La nota triste de la semana

El adiós al... arquitecto de familia

Rodolfo Livingston, el "antiarquitecto", nacido en Argentina y con buena parte de su trabajo desarrollado en Cuba, fue reconocido en el mundo por su manera de incorporar a los grupos familiares en las reformas de sus hogares
miércoles, 11 de enero de 2023 · 08:30

En lo que va de nuestro espacio de Arquitectura de la semana pasada a este, se produjo una de esas noticias esperables, pero no por ello menos impactantes: fue el viernes, cuando falleció el arquitecto y urbanista Rodolfo Livingston.

El creador del premiado método “Arquitectos de Familia”, un sistema que “pateó el tablero de la arquitectura” al hacer partícipes a las familias en el diseño de las viviendas, tenía 91 años.

“Lo que logró Rodolfo fue cambiar la manera de como pensar a la arquitectura. Era afín a una arquitectura más sensible y humana, alejada del ‘lobby’ y del negocio inmobiliario”, expresó su colega Nahuel Ré, integrante del Departamento de Dirección de Obras del Estudio Livingston.

Además, Ré lo recordó como “un tipo muy divertido” y “amiguero” que “vivía replanteándose las cosas”, y destacó que “entablaba relaciones muy afectuosas con los clientes”, quienes “lo querían mucho”.

“Fue un revolucionario en cuanto al sistema de trabajo que adoptó e inculcó; un sistema caracterizado por la atención de familias y por escuchar lo que el cliente quiere, un sistema de diseño participativo que recibió premios internacionales en Estambul y Bruselas, por ejemplo”, añadió.

Para la arquitecta Paula Florenza, colaboradora del Estudio Livingston, “el método que desarrolló fue un punto de inflexión”.

“Él se autodenominaba el antiarquitecto”, aseguró la profesional.

“Para los demás arquitectos tradicionales, hacer la reforma de un baño o una cocina es un trabajo que toman como una obra pequeña. Y los arquitectos de familia tenemos la visión de que no hace falta hacer obras ni agregar metros cuadrados; a veces hay que resignificar los espacios”, explicó la mujer.

En tanto, para Ré -que en sus primeros años de ejercicio de su profesión se vio cautivado por el método-, este sistema “va a trascender bastante porque es revolucionario y le da una sensibilidad especial a una profesión que suele ser bastante rígida”.


En sus propias palabras...

“Lo que importa es la vida que sucede en ese espacio. No es el espacio en sí mismo, sino lo que sucede en él”, señaló Livingston a la Agencia Télam en julio de 2020, en el marco del primer Congreso Internacional llevado a cabo de manera virtual con el objetivo de generar una relación de mayor solidaridad entre profesionales de la arquitectura y sus clientes.

Durante los años 90, el arquitecto supervisó la aplicación del programa Arquitectos de la Comunidad en Cuba, donde también escribió más de 500 artículos y realizó reportajes en revistas especializadas y en publicaciones de interés general. “Rodolfo tenía a Cuba como una referencia a nivel político, social y económico. Era muy afín a esas ideas, que tiene que ver con estar con el pueblo, con la gente, algo distinto a lo que es la arquitectura tradicional, que a veces deja de lado a la persona”, comentó el arquitecto Ré.

Ese programa fue el germen del taller de Arquitectos de Familia que dictó durante años en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, donde los estudiantes realizaban gratuitamente proyectos para las “familias comunes”  que se anotaban.

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