NOTA Nº 583, escribe Jesús Chirino

Villa Nueva: Biblioteca Popular Luis Roberto Altamira

Una biblioteca es un lugar de encuentros y de hallazgos. Un espacio en el cual se producen oportunidades para la construcción de saberes. Pero para ello no sólo tienen que existir libros y otros tipos de materiales, también deben darse las condiciones mínimas para que sea habitada por quienes trabajan y los usuarios que concurren. En el caso de la Biblioteca Altamira hace falta trabajar para mejorar esas condiciones. La presidenta de la Comisión que rige la institución aclara que se trata de la única biblioteca pública de Villa Nueva y que la ayuda que reciben del municipio es mínima. La ciudad está cerca de celebrar su cumpleaños, quizás es una oportunidad para lanzar un proyecto que rescate ese espacio cultural.

 

Libros y humedad no hacen una buena hermandad 

En una habitación de la Casa de la Cultura de Villa Nueva, un placa metálica señala que allí funciona la Biblioteca Pública Municipal Luis Roberto Altamira. En el bronce puede leerse que la misma “fue creada por Ordenanza 022-91 y Decreto 107-91” El 25 de agosto del año 1991, durante la Intendencia de Carlos W. Zanotti. La letra de metal de otra placa informa que se reinauguró el 7 de octubre de 1996, bajo la Intendencia de Braulio Zanotti. Antes de ingresar, en un modesto letrero de papel, leo los horarios de atención al público “de lunes a viernes”, el turno matutino va de 8 a 11.30 y por las tardes, de 16 a 18. 

Al ingresar la humedad del ambiente da la primera nota, es claro que no es un lugar propicio para el funcionamiento de una biblioteca y menos para que alguien trabaje respirando por horas ese aire. Las estanterías están abarrotadas de material bibliográfico. Los pasillos, entre un mueble y otro, son tan estrechos que anuncian la incomodidad. La bienvenida de la presidenta de la Comisión que sostiene la biblioteca, Irma Zaire de Salazar, no disimula el mínimo espacio que posee la institución para el desarrollo de las actividades de quienes colaboran con su trabajo.  

Irma cuenta que hace 24 años trabaja con la biblioteca. Es mucho tiempo. Miro la pared y veo que una parte de la misma está desnudándose, ya quedó sin pintura y el revoque más fino está terminando de caerse. La humedad da brillo a los gruesos granos de la arena expuesta. Todo deja en claro que no se trata de un lugar para los libros que ya han cubierto cada rincón posibles y, como aclara Irma, no pueden acomodarse mucho pues no hay lugar. Sentada en una pequeña mesa recuerda que iniciaron “con 39 libros y actualmente contamos con 10.200”. También dice que nadie del municipio explicó claramente la motivación que les llevó a sacarle una sala, de las dos que tenía la biblioteca. 

 

El municipio impulsó la Comisión 

En la única sala que actualmente tiene la Biblioteca Popular Luis Altamira, en un armario, están guardado los libros de actas. Tomamos el primero que dice que fue iniciado el 17 de abril de 1997, al año siguiente de la referida reinauguración. En la página inicial alguien escribió que se procedía “a dar apertura al presente libro de Actas de la Comisión Amigos de la Casa de la Cultura”. Es la primera Acta y refleja la reunión realizada en el mismo domicilio que actualmente ocupa la Biblioteca, es decir, al 1259 de la calle Deán Funes, en Villa Nueva.  Del escrito se desprende que se reunieron para formar “una comisión de 14 miembros que sea la destinada a la administración, cuidado y organización de la Biblioteca Popular Luis Roberto Altamira, que se encuentra en la Casa de la Cultura como biblioteca pública municipal y que de acuerdo a las exigencias de la Comisión Protectora de las Bibliotecas debe convertirse en biblioteca popular para recibir el aporte de la citada Comisión”. Allí se deja en claro que se la institución tenía carácter municipal pero, con el fin de conseguir fondos, pasaría al ámbito privado en manos de la Comisión que pretendían formar. 

Se anotó que fue el director municipal de Cultura, Pablo Granado, quien abrió la reunión explicando “los alcances de la Comisión que tendrá carácter de autónoma” y “debería recoger sus propios fondos para sostenerse”. También se plantea que la misma será “pluralista”, es decir que albergará “en su seno todas las tendencias”, no pudiendo “hacer distingos de tipo racial o religioso y trabajar exclusivamente en favor de la cultura de la ciudad fomentando el hábito de la lectura para lo que la CD deberá utilizar para esta finalidad todos los medios disponibles, radio, televisión, diarios...”. 

En esa misma reunión, donde el Estado municipal representado por el director de Cultura activa la formación de la Comisión que administraría la biblioteca, quedó establecido que la misma tenía el deber de redactar sus propios estatutos. Luego se pasó a la conformación de la nómina de autoridades. En primera instancia se propuso que la Presidencia de la Comisión fuera ejercida por el “señor Aguzzi”. El candidato declinó el ofrecimiento por tener muchas ocupaciones personales, entonces fue propuesto José Maldonado. Este segundo candidato agradeció, a la vez que señaló no poder asumir esa responsabilidad por el trabajo que tenía en la empresa que lo empleaba. Entonces llegó el turno de Pablo Granado, que al ser propuesto dudó en aceptar, dialogó con los presentes y terminó aceptando la responsabilidad de ser el primer presidente de la Comisión.

 

Primera Comisión 

Irma Zaire dice que gracias a la iniciativa de Granado se formó la biblioteca: “El creyó conveniente hacer una biblioteca pública con su documentación correspondiente, es decir, con la personería jurídica y todo eso... luego se hizo un convenio para que estas dos salas pertenecieran a la biblioteca, hasta que tengamos un espacio fijo para funcionar. Como dije anteriormente, de las dos salas sólo les queda una y las condiciones en que funciona la biblioteca distan mucho de ser las ideales.

Retornando al acta de reunión donde se conformó la primera Comisión veo que Noelia Cabrera de Simieli y Roberto Farías fueron propuestos para la secretaría. Por tratarse de dos personas y un cargo se puso a votación y Noelia salió elegida. Farías quedó como prosecretario”. El escrito sigue diciendo: “Se continúa proponiendo nombres y votando para ver quién queda como titular y quién como suplente”. Así quedan en los principales cargos Carlos Mariani como tesorero, en la Protesorería fue elegida María Isabel Felipe y Mónica Canónico junto a Selva Ponce fueron designadas vocales titulares.

En este mes aniversario de la ciudad de Villa Nueva, quizás se conozcan detalles de algún proyecto oficial para recuperar las condiciones de este espacio cultural. Actualmente existe una carrera de Bibliotecología en Villa María, que podría ayudar en el armado del mismo. Claro que la principal responsabilidad recaerá en el municipio y la Comisión.  

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