NOTA Nº 575, escribe Jesús Chirino - 1991 - Caída de una estación espacial rusa

Luces en la madrugada villamariense

Cuando en Villa María se iniciaba un día jueves, hace 28 años, la monotonía de la madrugada, s iluminó con misteriosas luces que transitaban por el cielo. Muchos vecinos fueron sorprendidos por el fenómeno. Años antes existió un antecedente en un campo de la zona.

Cae una sonda espacial

Transcurría 1964, año bisiesto, cuando en las cercanías de la localidad de Tío Pujio impactaron los restos de un aparato espacial. El suceso causó revuelo entre los vecinos de la región. Ubicada la zona de impacto pudo corroborarse que se trataba de una esfera de unos 80 centímetros de diámetro. La chatarra espacial había dejado de orbitar en el espacio y cruzando la atmósfera a gran velocidad, impactó en la Tierra. A pesar de ello, cuando se la observó, en el campo cercano a Tío Pujio, solo presentaba pocos abollones. Se pudo averiguar que se trataba de una sonda espacial que había sido lanzada por la agencia gubernamental norteamericana, la Administración Nacional del Espacio de Estados Unidos (NASA). Recordemos que por entonces ya estaba en pleno proceso lo que se conoció como la carrera espacial, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, iniciada en 1957 (llegó hasta 1975).

 

Con la intervención de las autoridades, los restos de la sonda de la NASA fueron trasladados a la Comisaría policial de Villa María. Días después fueron llevados a la ciudad de Buenos Aires en un avión de la Fuerza Aérea Argentina.

 

Primer jueves del segundo mes

Sin temor a equivocación podemos decir que aquel fue un antecedente de lo ocurrido la madrugada del 7 de febrero de 1991. En esa oportunidad decenas de villamarienses fueron sorprendidos por los trazos luminosos que en el cielo nocturno dibujaron objetos desconocidos. Con el transcurso de las horas se conoció que, la madrugada había sido iluminada por los restos de la estación espacial rusa Saliut 7, que cayeron en nuestro país.

El artefacto fue lanzado al espacio en el mes de abril de 1982. Se trataba de un cilindro de acero y aluminio de 14 metros de largo, con un diámetro de 4 metros. Poseía grandes paneles solares de más de 10 metros de envergadura. Esa estación espacial permitía que hasta tres cosmonautas permanecieran en ella por largos períodos de tiempo. Estuvo en funcionamiento por 4 años durante los cuales fue habitada por 6 tripulaciones. En rigor era un satélite artificial, de 40 toneladas, que orbitaba la Tierra a baja altura, unos 250 kilómetros de altitud, dando una vuelta completa a la Tierra cada hora y media. Debido a su poca altitud, y el rozamiento con la alta atmósfera que esto provocaba, poco a poco iba decayendo.

 

Luz que producía sombra

En su edición del 8 de febrero de ese año, El Diario, publicó la noticia en su tapa. El título fue “Asombro de Villa María. Fragmento de un satélite soviético cayeron en territorio argentino”. La noticia, que ocupó media tapa, se publicó acompañada de una gran imagen con el siguiente epígrafe:  “Testimonio fotográfico registrado frente a plaza Centenario, en nuestra ciudad, en el momento exacto del paso del fenómeno, ayer a la una de la madrugada”. 

Los restos de la estación se desparramaron en una franja de territorio argentino que va desde los Andes hasta la Mesopotamia. Guillermo Goldes, divulgador científico y profesor de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación  de la Universidad de Córdoba (Famaf) escribió que aquella madrugada se encontraba en el Observatorio de Bosque Alegre (Córdoba), observaba  a través del telescopio la Nebulosa de la Tarántula, una gran nube de hidrógeno que se encuentra en la Nube Mayor de Magallanes, una galaxia vecina. Cuando en un momento fue sorprendido por una extraña luz, “Venía del cielo, se movía y su resplandor era tan intenso que proyectaba sombras sobre la pared más alejada de la cúpula, a más de 20 metros de distancia”. Goldes observó el fenómeno a unos 170 kilómetros de Villa María, su descripción del mismo nos permite imaginar algo de cómo se observó. No solo habla de luces tan potentes que proyectaron su sombra en una pared a 20 metros de distancia, también señala que los restos se desplazaban de manera “casi paralela al horizonte. Miles de fragmentos se desprendían e incineraban en la atmósfera. Cada uno de ellos se apartaba del cuerpo principal, se consumía en llamaradas y finalmente desaparecía de la vista”.


Fuerte ruido

En la referida edición de EL Diario se publicó que “en el sur de Córdoba, en la zona que comprende las localidades de Huinca Renancó, Laboulaye, Mattaldi, Pincén e Italo, además de observar el desplazamiento del fenómeno se sintió un ruido sordo y fuerte, seguido de un estremecimiento del suelo”. A pesar de sospechar que en la zona algunos restos tocaron el suelo, no fueron encontrados. Algo distinto sucedió en la localidad santafesina de Capitán Bermúdez, en el gran Rosario. Dalia de Palazzo, comentó que en el patio de su domicilio, en la calle Urquiza 237 de esa localidad, cayó un fragmento “del tamaño de un lavarropa”. Cerca de la 1 de la madrugada escuchó “un ruido de explosión” y vio una luz muy incandescente en su patio. Luego, junto a su marido e hija, comprobó que se trataba de un fragmento de la aeroestación.

En la referida edición de El Diario, en su página 8, se tituló que la caída de la chatarra espacial “En Villa María provocó asombro y hasta temor”. En la bajada se remarcó que “gran cantidad de villamarienses observó asombrado un puñado de objetos voladores no identificados que surcaron el cielo, aproximadamente a la 1 de la madrugada de ayer. Se pensó en platos voladores. Varios sintieron temor. Horas después se supo de qué se trataba”. Las avistadas en la ciudad fueron “unas 7 u 8 partículas de color azul brillante, que a medida que surcaban el cielo se iban desintegrando”. Por varios días el fenómeno fue comentado, luego la ciudad volvió a ser atrapada por su cotidianeidad. Habíamos presenciado la caída de chatarra o basura espacial, un testimonio de la capacidad de contaminación que tiene nuestra cultura.     

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