Tocar tambores nos conecta con el suelo, con nuestro origen y con nuestra música

 

Escribe Ailín Peirone

Lucila Gabosi y Romina Alvarez son músicas que, a partir de este año, empezaron a coordinar talleres grupales de percusión para mujeres. Conversamos con ellas para saber más acerca de los ritmos que tocan, sobre el ser mujer en el mundo del arte y la percusión. Conversamos  sobre las clases que dictan, lo que sienten al hacer música de manera grupal y sobre su participación en el encuentro que llevó a cabo  Vivi Pozzebon en la ciudad de Villa María.

En los talleres “aprendemos a tocar ritmos afrolatinoamericanos, sus características y su historia desde los instrumentos que cada una tenga al alcance” explicaron. La iniciativa se produjo por las ganas de generar y hacer crecer la comunidad tamborera en la ciudad, “transmitiendo lo que nosotras mismas vivenciamos en la experiencia de tocar junto a nuestras pares”.  Advierten que buscan expresar distintos ritmos de manera espontánea y grupal, “escuchándonos y ayudándonos desde lo vocal, lo corporal y el juego hasta traducirlo finalmente a nuestros tambores”.

Entre quienes asisten al taller “se genera una complicidad llena de empatía, en la que una se ve en la otra, contagiándose el entusiasmo y la adrenalina. Un lazo de confianza y comodidad muy fuerte a pesar de no conocerse”, expresaron. Según sus palabras, la idea del proyecto es seguir alentando a que más compañeras se animen a acercarse, tener seguridad al tocar la percusión, “generar encuentros, mateadas, comidas y tamboreadas en donde podamos compartir desde el ritmo y el aprendizaje”.

 

La historia detrás de los tambores

“Creemos que es importante difundir y conocer los ritmos de nuestro continente y su raíz porque son parte de nuestro ADN y de nuestra identidad como comunidad; una cosmovisión que por lo general no encontramos en lo cotidiano” explicaron Romina y Lucila. A su vez, comentaron que es importante visibilizar la presencia de la mujer en instrumentos como los tambores que en sus orígenes era algo que no estaba permitido. “Las historias detrás de estos ritmos en general hablan de esclavitud y de resistencia, siempre desde el disfrute y la alegría”, relataron.

Les preguntamos qué generaba en ellas tocar los tambores. Para Romina “genera adrenalina, trance y un lazo de comunidad muy fuerte”. “Me conecta con el suelo, con mi origen y con mi historia. Me divierte y me tranquiliza a la misma vez”, agregó Lucila.

María Elena Andrada, Ana Palacio, Jésica Raina, Alejandra Isla, Valeria Rainaudi y Laura Guerrero son algunas de las chicas que asisten al taller y contaron que para ellas es algo liberador, que genera alegría y disfrute. Aludieron que “hacer percusión es un cable a tierra, el ritmo y el sonido de los tambores convocan a movilizarse desde lo más profundo” y que se sienten renovadas al salir de las clases. “Tocar un tambor me conecta con lo más profundo de mi ser. Me siento una sola con el instrumento” finalizó Alejandra.

 

Crear la música de manera grupal

Les preguntamos qué les gustaba de hacer música en conjunto con otras mujeres, a lo que Romina refirió: “Lo más hermoso es esa creación colectiva que se forma con el sonido de cada una conviviendo y retroalimentándose. Un lenguaje nuevo generado en el instante”.

“En la percusión es casi indispensable el ensamblar o tocar con alguien más. Los ritmos necesitan de esa superposición de voces, de melodías o timbres; y eso es lo que más me gusta de hacer música en grupo: la compañía, la comunicación y el juego”, añadió Lucila.

Por otra parte, quienes asisten a los encuentros refirieron que lo que les gusta es la unión que se genera, la experiencia compartida, el aprendizaje constante. Ale contó que se “genera una energía única, te conecta con las demás”. “El estar tocando con otras personas me hace soltar, desestructurarme, vivenciar el ritmo hace de un aprendizaje constante”, explicó Vale. Laura finalizó: “Hacer música en grupo es sanador”.

 

“Los feminismos en la música nos enseñan que podemos hacer lo que queramos”

Las entrevistadas explican que “el machismo y el heteropatriarcado están en varios ámbitos y espacios, pero es desde nuestro quehacer y con nuestras herramientas que lo combatimos y nos damos fuerza, aliento, motivación y confianza”. “Percibo machismo en el ámbito de la música, desde el contenido de muchas canciones misóginas, el consumo y la reproducción inconsciente de las mismas hasta en la diferencia de oportunidades en los escenarios y en la industria musical”, explicó Lucila.

“Los feminismos en la música nos enseñan que podemos hacer lo que queramos, que somos capaces y podemos con todo, que somos un equipo y una red”, agregó Romina. “Los feminismos en la música influyen generando espacios dignos de aprendizaje en donde se intercambia entre nosotras sin ser juzgadas, difundiendo música de mujeres y revalorizando nuestro trabajo”, explicó Lucila.

Sobre el ser mujer en el mundo del arte, Romina explicó que para ella es  “deconstrucción, construir el lugar que queremos sin prejuicios o limitaciones viejas y ajenas”. “Implica resistencia, responsabilidad y conciencia. Crear espacios dignos y seguros para nuestro arte”, agregó Lucila.

Las mujeres que asisten al taller también dieron su opinión. Jésica explicó que “como mujeres tenemos mucho por decir y el arte es la mejor manera de expresarlo”. También mencionaron que el arte llena el alma y que sentían que hoy es diferente que hace décadas y que actualmente había muchas mujeres especializadas.

 

-¿Cuál es su recorrido y aprendizaje en la música?

-Romina: Mi recorrido y aprendizaje en la música viene desde lo académico, lo comunitario y de manera autodidacta. Formé parte de varias agrupaciones y bandas diversas donde aprendí mucho en la experiencia misma de tocar.

-Lucila: Mi primer acercamiento con la música fue con el piano, empecé a tocar los tambores y la música popular recién cuando vine a la ciudad para estudiar. Y a partir de entonces participé en distintos proyectos musicales y bandas, en una de las cuales nos conocimos con Ro.

 

Vivi Pozzebón en Villa María y un encuentro de tamboreras 

Las entrevistadas nos cuentan que estuvieron en la jornada que realizó Vivi Pozzebón en la ciudad, la cual es cantante y una de las principales referentes en la percusión del país.

Pozzebón dirige el proyecto “Mujeres al tambor” con la idea de formar una red de mujeres percusionistas para intercambiar experiencias y trabajo. Hablamos con ella y nos comentó que “el proyecto nació en 2010 y es creado en conjunto con Lili Zavala, que reside en Suecia, como un espacio de empoderamiento de las mujeres a través de la percusión, mediante talleres”. A  su vez nos comentó que cree necesario estos espacios para “asumir nuestros roles y ganar el lugar que por siglos ha sido invisibilizado”.

Lucila comentó que quedó muy contenta de la participación “porque éramos un montón de tamboreras de la ciudad. Por ahí no nos conocemos entre todas y está buenísimo ir acercándonos cada día más en ocasiones como esas”.

Romina mencionó que también estuvo en los retiros de tamboreras en las sierras de Córdoba que Vivi organiza y que “transmite tanto en el escenario como en sus talleres esa confianza, fuerza y actitud que la caracteriza”. 

 

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