Alto Alegre: su riqueza entre las colonias

domingo, 24 de febrero de 2019 · 00:00
El 25, Campo Crespo, Pico Chaco y Santa Teresa son las colonias que se fueron criando conjuntamente al pueblo; aunque luego comenzó un declive urbano. Las historias, los datos y las cifras fueron rescatados del olvido por Daniel Pomba y expuestos en “Alto Alegre y sus colonias” Escribe: Daniel Rodríguez Lleno de orgullo, y no es para menos, Daniel Pomba muestra su obra investigativa ya casi agotada. Es que “Alto Alegre y sus colonias” aglutina datos recopilatorios en un grueso libro que está repleto de nombres, números y espacios que seguramente lo tuvieron presente. En el marco de una zona donde la industria láctea colaboró a la creación de colonias; allí donde predominaban los inmigrantes italianos, nacieron los parajes de Santa Teresa (Los Troncos), El Acequión (El 25), Campo Crespo y Pico Chaco; los cuales dejaron sus historias hasta comenzar a vaciarse de a poco, con el peregrinaje de sus habitantes al pueblo.   El autor En dialogo con El Diario, Pomba (cantante, actualmente radicado en Buenos Aires) recuerda y genera un punto de partida: “Soy nacido en la zona rural de Alto Alegre, al norte del pueblo”. “Antes de 1913, cuando se funda el pueblo, había parajes. Nací en 1972 en El Acequión que, como tantas cosas, fue cambiando de nombre cuando se hizo un almacén; por el boliche 25 de Mayo, que fue fundado en 1942”. Es que, por el nombre de dicho espacio, el lugar también fue conocido como El 25. A veces se toman puntos geográficos para hacer referencia a un lugar de encuentro: “¡Nos vemos en El 25!” seguramente le ha dicho un vecino a otro; sin saber que dicha nominación quedaría. Respecto a la cantidad de habitantes de cada segmento, el investigador destaca que es una medida relativa porque “los habitantes se toman como cantidad de familias. Pero el mejor momento fue entre el 40 y el 60, cuando los colonos tenían 70 hectáreas”. En cuanto a la geografía y los primitivos mapas, hay que tomar como rasgo distintivo el hecho de que los boliches (almacenes de ramos generales), las escuelas y las fábricas lácteas eran una parte recurrente de dichos paisajes urbanos. Ellos eran, sin dudas, parte de su configuración. En referencia a esto, el creador de la placa sostiene que se dedicó a “resaltar los núcleos económicos y sociales de cada uno de los parajes”. Ya que “cada colonia tuvo su fábrica láctea que ahora son taperas”. Y haciendo referencia a los espacios educativos, existe un recuerdo anecdótico, ya que “las escuelas, construidas por el esfuerzo de los colonos, que había se formaban porque los habitantes contrataban a un maestro (o maestra) para ir una semana a una casa y los hijos de otros los mandaban también: por eso aparece más adelante la idea de crear la escuela”.   Fuentes Respecto a los recuerdos que engloba la zona rural siempre suele complicarse el hecho de recolectar datos. “Naturalmente aparecen las historias de Alto Alegre y también se volcó eso al libro”, explicó Pomba. A su vez, insiste en que ha “intentado hacerlo lo más fielmente posible con todos los elementos tangibles que uno ha tenido en la mano”. “Tuve que utilizar fuentes orales y tuve que viajar, utilizar la técnica del cruzamiento de datos de un punto en particular para consultar las fábricas, quien la creó (a la industria) y demás. En cada lugar me fueron informando”, recalca con un marcado agradecimiento. Un dato que le llamó la atención es el de “una fábrica que está camino al cementerio (desde Alto Alegre). Pensé que era un espacio de trabajo lácteo de 1946, pero no, antes había un boliche”.   Cada habitante, cada industria No solamente las colonias aparecen detalladas con el pasar de las páginas. Es que en este cruzamiento de datos nombrados por el entrevistado, también aparecen largas listas y planillas (de un libro con una excelente edición) en donde se nombra a las instituciones, empresas y lugares que fueron o que son habitados. “Le puse todos los datos de todos los habitantes de la zona, mayormente italianos, aunque había españoles como los Brusa”, distingue. En algunas ocasiones, por el paso de los años, la cuestión de conseguir cifras se hizo dificultosa. Por eso “al no poder contar con los elementos o la documentación, tuve que poner datos referenciales: como quién hizo la fábrica, por cuántas manos pasó, cuántos litros llegó a trabajar y los queseros que estuvieron”. También, entre tantas otras definiciones, aparecen los movimientos del ferrocarril, que atravesando las colonias dejaba un poco de progreso a su paso. Evocando su niñez, el hombre menciona que “En El 25 había un salón donde iba un señor con su proyector de 8 milímetros a pasar películas y era todo un evento. Esas cosas, sabiendo que las fuentes orales van desapareciendo y quedan en la nada, apunté a recordar, aunque me aboqué mayormente a las escuelas y fábricas”. La Biblioteca Nacional, el INDEC y miles de libros han sido consultados para construir una obra que deja precedente en un pueblo que precisaba que su historia sea puesta en papel. Es elemental a todo esto poder mencionar que existe otro libro que aborda las vivencias del poblado, pero su configuración es distinta.   Distinciones Es importante destacar que en dicho trabajo aparecen diversos mapas; que parece que se repiten, pero cada uno agrega un dato importante como puntos de referencia o dueños de parcelas. Además, también posee un apartado creado por la editorial “Abrapalabra” que da la posibilidad de situarse en Google Maps a través del código QR que aparece al margen de cada imagen geográfica. Con el prólogo del gobernador Juan Schiaretti y la distinción del intendente Omar Tavella, Pomba pudo lograr que su trabajo se destaque, aunque afirmó que logró, más allá de los laureles, que el libro no fuera tomado desde un punto de vista político. Ahora, Daniel Pomba no se detiene y ya se encuentra trabajando en otra localidad vecina a Alto Alegre y su particular cooperativa, pero es otra historia.

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