COMENTARIOS de puestas escénicas protagonizadas por mujeres en Villa María
Ellas actuaron y dieron que hablar
Cinco obras encabezadas por artistas se plasmaron en la segunda etapa del año con un diverso abanico de miradas sobre género y el empoderamiento femenino
Escribe Juan Ramón Seia
De nuestra Redacción
Sin riesgo a equivocarnos podríamos afirmar que este año ha sido uno de los más fructíferos en materia teatral y escénica en Villa María.
Elencos de probada trayectoria, grupos concertados o “ad hoc” y compañías de reciente formación han volcado diferentes trabajos sobre tablas durante 2019, con una buena respuesta del público, en términos generales, detrás.
Como ya hemos comentado en una entrega anterior, la oferta teatrera estuvo marcada, en la mayoría de los casos, por la modalidad de cobro de “entrada gratuita y salida a la gorra”.
Dentro de un panorama de crisis económica, los elencos se han orientado -descontando las excepciones-, hacia esta opción que por un lado, les aseguró mayor margen de público, y por el otro, un sostenido incremento de entradas que en un punto se equilibra con lo estimado que se podría recaudar mediante la opción tradicional.
Pero la otra cualidad distintiva de esta temporada resultó la cantidad de producciones protagonizadas y/o montadas por mujeres. Incluso, la mayoría de ellas sumó un interesante abanico miradas sobre género que dan cuenta de los signos reflexivos de la actualidad.
“Verona”
Un elenco concertado que contó con la participación en escena de Florencia Bringa, Valeria Valls, Jimena Magalí y Leticia Soria, más la producción a cargo de Rocío Orozco y Rebe Giarola, montó una adaptación a la pieza escrita por Claudia Piñeiro en la Usina Cultural durante cuatro domingos consecutivos (la última jornada con doble función).
Por momentos costumbrista y por otros con el formato de comedia de situación, la obra fue celebrada por el público que se rió desde el inicio hasta el final. La acción, ubicada únicamente en el baño de una casa, remite a la reunión de tres hermanas en la morada de su madre que está festejando su cumpleaños ante los invitados. Alejadas del murmullo general, desnudan sus variopintos traumas personales. El personaje de Bringa, al estilo de Susana en “Esperando la carroza”, decreta de sopetón que está cansada de cuidar a su mamá mientras que Valls y Magalí interpretan los papeles dicotómicos entre la casada supuestamente feliz y la soltera liberal y feminista aunque, en suma, unen sus pruritos para no asumir el flamante rol vacante. Soria, por último, hace las veces de hermana menor a quien no la dejan entrar al sanitario en ningún momento hasta que logra sortear el impedimento y anuncia la noticia: la cumpleañera en ciernes se va a vivir con ella a la localidad italiana que da nombre a la pieza. Se destacan, además, el vestuario, la utilería y la escenografía.
“Morderé la piel de tu corazón”
Cinco mujeres trabajaron y aportaron, por etapas, para la gestación de esta obra performática que contó con sólo cuatro funciones en noches consecutivas en la SalaMandra.
Bajo la idea primigenia de la actriz y psicóloga Verónica Farías con dirección de Fernanda Ludueña, se edificó una puesta donde se intuye de a poco una reflexión intimista pero a la vez social y simbólica sobre una mujer que se prostituye. Entre cuadros netamente coreográficos y estilizados, se intercalaron un primer pequeño acto cómico y diversas cargas semánticas desde las distintas miradas prejuiciosas que se pueden inscribir sobre ese deseo consumado o esa orientación asumida como oficio marginal. Muy interesante la observación del cuerpo deseado como receptor cuasi maternal de “lo que cae” del edificio social y también la crítica hacia el propio feminismo que en ocasiones tampoco convalida y se opone solapadamente a dicha práctica. La escritora Virginia Ventura aportó los textos, Guadalupe García Gómez sumó proyecciones, Yanina Pastor el vestuario y Rocío Orozco la producción. Oportuno el guiño musical con canciones de Leo Mattioli y una versión de “Feeling good” casi al final. Farías se destacó desde lo corporal y en la recreación de los parlamentos bien frente al público, escrutando sus reacciones. Por lo demás, la obra resultó demasiado extensa en el último tramo.
“Falaz”
Como ya se ha precisado en estas páginas, dicha obra fue estrenada por El Basilisco, con actuaciones de Mariana Pons y María José Sarmiento dirigidas por Valeria Plovanich, en el Club Sarmiento.
Se trató de una destacada creación propia del elenco concretada luego de meses de ensayo donde se plantea la relación de una madre y una hija que ofician de cocineras en una mansión en tiempos de la posguerra en Inglaterra. En escena se pudieron vislumbrar ciertas reflexiones sobre el poder y la servidumbre a la vez que circulaban secretos ocultos acerca de la paternidad de la joven empleada. El personaje fuera de campo, la dueña de casa, es depositaria de los maliciosos comentarios de ambas, con frases como “la venganza lo cura todo”.
La puesta incluye pasajes dramáticos y algunos pocos momentos de distensión hasta un final abrupto e inesperado que da un vuelco a la tensión del relato: se esperaba el regreso del hombre del hogar, aunque no vuelve como ambas lo esperaban. Escenográficamente, la pieza es impecable.
“Luz azul”
El elenco Metamorfosis estrenó la comedia negra “Luz azul” del coreógrafo, bailarín y dramaturgo cordobés radicado en Buenos Aires Rakhal Herrero, en la SalaMandra, bajo la dirección de Roxana Sella y asistencia de Agustina Salgado.
Se trata de un destacado trabajo actoral plasmado por las jóvenes actrices Janet Valladares y Victoria Fernández, quienes interpretan a dos hermanas mellizas acusadas de matar a su padre. Los visos humorísticos del inicio, los giros de absurdo y los -todavía inexplicables- atuendos que emulan a Marilyn Monroe, ingresan de a poco en una atmósfera ominosa donde se descubren los perfiles psicóticos de ambas mujeres que se acusan mutuamente de haber cometido el crimen, a la vez que afloran los celos y las malicias incestuosas. Certera inclusión de una voz en off, al inicio y al final, con el burocrático e impersonal lenguaje de la justicia sobre el devenir del caso.
Mañana a las 21 se brindará la última función en la sala ubicada en Buenos Aires 472.
“Stabat Mater”
El grupo de danza contemporánea de la UNVM, conocido como Danzamble, concretó su primer trabajo con un director invitado.
Luego de años de investigación y germinación de creaciones propias, el elenco trazó una performance coreográfica pensada por el villamariense José Benítez.
Una labor que se fue plasmada en cuatro funciones en el hall de la Usina, donde naciera la idea original del montaje. Al igual que en obras anteriores del Danzamble, los flagelos a los que están acostumbrados a recibir las mujeres también tuvieron su eco en esta puesta. Las diferentes formas de violencia machista, desde las situaciones micro hasta el abuso y el asesinato, fueron recreados simbólicamente.
La secuencia religiosa, que da nombre al espectáculo, profundiza las diferentes pulsiones emotivas por las cuales atraviesan las bailarinas, con raptos de efusividad, de asunción celestial, de furia intensa y de angustiosa pasividad.
Participaron Noelia Casella, Ludmila Bernardi, Yami Fortuzzi, María del Mar Ferrero, María Josefina Ortega, Day Videla, Rocío Pérez y Evelyn González. Las tonalidades cromáticas también estuvieron acordes al relato coreográfico.
Vuelve el Trío Mal de Amores
Por otra parte, uno de los espectáculos del año en nuestra ciudad, el Trío Mal de Amores anunció que brindará una nueva función antes de hacer temporada en Carlos Paz, el sábado 14 a las 21.30 en el Club Sarmiento (Buenos Aires 1150) con el show de música, humor y teatro “CoversAción entre tres”, encabezado por Chumy Chanquía, Nacho Stanfield y Pedro Brignone.
