NOTA Nº 569, escribe Jesús Chirino

Trabajadores del Estado, bajo la primera Intendencia municipal

El surgir la primera Intendencia municipal, las primeras decisiones estuvieron dirigidas a la designación de quienes realizarían los trabajos necesarios en los espacios públicos. Aquellos municipales no contaban con muchos derechos reconocidos, como su sueldos magros. Incluso se registra el trabajo para la administración municipal por parte de presos.

 

Municipio propio, trabajadores de la administración local

Desde antes de la demarcación de Villa María, estas tierras se encontraban bajo la jurisdicción de la Corporación Municipal del Departamento Tercero Abajo cuya sede, generalmente, se situaba en la hermana localidad de Villa Nueva.  Recordemos que al principio de la existencia de esta localidad, la estación ferroviaria aparecía anunciada como Villa Nueva. Así comenzó la existencia formal de Villa María. Salir de la jurisdicción de la Corporación de Tercero Abajo comenzó a ser posible cuando, el tercer día del mes de febrero de 1883, ejerciendo el gobierno provincial Juárez Celman, entró en vigencia la reforma realizada a la Constitución Provincial de 1870. Allí se eliminaron los municipios departamentales, existentes hasta ese momento, disponiéndose que la provincia, a los fines administrativos, se dividiera en distritos. Esa decisión gubernamental estuvo en consonancia con el reclamo de estas tierras que planteaban que Villa María se constituyera como municipio autónomo. 

El 17 de mayo de 1883, ya con la Carta Magna provincial reformada, el oficialista Gregorio I. Gavier asumió el gobierno provincial. El 8 de noviembre de ese mismo año, las autoridades provinciales fijaron los límites municipales de Villa María, de esa manera se concretó el objetivo perseguido por los ciudadanos locales. Entre otros actores, trabajaron por ese logro, el periódico local “El Sol” y, también realizó acciones, el “Club Progreso”. El segundo día del último mes de ese año tuvieron lugar las primeras elecciones municipales de la localidad de Villa María. Se presentó una sola lista de candidatos que fue votada por sesenta y tres vecinos. De esa manera Pedro Viñas fue electo primer intendente de esta localidad en la cual entonces residían entre ochocientas y mil personas.

 

Contratación de trabajadores municipales 

 En relación al paisaje de la pequeña población podemos decir que la mayoría de las construcciones se ubicaban en la zona sur/este. Según Catastro provincial, en 1884, primaban las construcciones de adobe o ranchos (el 70%). Salvo los terrenos en los cuales se erigían las casas y el cuadro de la estación ferroviaria, el resto era monte. La plaza principal, la actual “Independencia”, aún poseía los talas que serían retirados en 1884, para convertirla en un verdadero paseo público.

Constituida la primera administración municipal propia, debieron iniciarse las tareas del Estado local. Como es fácil entender, más allá de las autoridades electas, resultó necesario que se contratara mano de obra para iniciar las actividades del flamante municipio. Una de las primeras tareas de los trabajadores estatales locales, fue “dar principio de arreglo a la plaza”, componer los corrales donde se encerraba la hacienda. El intendente rápidamente designó una comisión de Educación y Obras Públicas y otra de Higiene y Hacienda. Por otra parte, nombró a Marcelino Arregui como el primer tesorero municipal.

En relación a los recursos conque podía contar la administración municipal, se autorizó al flamante intendente para que reclamara a la vecina Villa Nueva por los dineros de los impuestos que, ya cobrados, correspondían a esta localidad. Por otra parte, el 14 de diciembre de 1883 se sancionó la primera ordenanza impositiva. Los principales rubros contemplados eran los gravámenes sobre “corral y matanza de animales”, “derecho de piso”, “mercado”, “rodados” y los denominados impuestos permanentes que comprendían el control de peso y balanza.  En lo que sería el primer presupuesto de la administración local, las autoridades, previeron una recaudación de 2.806 pesos fuertes para 1884. El 60% de este monto se invertiría en obras públicas mientras que el 40% restante sería destinado al pago de sueldos. 

Aún antes de contar con recursos, el municipio emprendió la tarea de arreglar las calles. Para ello, mediante crédito, compró cuatro palas y tres hachas. Así pudo verse el trabajo de las cuadrillas de trabajadores municipales nivelando las calles. El periódico “El Sol” se hizo eco de la situación y en una de sus ediciones, con júbilo, escribió “Todos dicen ¡hay Municipalidad!”.  En el libro de “contaduría mayor”, donde se registró la economía municipal desde el 4 de diciembre de 1883 hasta el último día de 1887, pueden leerse algunos datos interesantes. Ejemplo de ello es la constancia acerca de cuánto cobraba el intendente Pedro Viñas, que comenzó percibiendo veinte pesos mensuales para luego llegar a los cuarenta pesos. Pero hay que destacar que gran parte de ese dinero era entregado en calidad de “subvenciones a cargo del sueldo del intendente”. Los destinos de estas ayudas eran para el periódico “El Sol”, “caridad” a los pobres, pago de pasajes para enfermos y subvenciones al comisario. Para tener una referencia de la magnitud del sueldo que se había fijado para el intendente, podemos citar a Efraín Bischoff que en su “Historia de la provincia de Córdoba” señaló que en 1882, un ordenanza del gobierno provincial cobraba veinticinco pesos mensuales. En el mismo período el gobernador percibía trescientos cincuenta pesos fuertes.  Pero también se puede hacer comparaciones con lo que cobraba, en Villa María, el corralero municipal al cual se le abonaba, por quincena, dos pesos fuertes con ochenta y ocho centavos, en tanto a un peón se le pagaba poco más de catorce pesos. Otro dato a señalar, en relación a los pagos a los trabajadores municipales, es que los mismos no eran tan regulares como debían.  Por ejemplo, al referido corralero, en diciembre de 1884 se le abonaron cuatro meses de sueldos atrasados. También se registra el costo de trabajos tercerizados, es así que está anotado el pago de sesenta centavos por el traslado del mobiliario de la oficina municipal realizado por M. Barrionuevo.

En cuanto a los nombres y apellidos de los trabajadores municipales, más allá del referido contador contratado por el Estado local, encontramos al capataz de cuadrilla, don C. Peralta, quien cobraba veintiocho pesos mensuales. En la cuadrilla trabajaron los peones B. Pereira, I. Rodríguez, L. Pereira, M. Oliva e I. Gómez. En arreglo de calles aparece el nombre de R. Moncada. Otros que también trabajaban para el municipio, arreglando calles, se encontraban los presos a quienes se les abonaba la comida.

El pago mensual a cada peón era de catorce pesos con cuarenta centavos, abonándosele el proporcional por los días trabajados. Otro trabajador municipal que también figura en las primeras cuentas es P. Nievas, a quien se le pagaron cinco pesos por trabajos “en la cancha”. También se encuentran los nombres de los cobradores de impuestos entre los que figuran P. Ferreira y L. Ruiz, que eran retribuidos con un pago de dieciocho pesos al mes. En tanto el señor Vásquez, comisario municipal, cobraba veinte pesos. Por su parte el ya mencionado Arregui, cobraba dieciocho pesos mensuales, pero también él entregaba subvenciones con su sueldo.

Los referidos son algunos de los nombres de trabajadores municipales que pueden ser rescatados del anonimato pues, generalmente, las luces están dirigidas a resaltar la actividad de quienes se ofrecen en el mercado electoral para ser elegidos como autoridades. Es claro que aquello/as que acceden a cargos electivos ejercen funciones de gran trascendencia, pero la tarea diaria del municipio no puede desarrollarse sin el aporte de las mujeres y hombres que trabajan para el Estado municipal.

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