La Fogata de San Juan por dentro

Fuego para encender la esperanza

¿Por qué se celebra cada año? ¿Cómo lo vive la colectividad balear local? Un recorrido por su significado, historia y simbología

El pasado jueves, y como en cada año, la Casa Balear Villa María llevó adelante la celebración de San Juan. Más allá de una fogata, el festejo reúne sentimientos, pensamientos y una perspectiva desde dónde pararse para mirar la existencia.

De eso habla Estefanía Cardell, tesorera de la Comisión, en diálogo con El Diario. En el marco del festejo, que reúne a las familias en torno a la tradición, se arrojan a las llamas papeles con lo que ya no se quiere para este año o algo que represente un mal recuerdo. De esta manera, los hechos indeseados de los 12 meses anteriores se ahuyentan.

“Nosotros empezamos a participar desde el año 2003. Más adelante comenzamos a armar todo en el Prado Español de Villa Nueva”, comenzó a narrar Cardell.

En ese tono, rememoró que anteriormente existían otras fogatas y que muchas se hacían alrededor de los barrios. “Cada barrio solía armar su fogata en algún baldío y hasta se iniciaba una especie de “competencia”, ilustró.

Lejos de categorizar la fogata como algo tradicional de las Islas Baleares, la entrevistada explicó que son muchas las regiones de España que las llevan adelante “hablamos de valencianos, gallegos o catalanes... hasta italianos”.

Y es mucho el apego que tiene la sociedad con estos eventos, ya que suelen ser varios los vecinos que se suman solamente para este momento del año, cuando el sol comienza a asomarse más temprano y la primavera se acerca nuevamente.

“En un momento, en Villa Nueva, recuerdo que Ricardo Mercadal siempre encendía la fogata -y a esto lo hacía tanto si hubiera gente como si no la hubiera-. Lo realizaba junto a su familia y la Comisión Directiva”, apuntó.

“Nosotros, empezamos a pensar en hacer un demonio (para quemar), tal como lo hacen en España; así, siempre invitamos a quemar lo malo y a esas cosas las representamos en un papel que luego tiramos para que arda en las llamas. De igual manera, no quemamos cosas materiales, pero en otros lugares, por ejemplo, queman muebles o ropas que quieren hacer desaparecer (por estar asociadas a algo problemático)”, dimensionó la entrevistada.

-Esto sería algo así como una versión propia del año nuevo...

 -Si bien se festeja el año nuevo cuando cambio el año real; esto también es un año nuevo al entender que el sol comienza a volver a acercarse. Existe un cambio que hace que todo empiece a vivir de nuevo, como por ejemplo, las plantas. Así, nos llega un poquito más de sol y un poco más de vida.

La fogata, lo que hace, es querer darle más fuerza al sol que empieza a brillar de nuevo. A darle energía.

-Es un encuentro que convoca también a muchas familias.

-Sí. Siempre intentamos que se vuelva a la familia. Volver al núcleo familiar para compartir momentos, armar el demonio en familia y contar las historias de lo que pasaba en otros tiempos. Es importante que los tíos y los abuelos vayan comentando todo y dejen un legado; un legado que se vaya transmitiendo. Estos eventos ayudan a que los chicos se sienten, acompañen, dejen el teléfono y estén en familia.

-¿Hay alguna quema en particular que te haya llamado la atención?

-En uno de los últimos años hubo gente que hasta ha quemado estudios médicos. Hablamos de una persona que se curó luego de atravesar una enfermedad, y es algo que nos conmovió.

-¿Qué otras actividades llevan adelante en la Casa Balear?

-Tenemos talleres de tango, arte para chicos, baile, yoga, gimnasia y muchos más. Durante todo el año apostamos a que el grupo crezca para seguir difundiendo la cultura balear. Amén de eso, siempre tenemos proyecto que no hemos podido terminar de diagramar, un poco por la pandemia y otro poco por las cuestiones económicas, pero tenemos la idea de apostar a charlas sobre la cultura balear, clases de cocina, catalán y mucho más.

En ese marco, -y desafiando las bajas temperaturas- el pasado jueves hubo demonios, textos y todo un contexto tradicional donde casi 100 personas -además de la comisión directiva- se hicieron presentes en el Prado Español para despedir aquello que ya no quieren volver a experimentar, sentir ni vivir.

Un poco de historia

La Fiesta de San Juan, también llamada víspera de San Juan o Noche de San Juan, es la víspera de la celebración previa a la festividad cristiana del nacimiento de San Juan Bautista el día 24 de junio.

Algunos vinculan la festividad o algunas de sus celebraciones en ritos de origen pagano previos o ajenos al cristianismo.

En países europeos-mediterráneos la realización de hogueras suele ser un elemento habitual.

Esta celebración de San Juan Bautista se da debido a que es el Santo que está junto al Niño Jesús y el único que se le celebra el nacimiento, durante la noche del 23 se pueden observar bellos altares donde muestran el Santo y acompañado de muchos repiques de tambor y bebidas espirituosas que le dan inicio a la festividad.

En la mañana del día 24 el Santo es sacado del lugar donde estuvo guardado durante un año y es llevado sobre la cabeza o en los hombros de quien es nombrado su guardián, que en este caso es el dueño del lugar donde estuvo resguardado, es un recorrido que se hace por todo el pueblo o comunidad donde realizan la celebración hasta llegar a la iglesia donde culminan con la celebración de una misa y el fabuloso repique de los tambores. 

De costumbres

Los fieles esperan al caer la noche para realizar algunos rituales que le dan protagonismo al día, uno de ellos es cortarse el cabello para que crezca  fortalecido, otro es colocar un huevo en un vaso de  agua y de esa manera tener conocimiento de su futuro, también se dice que ese día el agua adquiere propiedades  beneficiosas, las plantas cualidades milagrosas y curativas, y así como otras ceremonias que son realizadas por los creyentes con mucha fe, luego se deja el Santo en la iglesia y el pueblo se dedica a celebrar toda la noche bajo el toque de tambores.

Otra celebración es la de San Juan Congo, pese a no estar registrado en el calendario de festividades católicas, al cumplirse los ocho días después de la fiesta de San Juan, en algunas comunidades celebran el día del conocido también San Juan Guaricongo. Su copla conocida: “San juan Guaricongo cabeza pela’ quítate la gorra, pa’ ve’te bailá”.

La llegada del solsticio de verano se celebra en toda la geografía española con ritos y tradiciones ancestrales. Algunos piensan que San Juan es la noche más corta del año (en el hemisferio norte) o la más larga (en el sur); aunque esto suele ocurrir el día 21 de junio; alargándose en ciudades la fiesta hasta el amanecer.

La noche de San Juan ha adquirido la magia de las antiguas fiestas paganas que se organizaban con el solsticio de verano. El origen de esta costumbre se asocia con las celebraciones en las que se festejaba la llegada del solsticio de verano, el 21 de junio, en el hemisferio norte, cuyo rito principal consiste en encender una hoguera.

La finalidad de este rito era "dar más fuerza al sol", que a partir de esos días iba haciéndose más "débil" -los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno-. Simbólicamente, el fuego también tiene una función "purificadora" en las personas que lo contemplaban.

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