Calle La Rioja en la Placita Ocampo

domingo, 25 de julio de 2021 · 08:52

Hace pocos días trascendió, por boca de autoridades municipales, la posibilidad que la Plaza Manuel Anselmo Ocampo no sea entregada a empresarios privados a cambio de un complejo que, curiosamente, se lo denomina Ciudad Deportiva. Desde la Intendencia interina se analizaría aportar al emprendimiento de los empresarios sin que el Estado municipal se desprenda de la plaza donde, desde hace años, está un estadio de fútbol. Construido el nuevo campo de juego, quizás la plaza sea modificada y se transforme en un paseo.

Plaza pensada como espacio público

Esta plaza surgió en el plano de lo que suele denominarse la refundación de Villa María, producida luego que en 1880 Ocampo vendiera estas tierras a Joaquín Pereira y Domínguez y Marcelino Arregui. Los flamantes propietarios realizaron un nuevo plano de Villa María en el cual se incluyeron tres plazas públicas.  Una de ella fue la que en 1932 fue denominada Manuel Anselmo Ocampo. Años antes, en 1922, el lugar había sido constituido como Plaza de Ejercicios Físicos. Esto sucedió cuando el 12 de diciembre de ese año, desde la Intendencia municipal de la ciudad se dirigió una nota al Honorable Concejo Deliberante fundamentando que la Plaza del Oeste se constituyera en un espacio para la actividad física. Resulta interesante visualizar que las autoridades valoraban positivamente la vida al aire libre y se oponían a lo que denominaban “urbanismo mal regimentado”.

A la administración municipal, a cargo de Vicente Martínez Mendoza,  le parecía halagador que los jóvenes villamarienses desarrollaran un espíritu deportivo y que el mismo fuera “mantenido por la acción particular con la formación de Círculos o Clubes”. Pero, también desde el Estado local, se señaló que “...esos centros deportivos constituyen un privilegio de sus socios, cosa muy justa, pero de finalidad muy relativa”.  Dejaba en claro que el Gobierno municipal no debía limitar su apoyo al deporte de los profesionales o de quienes podían costear el ingreso a un club. Esto fue dicho cuando gran parte del fútbol no se había convertido en una actividad comercial productora de enormes ganancias para algunos actores que participan en ese negocio. El intendente de entonces afirmó que “compenetrados, pues, de la necesidad de encauzar y proveer a las energías juveniles de los que no puedan, por cualquier causa, pertenecer a esas asociaciones, creemos que es hora de que la acción oficial se deje sentir proporcionando campos propicios, con todos los medios necesarios, a los niños, a los obreros, a los habitantes todos de la ciudad que deseen practicar los deportes”. Desde la Intendencia se remarcó que “ningún poder oficial tiene más obligación que las municipalidades de acudir a ese llamado de la población; inmediatamente, palpará el beneficio en la salud pública que está obligada a cuidar, al mismo tiempo que intensificará la elevación moral que provoca la actividad física”.

Así una cuadra de “La Rioja” pasó a ser parte de la plaza

Martínez Mendoza pensó en la necesidad de ampliar la superficie de la plaza, propuso la compra de terrenos colindantes y que se anexara una calle. El 15 de diciembre de 1922, en la sala de sesión del Concejo Deliberante de la ciudad, los legisladores trataron un orden del día que incluyó, en su primer punto la “construcción de una Plaza de Ejercicios Físicos”. Escucharon los informes de las respectivas comisiones. Según consta en el acta N° 83, que inicia en la página 417 del Libro de Acta del Concejo, los concejales aprobaron en general y luego en particular el proyecto remitido por el intendente. El cuerpo legislativo dictó una ordenanza cuyo primer artículo señala “facúltase al D. E. para que proceda a proyectar la formación de una Plaza de Ejercicios Físicos en los terrenos de la Plaza del Oeste...”. Mediante esta misma norma legal, se habilitó que fuera incorporado a los terrenos de la plaza “la calle Rioja, abarcando todo el espacio de esta última, desde las vías del FF C Argentino hasta la calle Paraguay (actual Sabattini) mientras permanezca cerrada al tránsito público”.

Fue en esa misma sesión donde el Concejo aprobó que se iniciara el proceso para hacer realidad la “verja exterior de la Plaza de Ejercicios Físicos Municipal”, en las calles Paraguay y San Juan, según los planos del arquitecto Francisco Petracco, quien los había realizado sin retribución económica alguna. Se trata de los portales declarados patrimonio histórico de la ciudad.

Repensar un sector: reabrir “La Rioja”, recuperar una estación ferroviaria.

Ahora que podría quedar superada la controversia surgida ante la posibilidad que la plaza fuera entregada a manos privadas, quizás el espacio sea refuncionalizado. De así suceder bien podría pensarse en la reapertura de la calle La Rioja y la recuperación de una estación de tren que se encuentra sobre calle San Juan, al lado de las vías. La misma también posee declaración de Patrimonio Histórico de la ciudad, pero continúa en manos privadas. 

Tal vez “la placita”, como todos la conocemos, sea refuncionalizada y pase a ser considerada un espacio verde de la ciudad, mantenga sus portales y sea respetada la voluntad expresada al sumarla al Patrimonio Histórico de la ciudad. Recordemos que la de los espacios verdes para el desarrollo de la vida comunitaria es un valor central en una ciudad bien pensada. Nuestra Carta Orgánica Municipal establece, dentro de las políticas de medioambiente, que todo espacio verde debe ser preservado, conservado y controlado, manifestando que, todos “los espacios verdes existentes reconocidos y/o proyectados, a los cuales no se les podrá asignar otro destino que el propio, prohibiéndose su privatización, donación o concesión para cualquier fin”, salvo que se trate de “vía de acceso o nodos vehiculares de conexión interurbana”.

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