Mes del cuarteto - El Negro Videla

“Uno siempre se adapta a las épocas”

En junio se celebra el mes del cuarteto y el próximo 19 se cumple un nuevo aniversario de la primera presentación de Chébere, en 1974. Su constante capacitación, el deseo de volver a los bailes y cómo es la realidad de un músico en cuarentena en diálogo con El Diario

Escribe Daniel Rodríguez
De nuestra Redacción

on tiempos de cuarentena obligatoria ante el Covid-19 y del otro lado del teléfono, Angel “el Negro” Videla (69) se sigue reponiendo del duro golpe de no haber podido festejar el Día del Cuarteto, que fue el pasado 4 en homenaje a la primera presentación del Cuarteto Leo. Es que se había planteado una transmisión en vivo desde el Teatro Real que iba a ser transmitida por streaming, pero a último minuto todo se frenó.

Sumado a esto, junio es un mes muy importante para el músico porque, más allá del día de la música característica de Córdoba, un 19 de junio pero de 1974, Chébere, grupo pionero que él mismo formó (hasta 1991), hacía su debut en la escena musical.

En ese momento un paradigma se rompió: la costumbre de ver a los músicos vestidos de determinada manera cambió cuando ellos aparecieron con trajes de colores, pelo largo y algunos arreglos hasta aquel momento inéditos.

Videla, en diálogo con El Diario, rememoró y comentó: “En aquel momento teníamos la misma formación que los otros cuartetos, pero había cositas que eran un poco distintas: la mayoría estábamos con pelo largo, que era algo que no se usaba; la ropa de cada uno era de un color distinto (la de él era amarilla) y yo, por ejemplo, tocaba el piano parado. Siempre se tocaba un piano vertical sentado, pero hice unos apoyos y lo levantamos. A eso le adosaba, del lado izquierdo, un órgano. Así, le sumamos cosas un poco más modernas al cuarteto que desde el año 1943 era igual”.

Eran tiempos de piano, violín, acordeón, bajo y cantante; con el paso de las presentaciones esto también iría mutando. “El primer día nos dimos cuenta de que era otra historia y desde allí todo eso nos fue llevando ir metiéndole cosas, tal como un coro femenino con tres chicas del Grupo Azul que pertenecían al Coro Polifónico de Córdoba”, afirmó.

En la misma tónica, una de las voces características de nuestra tierra agregó: “Con el paso de los años sumamos una batería, después una guitarra eléctrica, más adelante lo hicimos con trompetas y percusión y fuimos avanzando... Sumamos trombones y saxos. Igual, cuando salimos la primera fecha, aquel 19 de junio de 1974, los arreglos ya eran distintos: no eran los que la gente tenía en el oído, que es lo que hacía el 100% de los grupos. Le sumamos cosas en cuanto al bajo, la armonía, las canciones no eran iguales y teníamos con qué, porque Sebastián se cantaba la vida”.

“Me considero un músico más que un músico de cuarteto”, aseguró el Negro

“Veníamos del rock”

Mientras el género se afianzaba, Los Beatles también sonaban a nivel mundial y algo de rock y pop anduvo dando vueltas por los jóvenes que emprendieron un viaje inolvidable.

Al momento de ser consultado por eso, el entrevistado aseguró: “Nosotros veníamos del rock con Alberto “Beto” Guillén, el bajista. Teníamos un grupo y yo justo había empezado la universidad. Estaba en la Escuela de Arte. Por eso mismo, toda la parte en cuanto a las decisiones musicales me la dieron los muchachos. Me dieron toda la responsabilidad y por eso fuimos cambiando. Yo iba preguntando y siempre me apoyaron, por eso siempre a Chébere le debo todo, porque ellos apoyaron todas mis locuras”, aseguró.

Tras un par de meses donde Sebastián (Daniel Humberto Reina, el Monstruo) “la rompía”, el mismo cantante decidió migrar a Buenos Aires para hacer su carrera solista y para el segundo disco llegó el Turco Julio (Julio Mansur). Un joven de barba que también era amante del rock.

 

“Sigo estudiando”

Sin dejar de pensar en la música que hacía bailar a miles de cordobeses y después a todo un país, y la vez reflexionando sobre cómo volcaba lo que agregaba en saberes a nivel musical, el cantante detalló: "Yo lo que aprendía en música, armonía y contrapunto lo volcaba en lo que veníamos haciendo. Siempre esa fue mi idea y es la misma hasta ahora: sigo estudiando, actualmente estoy en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y sigo volcando todo lo que aprendo en lo que sé".

"Hoy todo es más fácil, no hay tanta distancia entre lo que estudiamos y estamos tocando; tener una banda de 12 o 13 personas es distinto a una de cuatro músicos”.

La primera formación, con el Monstruo Sebastián como cantante. Más tarde llegaría el Turco Julio

“Lo de Villa María me parece bárbaro”

El Festival Internacional de Peñas tiene desde hace varios años su escenario dispuesto para una noche de música cordobesa. En alusión a eso, expresó: “Lo de Villa María me parece bárbaro. Es algo que tiene que ser así porque la música de Córdoba tiene mucho nivel, buena convocatoria y no podemos negarlo”.

“Nosotros vamos a cualquier festival grande en el país y estamos presentes, entonces sería una locura negar la música de Córdoba en Villa María”.

“La gente villamariense siempre ha apoyado la música cordobesa y es algo genial porque nos hace bien a ambos”.

 

“La producción es mi futuro”

Recordando varias de sus participaciones y su desempeño, el Negro aseguró: “Me considero un músico más que un músico de cuarteto, incluso más que un cantante. Tuve la suerte, el año pasado, de estar en el marco del Congreso de la Lengua con la Banda Sinfónica y cantamos con Alejandro Lerner y Patricia Sosa. También canté tango en el Festival de La Falda, hicimos algo de rock y ni hablar del folclore”.

“Uno va abriendo caminos y trato de hacer todo lo mejor que puedo. Por supuesto que la gente me conoce como un músico de cuarteto, pero me considero un músico. Cuando hago cosas que sé que me van a salir aceptables, las hago”.

En diciembre del año pasado, Videla también estuvo presente en Villa María junto al locutor Carlos “Bocha” Houriet con un evento íntimo donde se entremezclaron música anécdotas.

“Está bueno, me gusta todo y también me gusta ser productor, creo que es mi futuro. Es lo que me gusta, estudio y veo cada día: estamos con Bruna Montes, he trabajado con Los Caligaris y siempre trato de charlar con gente de otros géneros. Estamos haciendo algo con Juan Ingaramo, que es un chico que viene muy bien. Le tiro ideas porque me gusta lo que hace porque es con respeto y para mí es importante”.

 

La tecnología

El reporteado asegura llevarse muy bien con el marco tecnológico y que no le incomoda el mundo de las redes, donde suelen presentarse solamente canciones en vez de discos.

“Uno siempre se adapta a las épocas”, resumió, y agregó: “Hay que adaptarse a lo que viene. Si salís con una canción tiene que ser muy buena: no es como un disco con 13 o 14 canciones y alguna pegás. Tenés que hacer un buen video, estar actualizado y eso me pone bien; con lo tecnológico ando bien y si el río va para allá... allá vamos.

Uno tiene que tener cuidado y tener los pies sobre la tierra, sin una sobresaturación de la tecnología, pero hay que hacerlo”.

 

La dictadura

Dos años más tarde de su debut llegó uno de los puntos altos en cuanto a los peores momentos en la historia argentina. Hablamos de la dictadura militar. Momento que les tocó y costó atravesar, y siempre es bueno recordarlo. “Fue una época difícil, porque estábamos prohibidos, no podíamos actuar y era complicado que nos pasen las canciones por la radio”.

“Fue muy duro, éramos jóvenes, y yo estaba en la universidad. Me tocó vivirlo muy de cerca, y hubo compañeros que desaparecieron. Tuvimos que seguir remándola, pero nos hizo bien de cierta manera; como no éramos un ‘cuarteto-cuarteto’, y teníamos cosas de otro género, eso nos ayudó para poner las baterías y medio que lo ‘disfrazamos’... La gente nos fue tomando más cariño y aprendí que cuando prohibís algo, la gente más lo quiere”, recordó, siempre hablando en clave musical.

 

 La no celebración

Por último, respecto al frustrado festejo qué él mismo se encargó de coordinar a nivel musical, comentó: “Teníamos todo listo, yo era director de la banda para acompañar a 22 cantantes, íbamos a hacer un tema cada uno, ensayamos durante 15 días de forma virtual, y un día antes nos dijeron que no”.

“Nos frustró mucho, es como si nos hubieran pegado un palazo en la espalda. Teníamos el protocolo aceptado. Es más, yo le aporté cosas como poner un acrílico entre cada músico (que se ubicaban entre ellos a dos metros), cada cantante llevaba su micrófono y su auricular; había una máquina que desinfecta los instrumentos; esperando tu turno iban a estar los cantantes sentados en la platea cada cinco asientos cada uno, pero no lo permitieron, no sé por qué; me contaron que hasta el gobernador estaba muy triste porque él lo había anunciado. Hubiera sido un buen precedente para arrancar con algo; igual me dijo la gente de la Agencia Córdoba Cultura que lo van a hacer en otra oportunidad. Tenemos todo listo, estamos todos ensayados, tengo todos los arreglos, los cantantes saben sus temas... fue un trabajo de locos”, definió.

Perfil

­­Angel “el Negro” Videla es para muchos un referente en el mundo del cuarteto, primero en Chébere (grupo del cual fue director musical y cantante) y después en su carrera solista.

Desde sus primeros años hasta su actualidad se mantiene conectado con la música popular marcando su vigencia.

También se dedica a la producción y asesora a los cantantes emergentes. 

 

Chébere

La idea era formar un grupo de cuarteto característico de jóvenes para enviar a Centroamérica. Chébere estuvo formado por Eduardo “Pato” Lugones (locución y animación), Hugo “Huesito” Terragni (violín), Angel “el Negro” Videla (piano), Alberto “Beto” Guillen (contrabajo), Alberto Pizzichini (acordeón) y Daniel Reyna “Sebastián” (cantante).

Su primera presentación en vivo se produce en 1974 en la ciudad de Córdoba. Con el paso de los años, el grupo tuvo a otros cantes emblemáticos como el Turco Julio Mansur, Jorge “el Toro” Quevedo, Fernando Bladys, Rubén “Rubinho” Da Silva y El Rey Pelusa (Miguel Angel Calderón), entre otros. 

 

¿Por qué no Chévere?

Según narra la anécdota, al momento de ir al Correo a firmar el registro de marca, por “un error de tipeo” se escribió Chébere con “b”, cuando en realidad tal palabra centroamericana es con “V”.

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