HISTORIA - NOTA Nº 729, escribe Jesús Chirino

Más de cuatro mil leguas de viaje en carretilla

El trabajador conocido como "El vasco de la carretilla", en realidad se llamaba Guillermo Isidoro Larregui Ugarte, recorrió aproximadamente 22 mil kilómetros a pie, empujando una carretilla. Realizó cuatro viajes por territorios de Argentina, Chile y Bolivia. El tercero lo inició desde Villa María

Apuesta y singularización

Nació el 27 de noviembre de 1885 en Pamplona, ciudad española capital de Navarra. A sus 15 años emigró hacia Argentina y luego de desarrollar algunos trabajos en Buenos Aires se trasladó a la Patagonia donde fue empleado por una empresa petrolera. Cuando terminó esa relación laboral desarrolló trabajos temporarios en establecimientos rurales de la zona. Entre otras tareas realizó la de esquilador de ovejas.

Según narró en distintos medios de prensa, estando en una reunión con compañeros de trabajo, en una estancia del paraje Mata Amarilla dijo que él se animaría "a cruzar toda la Patagonia a pie y a ir hasta Buenos Aires con una carretilla". Fue así que hizo la apuesta que primero fue tomada en broma por sus compañeros de tareas. Larregui dice que luego  "uno de ellos me trajo una carretilla... cuando vieron que yo me disponía a emprender el viaje y que la cosa iba en serio, se sorprendieron, se rieron y lo tomaron para la farra, me dijeron que, por lo mentiroso, yo era más andaluz que vasco, y que les extrañaba mucho, porque nunca habían visto un andaluz trabajador ni un vasco mentiroso".

El patrón también entró en el juego y ofreció cubrir el monto de la apuesta  en el caso que El Vasco perdiera, a cambio de que este trabajara un año sin cobrar peso alguno.

El caminante aclaró que si bien solía hablarse de una apuesta por mucho dinero, eso no era cierto . "Lo más importante es que he empeñado mi palabra. Varios amigos hablaban de las grandes travesías realizadas por automovilistas, de los raids de aviación y otras proezas. Yo oía y callaba. Pensaba que, no es difícil llevar a cabo una proeza con los maravillosos aparatos modernos que se manejan sin esfuerzo y que necesitan del hombre, seguridad y valor. Pero pocas veces exigen del individuo fuerza física, paciencia y resistencia. Entonces dije: ‘A cualquiera de esos señores aviadores y automovilistas los desafío yo a hacer una travesía caminando y conduciendo además una carretilla de cien kilos’". Es claro que para el protagonista de tan extensas caminatas no todo radicó en la apuesta, sino que también jugó la construcción de una diferenciación en un medio incapaz de tratarlo con el grado de singularización que podría anhelar. Recordemos que solo habían pasado un poco más de tres lustros de la explotación a los peones rurales descrita en la Patagonia Rebelde y la situación no había sufrido grandes cambios.

 

Hasta Buenos Aires

 Con 50 años, en 1935, El Vasco comenzó a caminar los 120 kilómetros que separaban la estancia de la localidad denominada Comandante Piedra Buena. Cuando llegó a ese lugar un mecánico cambió la caja de hierro de la carretilla por una de madera, también le realizó arreglos a la rueda y la revistió con goma de auto. "Encima le cargó una pequeña carpa, pilchas de dormir, cinco litros de agua, una pavita, el mate, un asador chico, una ollita y otras cosas indispensables, hasta completar los cien kilos".

La prensa comenzó a cubrir el periplo y lo llamaron "El vasco de la carretilla". A partir de las publicaciones en los diarios se fue haciendo conocido, a tal punto que en muchos lugares lo esperaban para aplaudirlo y reconocer su hazaña. El Vasco no hacía su viaje en soledad, lo acompañaba un perro al que llamó Pancho.

En el diario La Nación, del 25 de mayo de 1936, se tituló "Ganó la apuesta: vino a pie hasta Buenos Aires saliendo de Santa Cruz". Una foto lo mostraba con su carretilla, rodeado de gente. Había recorrido más de 3.600 kilómetros y soportado las inclemencias del tiempo.  La prensa lo describió como un hombre sencillo, fuerte y libre, que en su carretilla transportaba lo estrictamente necesario, lo demás se lo proporcionaba el camino. La gente, en especial quienes integraban la comunidad vasca, tenía gestos de solidaridad haciendo más llevadero el viaje y la escasez de recursos. El se detenía a hablar con quienes mostraban interés. Lo escuchaban con la curiosidad de un niño, interesado por conocer. Hablaba el francés, inglés, italiano, alemán y holandés.

 

Dueño de su propio destino 

Tiempo después de cumplir lo comprometido en la apuesta, Guillermo decidió continuar caminando como una forma de decir que él podía hacer algo que lo distinguía de los demás. Es así que, en 1936, partió desde Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, y pasando por los altiplanos de la Puna llegó a La Paz, en Bolivia. Su tercer viaje lo inició en Villa María, cruzó la Cordillera de los Andes y llegó hasta Santiago de Chile.

En su cuarto y último viaje cubrió la distancia que separa Trenque Lauquen, provincia de Buenos Aires, hasta el Parque Nacional Iguazú, en la provincia de Misiones. Allí fue visitado por algunos villamarienses. En ese mismo lugar, el 9 de julio de 1964, teniendo 78 años, falleció por haber ingerido alimentos en mal estado. Para entonces ya era una leyenda.

Como otro ejemplo de la cobertura que la prensa le otorgó a los viajes de Larregui se puede mencionar que en la edición del 2 de julio 1938 del diario La Voz del Interior (página 12), se publicó una nota titulada "Empujando una carretilla y de a pie, Guillermo Larregui continúa su pintoresco raid". Días antes había llegado a la ciudad de La Rioja y se planteaba continuar hasta  Jujuy. El cronista señala que se trata de un "hombre, mezcla de deportista y aventurero, es conocido por nuestro público a su paso por esta". Días después el mismo diario publica un artículo informando que: "Ha llegado a Tucumán el ya famoso Vasco de la carretilla, Larregui". En la misma nota se explica que se trata del viaje iniciado en Coronel Pringles. En ese año declaró "vivir el ritmo oculto de los campos abiertos llenos de sol. La emoción de la tierra Argentina, llena de generosidades. He aquí mi objetivo. Nadie me podrá quitar la dicha de ser dueño de mi propio destino".

Para sus viajes utilizó tres carretillas, a la primera la donó al Museo de Luján; a la segunda la utilizó en el viaje iniciado en Coronel Pringles; a la tercera se la hicieron amigos de Trenque Lauquen y Beruti, en 1943. Con esta llegó a Puerto Iguazú.

 

Lorenzo Vivanco

Hace unos días el Archivo General de la Nación publicó, en su Instagram, una foto de Lorenzo Vivanco quien también realizó una hazaña en el año 1939 cuando viajó, en velocípedo, desde Villa María hasta la ciudad de Buenos Aires. No existen más datos del viaje de Lorenzo, aún no he podido contactarme con algún descendiente de Vivanco.

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