PRIMERA PARTE - “Esas son cosas de antes”

Así jugaban nuestros abuelos

A través de un dossier, la Asociación Cultural Relatos del Viento, subsidiada por la Agencia Córdoba Cultura recogió diversos testimonios orales de adultos mayores. Sus creencias y costumbres son parte de una generación portadora de saberes que comienza a desaparecer. Hoy, elegimos comentar algunos

En su obra recopilatoria “Esas son cosas de antes (2021)”, Pablo Rosalía (junto a diversos colabores) realizó un relevamiento oral a los fines de enumerar creencias, ritos y un sinnúmero de saberes.

El proyecto de investigación, subsidiado por la Agencia Córdoba Cultura y con la colaboración de la Asociación Cultural Relatos del Viento, recogió la voz de 35 personas (algunas de ellas centenarios) con un importante bagaje de expresiones culturales.

Esta selección de relatos fueron compartidos por el recopilador en un dossier que hoy se replica en El Diario.

Allí,  seres mágicos como la Madre del Agua, brujas o leyendas aparecen y son parte de un puñado de riquezas que tiene nuestra provincia.

Si bien la mayoría de estas cuestiones se centran en la zonas serranas, nuestro departamento y la región no se encuentran exentas de tal arco cultural y costumbrista.

La inmigración, los primeros pobladores y la conexión existente hacen que muchas costumbres (o casi todas) se mantengan a pesar de las distancias.

Un dato no menor, tal como afirma Rosalía, es que “estamos asistiendo a la desaparición de las últimas generaciones de campesinos que han vivido modos de vida hoy extintos; portadores y portadoras de una cosmovisión original y ajustada a su paisaje”.

En esta primera entrega se abordará algo vital para la crianza de cada uno de nuestros adultos mayores: el momento lúdico, los juegos y las formas de divertirse.

Es importante aclarar que en cada uno de los apartados se transmite textualmente la voz del entrevistador y la persona que da sus testimonio (en algunos casos es anónimo y solo se lo define con el tecnicismo (informante).

Dicho esto, ¡Ahora sí! ¡A recordar!

 

Payana de cinco piedras

Entrevistador: ¿cómo era la payana?

Informante: y la payana era como de cinco piedritas. Y la tirabas y alzaba una y con la otra iba alzando todas las… Perdía si no la alzaba… perdía… y seguía jugando el otro. ¡Era también un juego lindo! Sabíamos buscar esas piedritas blancas que están en las canteras ¿vio? Esas… todas esas sabíamos buscar de un solo color, sean blancas o gris que venían, las piedras.

Entrevistador: ¿y tenían que tener alguna formita?

Informante: redondita más o menos… que no sean tan… Porque claro, usted las tira, sabía tirar y levantarlas ¿vio? Pero… ¡era lindo también el juego de la payana!

 

Muñecas de chala y mazorca

Informante: igual que el juego de las muñecas. A nosotros nunca nos compraron una muñeca. Era de un… la hacíamos de un palito y un trapito así… las muñecas. O cuando era el tiempo de maíz, las muñecas de maíz… hacíamos las muñecas ¿vio?

Entrevistador: ¿cómo se hacían las muñecas con el maíz?

Informante: y bueno… era la muñeca cuando está chiquita (la mazorca) cuando no está granada ¿vio? que tiene el pelito del choclo que le dicen. Y le poníamos por ejemplo así pelito y para acá le poníamos un vestidito… una ropita. ¡Y con eso nos entreteníamos y teníamos días enteros jugando!

Entrevistador: o sea que para el cuerpito usaban el mismo choclo…

Informante: el mismo choclo.

Entrevistador: ¿Y la chala se la sacaban a toda o no?

Informante: ¡sí, sí! Quedaba… como una muñequita, el choclito pelado nada más que estaba tiernito, porque las hacíamos cuando (la espiga) estaba chiquita. Pero… había rubias…otras más tostaditos… por el pelo del choclo ¿vio? Y esas eran las muñecas que uno tenía.

Entrevistador: y los ojitos y las caritas con qué se lo hacían en el choclo…

Informante: y ‘ande tenía el pelito le atábamos con una cintita por ejemplo y póngale que en el ojo le ponía (dejaba) un granito (apenas formado) de maíz… así, como el ojito. Como pegadito mejor dicho. Y de ‘ay la boca no me acuerdo qué le sabíamos hacer.

 

El piolín en los dedos

Entrevistador: ¿había un juego que era hacer formas con un hilo o una soguita no?

Josefina: ¡sí! La pata de gallo, yo también la sé hacer.

Entrevistador: ¿y qué otras figuras más se hacían?

Josefina: claro, la pata de gallo, escaleras… así.

Entrevistador: ¿y ese juego tiene algún nombre Elsa?

Elsa: mmm… no, no sé (responde mientras hace la pata de gallo).

 

Juego del anillo

“(…) Cuando uno iba a los velorios, las chicas y chicos jugábamos al anillo. (…) Yo por ejemplo, nos poníamos así en rueda y uno tenía el anillo (entre las palmas de las manos) e iba (pasando y posando las manos unidas sobre las de los participantes y decía) anillo te pongo, no te pongo nada. Y después usted tenía que adivinar, a dónde quedó el anillo. Y de ahí seguía el juego ¿vio? Si usted adivinaba quién tenía el anillo, el que tenía el anillo tenía que seguir haciendo…”.

 

Cajita de fósforos

Graciela: …a eso jugábamos en la escuela, a la payana y a la rayuela, eran los dos únicos juegos. Y me acuerdo que los niños varones jugaban a los pesos con las cajas de fósforo…

Cacho: con las cajas de fósforos Rancheras… unos fósforos 70 que había, unos fósforos Vitoria. Hacíamos una rueda así en el suelo, y ahí poníamos (las figuras recortadas de las cajas de fósforos que se les decía “pesos”) y apostábamos: vos ponés uno, vos ponés otro… Y bueno el que sacaba…  ¡sacaba y ganaba!

Graciela: hacían un redondel en el suelo, hacíamos un mogotito (montañita) de arena y les ponía los pesos. Y de acá le tirábamos. Y tenía que (pegarle a esa figura y) saltar de ese círculo. Porque si no lo sacabas del círculo no ganabas… tenían que saltar los pesos de ahí y esos los ganabas vos. Supongamos en un circulito plantaba diez cartoncitos así… (apoyados) en un mogote de arena. Y de acá le tirábamos con las tejas que le llamamos.

Cacho: claro, y todos poníamos uno de esos pesos en el círculo.

Graciela: me acuerdo una vez que con esa teja le pegamos a una chica en un pie, y el maestro vino y les quemó todos los pesos.

Cacho: ¡oh se enojó el maestro riojano! Era bueno, pero cuando ya estaba malo… ¡claro ellos se hacían respetar!

Las chicharras

Y en el día, las chicharras, jugábamos con las chicharras, esos bichitos chiquitos que saben ser muy cantores. ¡Uh si habremos espiado nosotros las chicharras…  para agarrarlas a la siesta! Una vuelta andábamos con mi primo buscando las chicharras… mire la ignorancia, sacar las alpargatas, porque usábamos alpargatas, y dice: me voy a sacar las alpargatas para que la chicharra no las sienta. ¡Y las dejó lejos! Y las perdió las alpargatas no las encontró… ¡pero lejos íbamos nosotros! Porque la chicharra al no sentir el tranco… sabíamos ir así nosotros (con cuidado) y las agarrábamos. Y las echábamos en una bolsa habrá sido porque frasco ni había… Y me acuerdo ¡juntábamos muchas! Y el niño perdió las…   ¡casi nos sonaron a pichanazos habrá sido…! porque antes te daban leña…  y volvíamos que el niño había perdido las alpargatas. No eran nuevas pero las tenía para la casa. Por agarrar las chicharras perdió las alpargatas en el medio de un pajonal. ¡Ese era el juego del mediodía las chicharras!

 

De luciérnagas

Graciela: y jugar con los tucos ¡uh! Era… ¿sabe cómo los agarrábamos? Con un tizón, tizón le llamábamos a un palo y salíamos nosotros así y cuando el tuco veía la luz de la brasa venían a donde estábamos nosotros y los agarrábamos. ¡Ese era el juego de la noche mire usted! Claro, no había televisor, computadora… ese era el juego de los niños. ¿Te acordás que con un palito de brasa salíamos los niños…? ¡Disparando para agarrar el tuco! ¡Tuco tomá pan y queso, tuco tomá pan y queso le decíamos!

Entrevistador: ¿y una vez que lo agarraban?

Graciela: y lo tenía un rato y después lo largaba.

Cacho: ye decía: volá para donde está mi suerte se decía.

Graciela: ¡ah sí! Andate para donde está mi suerte y mirábamos nosotros a dónde estaban…Era el divertimento que teníamos a la noche. Y en el día, las chicharras.

 

Perfil

Sobre Pablo Rosalía:

Nacido en la ciudad de Córdoba (1975), es licenciado en Comunicación Social, investigador independiente de Tradiciones Orales, creencias, ritos y otras expresiones culturales de comunidades campesinas y populares de la provincia de Córdoba, Argentina. Entre otras, ha recibido la formación del Taller de Historia Oral Andina (La Paz, Bolivia).

Tanto desde su actividad profesional como miembro fundador de la Asociación Cultural Relatos del Viento, ha desarrollado numerosos proyectos y un extenso trabajo de campo que lo ha llevado a recopilar literatura oral, ritos, creencias y otras expresiones en más de 450 adultos mayores en buena parte del territorio provincial. Ha dirigido ciclos documentales y radiofónicos sobre la temática entre ellos; “Relatos del viento” (2006, 2010 y 2019) ,“Son cosas de los antiguos” (2008) ,“El sol que baila” (2016), “Encuentros chunkanos” (2020) y “Memorias del viento” (2021). Es autor del libro “Hermoso vivir llevabas” (2010, Ediciones del Boulevard), “Cuentos y leyendas del monte” (2019) y “Esas son cosas de antes” (2021). Es coautor de dos tomos de los libros “Relatos del viento” (2010 y 2013), las revistas infantiles “Willakuy Sacat” y artículos especializados. Ha dictado y participado en más de 160 charlas, conferencias, congresos y capacitaciones tanto en el país como en España, destacándose los talleres de capacitación docente que desde 2011 coordina con la Biblioteca del Maestro Córdoba (Ministerio de Educación).

Desde 2006 a la fecha, ha participado y coordinado conferencias y encuentros de recopiladores de Tradiciones Orales en Asturias (España). Ha sido becario del Fondo Nacional de las Artes, entidad que en  2018 le ha otorgado junto a su compañera, un reconocimiento por la gestión del Patrimonio Cultural Intangible. Fue becario del Programa Investiga Cultura (2017, Secretaría de Cultura de la Nación) y gestor de Programas de Salvaguarda de la Memoria Ancestral Comunitaria junto a municipios y la Agencia Córdoba Cultura (Gobierno de la provincia).

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