ENTREVISTA DAMIAN DOMINGUEZ, TATUADOR

“Ahora los niños nacen viendo a sus padres ya tatuados”

El artista villamariense se refirió a su estilo, las técnicas, las modas y los contenidos en cada trabajo realizado. “Un diseño sencillo no quita la emoción”, aseguró
domingo, 16 de enero de 2022 · 08:39

Damián Domínguez (42) es multifacético. Trabajó durante muchos años como comunicador (es dueño de una voz muy particular) y también hizo docencia, pero desde hace varios años se dedica a dejar en tinta su impronta sobre el cuerpo de los y las villamarienses.

Trabajos realizados por el tatuador villamariense. “Hoy en día ayuda mucho en todo esto el tema de las redes sociales. La gente puede ver las imágenes y se mueve mucho por ahí el mercado”

Entre sus trabajos, que son varios y se pueden ver a través de las redes sociales, pueden vislumbrarse imágenes superrealistas, motivos varios, retratos y hasta algún llamativo diseño solicitado por los clientes más osados. El arte y la capacitación constante son sus pilares a la hora de tatuar.

En medio de la temporada estival, Domínguez dialogó con El Diario y se refirió a su tarea. La labor hoy se encuentra condicionada al verano, ya que muchas cosas que deben hacerse para cuidar la cicatrización del tatuaje están vedadas ante el calor (no mojar la piel ni exponerla al sol, por ejemplo).

-¿Actualmente, cuáles son los diseños más pedidos?

-Hoy por hoy predominan dos tipos de diseños, teniendo en cuenta que atiendo a más mujeres que a hombres en el estudio.

Se ha vuelto muy popular el hecho de hacerse tatuajes tipo under boobs (debajo de los pechos) o en el medio. La mayoría lo hace con una figura llamada “unalome” (N. de la R.: es un motivo que representa nuestro camino por la vida: una ruta individual y cambiante). Suelen acompañarlo con flores de loto u otro tipo de flores. También se trabaja mucho en las piernas, en la zona de los muslos o en los brazos.

-¿Han ido cambiando los diseños con los tiempos? ¿Persisten algunos?

-En nuestra ciudad hay una cuestión que se destaca desde hace, más o menos, cuatro años: el diseño japonés viene siendo muy fuerte. Esto trae consigo figuras de la mitología como dragones, pez koi u otras figuras características. Es algo que no sucede en todo el país, pero en Villa María se mantiene y creo que seguramente seguirá durante muchos años.

-¿Hay algo que particularmente disfrutes más hacer?

-A mí me gusta mucho trabajar con el realismo en blanco y negro. He hecho (y hago) cursos sobre eso. Estudio dibujo y pintura y me especializo constantemente.

-¿Existe un rango etario?,  ¿hay muchos menores que asisten a tatuarse?

-Hay gente de todas las edades que viene a tatuarse: desde chicos de 16 años y adultos de 74. En el caso de los menores, ellos tienen que venir sí o sí acompañados por sus padres (que deben quedarse durante toda la sesión).

-¿Existen diferentes estilos de tatuadores? ¿Cómo te definirías?

-En Villa María somos, mayormente, todos generalistas (hacemos de todo). Sin embargo, algunos se dedican específicamente a un estilo. Yo estoy empezando a virar hacia un estilo propio y la idea es quedarme con el realismo en blanco y negro.

-¿Cómo llegan los clientes a tu espacio de trabajo? ¿Existe el llamado boca a boca?

-Es algo que fue cambiando. Hoy en día ayuda mucho en todo esto el tema de las redes sociales. La gente puede ver las imágenes y se mueve mucho por ahí el mercado. Es algo que le da al cliente la posibilidad de elegir y también de comparar el trabajo de uno con el de otro… algo que antes no se podía. Además, uno también va subiendo, publicando y compartiendo lo que hace.

-¿Cómo ves a los colegas y al mercado local?

-En nuestra ciudad hay un buen nivel de tatuadores, pero este nivel no se condice con la cantidad de gente que hace tatuajes.

Es decir, que haya tantos no significa que tengan todos buen nivel. Creo que en algunos casos existe falta de compromiso y profesionalidad. Si hay mil, quizás sean diez los que se preocupan por hacer cursos, seminarios, estudiar, pintar y salir adelante. En algunos casos se ve que hay gente que se larga a tatuar y no sabe dibujar.

-¿Te han tocado realizar diseños emocionantes? ¿Te has enterado de muchas historias tatuando?

-Con el paso del tiempo uno ha ido cosechando cosas emocionantes. Hay muchos, hay gente que pide diseños sencillos, pero eso no le quita emoción. Cada uno tiene el tatuaje que quiere y cuenta la historia que quiere. Hay gente que tiene tatuajes por adornos, por algo estético y está bien. Yo disfruto más hacer aquellos que cuentan algo… puede ser simple, pero si tiene un significado por detrás, inspira más.

Es importante un tatuaje, es algo que vas a llevar toda la vida y tiene que tener, como mínimo, un significado potente, creo yo.

-Cambiando de tema, ¿Cómo es el mercado y los insumos del ramo? ¿Aumentan?

-En mi caso particular todo depende del dólar. Por más que a algunos insumos los vendan distribuidores argentinos, se paga transporte y demás. A medida que la moneda se va devaluando, impacta en el precio final.

No mentiría si afirmo que desde el año pasado hasta hoy las cosas han subido más del doble.

-¿Esto afecta a la clientela?

-Tal vez condicione a las personas que no quieran hacerse grandes cosas. El que sabe que va a hacerse un proyecto importante, no se siente afectado. Sabe que es algo para toda la vida y que los productos que lleva son de buena calidad.

Sí.  Hay cosas más baratas en el mercado, pero la calidad es peor. Hay cosas de marcas nacionales con las que he trabajado y no volví a comprarlas. Son cosas que pueden salir cuatro o cinco veces más baratas, pero no se las metería en la piel a ningún cliente. 

-¿Me das un ejemplo?

-Una marca conocida de tinta puede salir $2.500 el tarrito (la onza). Y también está la argentina que puede salir $500, pero cuando la utiliza nota que con el tiempo se ven afectadas cosas como el brillo y la luminosidad. Uno cuando arranca quiere abaratar precios, las probé y no me gustaron, entonces no las usaría.

-¿Cuánto hace que tatúas? ¿Hubo muchos cambios tecnológicos?

-Yo tatúo hace siete años. Y sí que hubo cambios. Mientras más pasa el tiempo, más cambios hay. Cuando yo arranqué era una historia completamente distinta (risas).

Una máquina tatuadora que hoy puede ser considerada moderna en un año puede tener cuatro mejores y eso muchísimo. Y no solamente cambia lo mecánico de la máquina, sino la calidad de la tinta -que son más aptas para la piel-. Vienen máquinas que son más livianas, que tienen menos ruido, más precisión, menos cables, son más prácticas y facilitan todo…  solo tenés que saber tatuar.

-¿Cómo aparecen los modelos hoy? ¿Haces propios?

-Siempre tengo algún que otro diseño, no son todos del mismo estilo, pero son cosas que comparto porque son las que me gustarían hacer. Es como tener la “revistita” que antes tenían los estudios.

Además, trato de que el cliente no se haga el mismo tatuaje con el que llega, sino cambiarle un poco o avisarle cuando ya lo hice. Si él quiere, obviamente, lo modificamos. Yo solo aviso cuando está “muy hecho”.

Hay personas que vienen con proyectos grandes interesantes y a veces te dan la posibilidad de hacerlo y los resultados son otros.

-¿Tenés recuerdos del primer tatuaje que hiciste?

-Yo comencé a tatuar sin saber que iba a terminar trabajando de esto. Comencé sin querer serlo. Mucho tiempo después “empecé a cobrar”. En mi adolescencia hacía trabajos por diversión con una máquina armada.

El primer tatuaje que hice profesionalmente tiene atrás una historia muy loca. Yo me encontraba muy exigido en ese momento. Estaba por hacer un tatuaje y pensaba que lo que le haría le iba a quedar para toda la vida.  Había hecho cursos previos. Era una rosa de los vientos y unos cambios de marcha. Los hice y estuve casi un año sin volver a tatuar. No me gustó como había quedado, pero en realidad era yo que estaba presionándome. Cuando pasó el tiempo y los vi de nuevo estaban bien, estaba todo en mi cabeza. Al chico al que se los hice, que vive en Río Tercero, le he hecho otros y sigo teniendo contacto con él.

En mi época amateur recuerdo un muñeco tipo palote, que tenía una bandera de autos de carrera y decía “Viva Chevy”, el muchacho todavía lo tiene y no se lo ha borrado (risas).

-¿Crees que sigue habiendo prejuicio con el tatuaje?

-Para mí sí. Se han dado muchos cambios en los trabajos (ahora, por ejemplo, los policías pueden estar tatuados), pero en el caso de algunas personas, eligen hacerlos en alguna parte donde no queden a la vista; tal vez no sea que en su oficio estén prohibidos, pero lo hacen por precaución.

Es algo que va a ir cambiando con el tiempo, y va a ser distinto, ahora los chicos nacen y ven que sus padres ya tienen tatuajes.

-Por último, a la hora de tatuarse ¿qué se deben preguntar todos los clientes?; ¿qué se debe tener en cuenta?

-Lo primero que hay que averiguar son las medidas de higiene. Hoy casi todo es descartable; lo que no, tiene máquinas que lo esteriliza. Hay que averiguar si no ha tenido inconvenientes (que tal vez no es tan simple) y ver que todo lo que sea material cortopunzante sea abierto al frente de sus ojos.

Lo ideal también es que no se beba, fume ni tome en el estudio. Parecen cosas tontas, pero influyen. La limpieza es fundamental.  También es importante ver los trabajos del tatuador estando cicatrizados -allí se ve la verdad-.

A la hora de asistir al estudio, ir solos (con no más de un acompañante), sin niños y conscientes: el alcohol en la sangre no ayuda al momento de trabajar. Son cosas que ayudan al tatuador. 

Para ver sus trabajos y  contactarse con Damián, su perfil en Instragram es @DominguezDamian1980

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