PATRIMONIO

Treinta años de un ICONO CULTURAL

El edificio de la Biblioteca Nacional, en Buenos Aires, es una de las joyas arquitectónicas que esconde una llamativa historia: en 1955 fue bombardeada y la reconstrucción llevó tres décadas
miércoles, 15 de junio de 2022 · 08:30

Se cumplieron recientemente 30 años de la creación de una de las joyas arquitectónicas argentinas. Sobre avenida Las Heras y calle Agüero, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se erige el edificio de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

Es un emblema de la cultura nacional y un ícono de la porteñidad. La historia del edificio actual, ubicado en una de las zonas más elegantes de Buenos Aires, tiene una larga y compleja historia.

El lugar elegido no era cualquiera. Allí se encontraba el Palacio Unzué, utilizado por Juan Domingo Perón como residencia presidencial y bombardeada en 1955 en los días previos al golpe de Estado que llevó al poder a la autodenominada “Revolución Libertadora”. En 1958, el dictador Pedro Aramburu había decidido demoler lo que quedaba del Palacio Unzué, como una forma extendida de la proscripción del peronismo. Sin embargo, en 1960, el entonces presidente Arturo Frondizi destinó tres hectáreas del terreno disponible a la Biblioteca Nacional. En 1962 se eligió, por concurso, el proyecto de los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga de Bullrich.

El arquitecto Testa dijo que la idea principal fue ubicar los depósitos del edificio bajo tierra, pues la totalidad de la manzana estaba destinada a la biblioteca y una plaza pública. Esto protegería a los libros del perjuicio de la luz y permitiría en el futuro expandir el espacio de los depósitos. Liberada la estructura del edificio del peso de los depósitos de libros, se pensó en la posibilidad de elevarla sobre pilotes para permitir la vista libre, dejando una plataforma de acceso libre abierta.

“Este nuevo edificio -dijo Frondizi- será el símbolo de la integración. Cuando los ‘gorilas’ quieran investigar, tendrán que hacerlo donde vivieron Perón y Evita, y en el caso de los peronistas, que pregonaban ‘alpargatas sí, libros no’, no encontrarán la casa de su líder, sino la Biblioteca Nacional”.

Se empezó a construir recién en 1971, y todo fue lento. Durante la dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976 hubo un momento en que se suspendieron las obras. Se reiniciaron en 1982. Durante la etapa final de la obra, los arquitectos Testa y Bullrich fueron removidos de la dirección. Todo quedó a cargo de la Dirección General de Arquitectura Educacional (DGAI).

Fue entonces cuando se modificaron detalles importantes, como los revestimientos del auditorio, para los cuales se eligieron materiales más económicos. Lo mismo sucedió con los parasoles metálicos de la fachada. Según algunos expertos, esto da un aspecto inconcluso al edificio y perjudica a los lectores en determinados horarios del día.

Finalmente, gracias a un préstamo del Reino de España en 1990, se logró terminar la construcción. El nuevo edificio fue inaugurado el 10 de abril de 1992, en un acto liderado por el entonces presidente Carlos Menem y con la presencia de importantes figuras de la cultura de la época.

Adentro hay tres depósitos subterráneos: dos de ellos, destinados a libros, y el otro, a revistas y diarios. Además, funciona actualmente la Escuela Nacional de Bibliotecarios. En el año 2019, el edificio de la Biblioteca Nacional fue declarado Monumento Histórico Nacional.

El edificio cuenta con un diseño brutalista, un estilo surgido en los años cincuenta que fue muy popular en el mundo entero. Se caracteriza por privilegiar las estructuras de hormigón armado dejadas a la vista y tratadas de manera escultórica. En este caso, su forma es de una gran T.

 

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