LITERATURA - El martes próximo se presentará en La Bodega, en Villa Nueva

Sergio Vaudagnotto socializa su nueva novela: Magnicidio

“Hay en Magnicidio una descarnada descripción del ejercicio del poder -estatal y paraestatal- y una inquietante constatación de la estrecha relación entre el periodismo y los servicios de Inteligencia”, apunta acertadamente el prólogo de la novela

Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como el marqués de Sade sostenía que “la única libertad es la libertad de decirlo todo” y bien sabido es que aquella idea, que desde luego sostuvo tenazmente en sus escritos y en su vida privada, le costó más de un sinsabor, gayola incluida; acaso por obra reacción de lo que ya late desde épocas pretéritas, unos 130 años después de Sade,  Joseph Goebbels, ministro de Propaganda Nazzi, expresara sin pruritos: “Cada vez que escucho la palabra ‘cultura’, le quito el seguro a mi pistola”.

Claro, las dictaduras, nunca ha sido amigas de la cultura. Sí, de la propaganda, de promocionar, por todos los medios a su alcance, su pensamiento único y hegemónico. Todas las dictaduras iguales, y la del papel, no es una excepción.

Este antagonismo, este choque violento entre dictaduras y libertades, despierta todo tipo de pasiones, incluso las literarias, y así se ponen en movimiento el jekyll y el hyde que todos llevamos dentro y de pronto nos sentamos frente a la computadora y de un tirón dejamos aflorar en un archivo de word lo que durante años estuvo germinando dentro de nosotros y al final se hizo camino a través de nuestras experiencias para ver la luz.

Algo así debe haberle pasado al periodista y escritor villanovense Sergio Vaudagnotto cuando ya no pudo más contener las ganas de cumplir un mandato íntimo y,  como Sade, lo dijo todo; a diferencia de algún otro vendedor ambulante que, prefiriendo atender el precepto nazi de Goebbels, agarra un fierro y se lanza a la calle para cumplir con algún mandato ajeno.

Así es cómo varios meses antes del 1 de septiembre pasado,  Sergio Vaudagnotto tecleó la palabra “fin” en el documento de word titulado Magnicidio que guardaba en su computadora y comenzó a soñar con la publicación de la novela.

Con el mismo tensón que puso en investigar, escribir, tachar, consultar, corregir y volver a escribir hasta lograr el texto que quería, encaró la ardua tarea de conseguir que Magnicidio fuera publicado.

En ese derrotero tenaz de buscar editor, llegó el manuscrito, como una botella al mar, en esta provincia mediterránea, a las manos de Hernán Vaca Narvaja, periodista también, lector y nexo con la editorial riocuartense que finalmente dio el visto bueno para que aquel manuscrito sea ahora un libro que será presentado el próximo martes en Villa Nueva.

 

Prefacio

Hernán Vaca Narvaja es, además, quien escribe el prólogo de Magnicidio. Y dice:

“Alex, exgerente de banco devenido yuppie con fortuna non sancta; Marcial, hijo de padres exiliados, lector voraz y sicario ocasional; Alan César Plován, oscuro policía de la dictadura militar reciclado en comisario de la democracia; Flavia, prima incestuosa de Marcial; Orlando, periodista exiliado en Europa a cargo de un centro de esquí; René Hernandarias,  jabonoso fiscal de instrucción; y un enigmático abogado del “círculo rojo”, entre otros personajes, dan vida a una historia apasionante que abreva en la mejor tradición del policial negro para sumergirse -sumergirnos- en un país atormentado, contradictorio, plagado de fantasmas, donde el poder se construye sobre mentiras, extorsiones, fake news, operaciones y “carpetazos”.

Hay en Magnicidio una descarnada descripción del ejercicio del poder -estatal y paraestatal- y una inquietante constatación de la estrecha relación entre el periodismo y los servicios de inteligencia. La historia, sórdida y entreverada, transcurre en un tiempo atravesado por la pandemia del Covid, la crisis social y el descrédito judicial. Se trata de una ficción tan realista que por momentos parece una crónica policial de nuestros días. Porque Magnicidio es irresistiblemente actual e increíblemente real. La novela tensa los límites del farragoso umbral entre la realidad y la ficción, en un ejercicio narrativo fascinante que la convierte en el imbricado rompecabezas de un país siempre en (de)construcción.

No por casualidad -imaginamos-, el desenlace de la historia se producirá un 17 de agosto, Día del Paso a la Inmortalidad de José de San Martín, el libertador exiliado, que conjuga en su figura la densidad metafórica de Magnicidio, la novela policial que muestra el lado oscuro de la Argentina”.

El texto de Vava Narvaja está fechado en Río Cuarto, en julio de 2022.

 

Coda

Pero antes de que el manuscrito estuviese a punto caramelo para que la editorial de la Universidad de Río Cuarto decidiera publicarlo, Magnicidio, como se dijo, fue objeto de consulta y puesta en consideración de opiniones y consejos de personas caras al autor. Entre ellas se cuenta la periodista y exeditora de Espectáculos de Página/12 y Clarín, Adriana Bruno, quien, finalmente, con la evidencia del volumen impreso en sus manos,  comentó:

“Muchos van a hablar de la intriga que atraviesa esta historia desde la primera página hasta ese final abierto a la fantasía (o a la neurosis) de cada lector. Por supuesto, se hablará del contexto político, de esos sótanos malolientes del poder donde siempre se encuentra un “limpiador de alcantarillas”, se hablará de monopolios y de magnates. Tal vez se hable menos de la pasión.

Es una pasión susurrante que subyace a protagonistas. No es obvia, no grita, no se despliega. Transcurre agazapada hasta el preciso instante en que se adueña del personaje y determina “esa” acción que lo cambia todo.

¿Es que acaso Marcial no pudo planificar una vía de escape alternativa al departamento de Flavia? Y bueno… creo que sí. De profesión sicario, recursos no le faltarían. Tampoco le falta a Marcial la sospecha (aún inconsciente) de que algo puede fallar en el operativo. Y entonces, el final. Y entonces, la necesidad imperiosa de ver a Flavia, la pasión mordiéndole los talones. Quizá la única pasión que se permite pero también la que le nubla el entendimiento hasta el punto de ponerla en riesgo, como se verá, justamente a ella.

El miedo desatado, que también es pasión, hace que Alex caiga en un desbarrancar de errores inadmisibles para su mente fría. La pasión de Plován por mantener el personaje que ha creado con tanto empeño y tantos años… la pasión por la justicia que lleva al lejano Orlando a involucrarse sin querer queriendo.

Intentaremos no revelar demasiado porque no hay nada en el devenir de esta historia que sea predecible, y no vamos a ser aquel que salía de la película comentando el final a los que iban entrando (cosas de la generación pre-Netflix). Pero recuerden esto de la pasión cuando se encuentren con el taxista.

Pasión es, también, aquello que nos llevaba a devorar un libro en un fin de semana en el que todo quedaba interrumpido porque había que llegar al final de la historia. Lo siento, prepárense, es lo que les va a pasar”.

¿Podría decirse que las miradas de Vaca Narvaja y de Bruno sobre Magnicidio  son diametralmente opuestas?

Tal vez, sí.

Sin embargo, aunque de manera diferente, en ambas queda patente ese universo más o menos confuso que conforman las pasiones humanas. En este caso, tanto las del autor, como las de los y las protagonistas.

Primera persona

¿Qué dice el propio Sergio Vaudagnotto cuando se le pregunta por Magnicidio?

- ¿Por qué “Magnicidio”?

-Porque con ese nombre registré la novela en septiembre del año pasado -aclara el autor, de arranque, para evitar cualquier suspicacia.

-¿O sea que no tiene nada que ver con el atentado contra Cristina de Kirchner?

-Nada que ver. Aunque la historia incluye el asesinato de alguien poderoso de la Argentina…

-¿La viste venir, imaginaste algo por el estilo?

-Uno de los personajes de la novela dice que no existe país en el mundo en el que no haya alguien dispuesto a asesinar por dinero… En Villa María, sin ir tan lejos, un dirigente gremial abrió la puerta de su casa en barrio Rivadavia y un sicario le descerrajó seis tiros. O sea que tanta premonición no hay en la novela. Además, hubo un libro que me marcó mucho, pero mucho, me conmovió realmente. “El día que mataron a Alfonsín”, de Dalmiro Sáenz. En pleno gobierno de Raúl Alfonsín, el escritor imaginaba que lo asesinaban y proporcionaba todos los detalles de un hecho que solamente estaba en su imaginación. En fin, me pareció disruptivo que alguien plantee un acto semejante; fue tan innovador como impactante. Me marcó. Y a las marcas las llevamos puestas toda la vida, parece. Un profesor del Inescer me dijo en estos días que a esta historia la tuve dentro siempre y que ahora no hice más que sacarla afuera. Todo por una conversación que mantuvimos hace más de diez años.

-¿Estás satisfecho?

-¿Con la obra? Creo que sí; a lo mejor, con más estacionamiento, más añejado... pero uno no puede pasarse la vida corrigiendo originales, que diría Borges. Un fiscal amigo me ayudó con la trama policial, una psicóloga con la personalidad de un personaje al que no le encontraba la vuelta… No sé, la escribí, la di a leer a cuatro personas y, por así decirlo, la mandé a la imprenta. Me da tranquilidad las cosas que dicen quienes la leyeron y me alentaron tanto.

-¿Por qué en la Universidad de Río Cuarto y no en la de Villa María?

-No tuve una buena experiencia con Eduvim. ¡Ojo!, no con los laburantes, que fueron extraordinarios y realizaron una edición muy cuidada de un libro que a lo mejor no merecía tanto. Pero en 2010 dije nunca más y listo. En Buenos Aires es como que te ponen condiciones y tenés que ceder hasta que sentís que el trato se vuelve injusto. En UniRío José Di Marco y todo su equipo no se andan escondiendo detrás de las puertas, se ponen de tu lado, escuchan tus ideas.

 Hasta me propusieron distintos diseños de tapa, muy cuidados, pero enseguida comprendieron el significado que tenía para mí que fuese un compañero de El Diario, Marcelo D’Ercoli, quien expresara su arte en la portada. Llevaron su trabajo al formato de la colección y listo, solucionado. A Marcelo y a todos los compañeros de El Diario está dedicado el libro, junto a mi familia.

 

La cita

La presentación de Magnicidio, de Sergio Vaudagnotto, se llevará a cabo el próximo martes 18, a las 20, en La Bodega, en Villa Nueva.  Allí, el autor y quien prologó la obra charlarán con el público y compartirán luego un ágape. Los libros estarán a la venta.

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