y el Decreto Nº 332. Previamente (14 de febrero), el concejal Roberto Velo de Ipola fue removido de su banca en medio de denuncias contra el proyecto. Se le imputó “grave falta de disciplina y respeto al cuerpo” (José Pedernera, 1970: 430).

La Ordenanza Nº 421 contemplaba pavimentar con hormigón armado (salvo los bulevares España y Argentino -entre Sarmiento y Vélez Sarsfield-, que se realizarían de macadam asfáltico) un cuadro comprendido entre los bulevares Argentino y España (norte) y las calles Belgrano y Estados Unidos (sur), Mendoza (este) y San Juan (oeste). También preveía practicar nivelaciones, construir cordones, ubicar obras artísticas y parquizar la parcela comprendida entre los cordones y las aceras. Por su parte, el Decreto Nº 332 nombraba a Francisco Salamone proyectista y director de la pavimentación y director de las tareas previas, como la nivelación.

 

“En cinco días...”

Aunque los trámites se desenvolvían vertiginosamente, Pedernera asegura en escrito de 1970 que “en cinco días Salamone presentó toda la documentación requerida para activar la adjudicación”, aunque el proceso se truncó debido al repudio que generó entre los contribuyentes que poseían inmuebles en el radio a pavimentar (constituían el grupo que soportarían todo el costo de la obra).

Procurando desactivar esa protesta (que incluyó un intento de asalto a la sede municipal), el Departamento Ejecutivo Municipal solicitó la intervención de técnicos provinciales para que valoraran el proyecto. “Fue juzgado como costoso, inviable y perjudicial para la ciudad”. (Pedernera, 1970).

En virtud de todo eso, con la intervención de una comisión vecinal, se redactó la Ordenanza Nº 443, sancionada el 4 de septiembre de 1935.

Comparándolo con el anterior, este segundo proyecto de pavimentación sustituyó el hormigón armado por macadam asfáltico a penetración, suprimió el emplazamiento de obras artísticas (invocando motivos de costo) y amplió el radio a pavimentar (se completarían más de cien cuadras). El costo, nuevamente, sería soportado por los vecinos que tuvieran inmuebles en el radio a pavimentar; con la particularidad de que, en este caso, podrían pagar de contado o en cuotas (60 o 120, con un interés del 7% anual).

La pavimentación se adjudicó a Rosello y Fressone. Francisco Salamone (proyectista y director) cobró un 7% (calculado sobre el valor integral de la obra) en concepto de honorarios.

El 10 de diciembre de 1935 se inauguró el primer tramo pavimentado, ubicado en la calle Buenos Aires, entre Hipólito Yrigoyen y San Martín (Calvo, 1989).

Vale la pena, tal vez, recordar que los proyectos de pavimentación de los bulevares España y Argentino (Alvear) fueron argumentos suficientes para que Vialidad Nacional, que había previsto el trazado de la ruta nacional a 1.600 metros fuera de los bulevares de circunvalación, y al noroeste de los citados, resolviera que la ruta cruzara la urbe, lo cual, para la época, fue de significativa importancia (...) (Calvo, 1989: 134).

Las tormentas que cayeron sobre Villa María cuando se ejecutaba el trabajo develaron la mala calidad de una obra cuyo costo ascendió a $30 el m2. José Pedernera (1970) asevera que en ese momento se realizaron en Bell Ville pavimentos de hormigón armado (es decir, de una calidad superior) que constaron entre $9 y $12 por m2.

Cuando Eugenio Parajón Ortiz dejó el Departamento Ejecutivo (22 de febrero de 1936), Rossello y Fressone transfirió la concesión de la pavimentación a José Basso Aguirre.

En el mandato de Emilio Seydell (1936-1940), después de varios inconvenientes (anulación de recepciones, cancelación de tareas) se terminó de pavimentar el radio previsto en la Ordenanza Nº 443. Pero Basso Aguirre incumplió su deber de conservación. Aunque se ejercitaron numerosas reclamos contra el contratista (algunos por vía judicial), éste no intervino la calzada.

 

Mala calidad

Consecuentemente, en virtud de la mala calidad de la obra, todo el cuadro que pavimentó Salamone se reparó en la primera gestión de Salomón Deiver (1940-1943) y reconstruyó en 1953.

En una entrevista que Perazzolo (intendente entre 1952 y 1955) concedió al periódico villamariense Tercero Abajo en junio de 1953 dijo: “Pienso que en 60 días más estará reparado en toda la ciudad y luego tendremos que ver por dónde iniciamos la reconstrucción, porque como es de pública notoriedad, nuestro afirmado en ningún caso ha resistido más de 90 días su arreglo”.

 

La Plaza Centenario

Conservada a través de los años sin incorporársele modificaciones fundamentales, este paseo público es uno de los más logrados, desde el punto de vista estético, de todo el país. Modernizó, a su vez, un área fundamental del radio céntrico de la ciudad. (Calvo, 1989: 136).

La actual plaza Centenario (prevista ya en el segundo plano de Villa María, realizado en 1883) constituyó el emplazamiento del Mercado Colón entre 1888 y 1928.

Cuando este centro se trasladó  en 1928 a Corrientes y Carlos Pellegrini (actual Salón de los Deportes), el municipio tumbó el mercado para remodelar la plaza.

En 1933, Francisco Salamone presentó un megaproyecto en la Municipalidad de Villa María para realizar una sede gubernamental (con su plaza circundante) y un matadero modelo.

El palacio se realizaría en la plaza Centenario, pero el municipio (en medio de protestas vecinales) declinó el proyecto debido a su costo.

Plano de la sede gubernamental proyectada por Salamone en la plaza Centenario (costado ubicado sobre la calle General Paz).

Considerando esto, en 1935, se concretó una remodelación de la plaza Centenario que no incluyó la sede gubernamental.

Su ejecución se adjudicó a José Licciardi. Francisco Salomone intervino como proyectista y director.

La remodelación estuvo cuestionada en materia de transparencia; ya que mientras se desenvolvía, el Departamento Ejecutivo, unilateralmente, realizó numerosos cambios (ampliaciones, reformas, complementos) que aumentaron el valor pautado de antemano.

Para Mario Ortiz el proyecto que concretó Salamone en la plaza norte de Villa María, conceptualmente, está sustentado en el futurismo italiano, integra aspectos de la arquitectura art decó (particularmente en luminarias, bancos y fuentes) y tiene el ascendiente de una plaza parisina (visible en la geometría que preside su estructura y ornamentación; con trazado de diagonales y colocación, controlada, de árboles y arbustos).

La misma fuente consultada  indica que Salamone concibió un espacio con centro y periferia, dividido mediante caminos que sirven para atravesar la manzana pero, esencialmente, invitan a transitar, descubrir y contemplar los circuitos interiores.

Según su criterio, esto diferencia los sectores (de canal y de recinto) y jerarquiza los senderos.

Por último, Ortiz observó que la plaza se enmarca con fuentes ubicadas en las esquinas. Estos ornamentos sirven como referencia (puntos focales o de interés) para quienes están dentro y fuera de la manzana.

 

El Matadero Modelo

El Matadero Modelo Municipal, todavía operativo, fue inaugurado sin terminar el 16 de febrero de 1936; presidieron esa ceremonia el intendente Eugenio Parajón Ortiz y el ingeniero-arquitecto Francisco Salamone.

Este inmueble art decó, ubicado en Alvear 1900, se construyó en un sitio que poseía Carlos Urquijo frente a las instalaciones ganaderas del Ferrocarril Central Argentino. Su ejecución, en virtud de la Ordenanza Nº 380 (17 de junio de 1934), se adjudicó a Agenor Villagra. Francisco Salamone, intervino en calidad de proyectista y director.

La obra, como el pavimento y la plaza, estuvo cuestionada en calidad, transparencia y, particularmente, costo (su valor superó ampliamente el monto previsto).

Jesús Chirino (12 de julio de 2015) comparte las valoraciones escritas por un periodista de Lucha (medio cordobés), que visitó el Matadero Modelo en 1937 con el veterinario Negro y al administrador Díaz.

Según Chirino, este informe (17 de mayo de 1937) rescata la estética general del inmueble, aunque critica “las letras que adornan la fachada del edificio principal y el exceso de molduras y adornos”.

Observando los corrales, el visitante indica: “Son de caño, pintados de color celeste, en lugar de alambres u otro sistema”. Resalta que, en virtud de eso: “los animales al golpearse terminan lastimándose”. Culmina su valoración de esa parte del matadero marcando la falta de un cobertizo.

Ubicado en el sector de faenamiento dice: “Es de aspecto agradable (...) un amplio salón con todas las instalaciones modernas y con todos los requisitos necesarios de iluminación e higiene”. Pero cuestiona el declive de los pisos y diámetro de las tuberías, porque, según su criterio, impedían una buena circulación de los residuos (para el periodista, solucionar ese inconveniente implicaría reformar entre 60 y 70 metros de tuberías embutidas).

El 22 de febrero de 1936 Eugenio Parajón Ortiz dejó la Intendencia de Villa María debido a los cuestionamientos que tenía su gobierno en materia de transparencia. Fue sustituido por Juan Blanco, nombrado comisionado municipal por el Gobierno provincial.

Contra el exintendente, con base en una investigación realizada por contadores interventores, se activó un juicio por violación de deberes y malversación de recursos. En mayo de 1937 Emilio Seydell se presentó en el Juzgado Criminal para denunciar a Parajón Ortiz por defraudación reiterada de caudales públicos. Según Bernardino Calvo (1989) responsabilizaba a su predecesor por falencias, desórdenes y anomalías encontradas en el municipio: alto endeudamiento, crédito cortado, magra recaudación, personal impago.

Considerada la denuncia, se ordenó su detención, pero recuperó la libertad después de declarar. Aun así, exconcejales en esta gestión (como Fraire y Vijande) fueron condenados (24 de julio de 1939) por adulterar documentación pública (concretamente, la normativa generada para construir el Matadero Modelo Municipal).

Conviene remarcar que, debido a las falencias que mostró este centro (inaugurado prematuramente), Juan Blanco procedió a su clausura el 13 de marzo de 1936 para practicar reformas (y la actividad continuó desenvolviéndose en el anterior matadero).

En la gestión de Emilio Seydell (1936-1940), se cursaron notas a Francisco Salamone solicitándole que volviera a Villa María para terminar el trabajo. Pero el ingeniero-arquitecto ya se encontraba en la provincia de Buenos Aires ejecutando el megalómano proyecto del gobernador Manuel Fresco.

El plan de Fresco

En la gobernación de Fresco (seguidor de Hitler y Mussolini), Salamone replicó el modelo que ejecutó parcialmente en Villa María, en varias poblaciones bonaerenses, como Laprida y Saldungaray: “humildes asentamientos que aún conservaban el aspecto de fortines defensivos (...) y, a lo sumo, habían ganado cierta modernidad con la llegada del ferrocarril” (La Nación, 29 de marzo de 2017).

En estos modestos municipios, resaltó la supremacía del Estado mediante la monumentalidad arquitectónica. Consecuentemente, la altura de las estructuras salamónicas superaba la altura promedio de las urbes, imponiéndose sobre cualquier inmueble.

Terminada esa gestión (1940), Salamone se recluyó en el hotel que poseía en Buenos Aires, ubicado en Uruguay 1231. Seguidamente, viajó a Montevideo para intentar eludir un juicio.

Según La Nación (15 de septiembre de 2018): “Había firmado como director técnico de una obra de pavimentación en Tucumán, y para evitar la prisión preventiva, su abogado le recomendó dejar el país”.

Volvió a Argentina en 1945, pero no recuperó la trascendencia que tuvo antes de 1940. Solamente construyó algunos inmuebles de propiedad horizontal mediante Safrra, su empresa familiar.

Murió el 8 de agosto de 1959.

 

Reivindicación

La obra arquitectónica que Salamone realizó en Buenos Aires está declarada Patrimonio Cultural Provincial y Monumento Histórico Nacional. Por su parte, la plaza Centenario de Villa María constituye el Patrimonio Cultural, Arquitectónico y Ecológico” municipal mediante la Ordenanza Nº 2.830 (15 de mayo de 1990).

Actualmente, el Gobierno de Martín Gill tiene previsto realizar una intervención en la plaza Centenario para preservar la obra que proyectó Salamone. En el mismo sentido, a partir de una gestión de la edil Gisele Machicado, se está considerando declarar este bien y el Matadero Municipal Patrimonio Histórico Nacional.

 

Referencias

Calvo, Bernardino (1989). “Historia popular de Villa María”. Tomo II. Cámara de Senadores de la Provincia de Córdoba. Córdoba.

Chirino, Jesús (12 de julio de 2015). “Matadero Municipal: bello, caro y con fallas técnicas”. El Diario del centro del país.

Chirino, Jesús (6 de noviembre de 2016). Recreación de una de sus obras. El Diario del centro del país.

La Nación (29 de marzo de 2017). “Mapa: la ruta de la arquitectura descomunal”.

La Nación (15 de septiembre de 2018). “Salamone, la ruta de la arquitectura descomunal”.

MVM (Municipalidad de Villa María). DEM (Departamento Ejecutivo Municipal). Decreto Nº 332, 2 de marzo de 1935.

HCD (Honorable Concejo Deliberante). Ordenanza Nº 421, 2 de marzo de 1935; Ordenanza Nº 443, 4 de septiembre de 1935; Ordenanza Nº 2.830, 15 de mayo de 1990.

Pedernera, José (1970). “Historia de la ciudad de Villa María”. Villa María, Argentina: Centro de Investigaciones Históricas Ramón J. Cárcano. Escuela Normal Víctor Mercante.

Secretaría de Cultura de la Nación (14 de marzo de 2017). “Doce monumentos para conocer la obra de Francisco Salamone”.

Tercero Abajo (periódico villamariense).

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