Chichilo Viale pasó por la ciudad y narró sus experiencias

“Antes de destruir a alguien, me inmolo yo”

El capocómico cordobés se refirió a su modo de hacer humor. El deseo de hacer divertir sin ofender y el hecho de trabajar sin condicionamientos ante los nuevos tiempos y la corrección política. “Seguimos utilizando la misma impronta, pero el humor ha cambiado”, reflexionó.
domingo, 25 de septiembre de 2022 · 08:30

Escribe: Daniel Rodríguez
DE NUESTRA REDACCIÓN


Amilcar “Chichilo” Viale es un actor y humorista argentino, pero sobre todo cordobés, de una extensa trayectoria que aún sigue sumando kilómetros. El kilómetro cero tal vez sea en el colegio Santo Tomás de Aquino, donde junto a sus compañeros llevó adelante el Grupo Sitorio.

Más adelante, un amigo de su padre, Alberto Cognini -creador de la revista Hortensia- quiso que Chichilo interpretara a un borracho en la obra “Hortensia se divierte”. Aquel personaje se instaló y convivió con su oficio de mimo.

Fanático de Belgrano, trabajó en televisión con Susana Giménez, Pura Química, Peligro Sin Codificar, Sábado Bus,  Beatriz Salomón, Ginette Reynal y la lista sigue con sus obras de teatros, donde hizo un sinnúmero de temporadas junto a actores y figuras de las más variopintas.

Hoy, con un programa de TV en Canal 12 y con varios proyectos por delante, sigue apostando al crecimiento de lo emergente, por eso el pasado viernes estuvo en Villa María, más precisamente en el Chalet Hereje, donde presentó “Stand Up de Barrio”, un unipersonal que, en diálogo con El Diario, también lo definió como “debate” e “intercambio de ideas”. 

 

-¿Cómo se dio tu visita a la ciudad?

-Me atrapó mucho la tarea del Chalet Hereje. Me gusta lo que hacen los chicos para generar un espacio cultural. Nada de esto fue hecho por una cuestión de negocio, ya que la sala tiene 40 butacas -y por eso hicimos dos funciones-. Ahí hablamos de los distintos tipos de humor, conversamos y, bueno, decidí venir porque vi el esfuerzo que hacen para mantener ese lugar con más de 15 talleres anuales. Ya estuve en otra ocasión y me divertí mucho. Me fascinó y de paso, que es lo que más me interesa, puedo dar una mano.

 

-Sos cordobés, pero tenés una larga trayectoria a nivel nacional y también en Buenos Aires. ¿Tuviste que hacer algo para adaptarte y ser federal?

-No. No hice nada y no me interesó. A la cultura del humor de Córdoba no hay que aggiornarla. Si lo hiciera, no me sentiría bien teniendo que modificar todo en favor del que escucha. Es un texto propio, con un idioma propio y con el manejo que tenemos nosotros. De igual manera, el humor nacional ha ido mutando a través del Internet y todo eso. Hoy en día, uno ve humor a cada rato (por Instagram, por Facebook, por YouTube), y así, el humor también se ha ido haciendo genérico. Lo que sí seguimos utilizando es la impronta, pero el humor ha cambiado.

De igual modo, el tema de adaptarse al cambio de tiempos lo he venido haciendo desde hace mucho tiempo, antes de que aparecieran los retos y los “peros”.

Yo no tuve que modificar demasiado lo mío, porque hago un humor que no ofende a nadie (o al menos, ese es mi criterio). En cuanto sé que ofendo, primero, pido perdón; y después, lo cambio. Yo utilizo el viejo recurso del antihéroe: así, en vez de destruir a alguien, me inmolo yo. Esa es la base de muchos comediantes como Charles Chaplin, el Gordo y el Flaco, Cantinflas o Alf.

 

-¿Existen muchas limitaciones en el humor hoy?

-Yo creo que acá estamos siempre tratando de no ofender a nadie, estamos en esa etapa. No sé si en Estados Unidos pasa lo mismo, pero se ríen del ciego o del mudo y nadie tiene problema.

 

-¿Te sentís condicionado o te ha hecho crecer en tu tarea creativa?

-Uno no se condiciona porque, en mi caso, yo no utilizo recursos ni bajos ni viles. Uno no se ríe de la gente, a mí me puede condicionar que haya niños en la sala o un alto grado de gente mayor. Ahí uno va cambiando el ritmo, pero no es para ponerse mal: es una práctica de más de 40 años en esto, entonces lo vas manejando.

 

-¿Han afectado al humor las redes? ¿Se han modificado los números con respecto a las épocas en que el humorista grababa casetes o discos?

Históricamente, la productora se llevaba toda la guita y nuestra ganancia iba para allá, por eso no me molesta que haya esas cosas. De igual manera, soy una persona creativa y puedo hacer un millón de cosas en Internet. Respecto a eso, mis redes son algo que tengo que reflotar.

 

-¿Así que se ganaba poco con las grabaciones?

-Sí, el casete o el disco eran medios de publicidad, después se ganaba plata en el teatro. La idea teórica era ir ganando con el casete, pero bueno… estamos en Argentina.

 

-Uno ve en el escenario al humorista solo, sin mucha coreografía y poniendo el cuerpo. ¿Cuánto de preparación hay antes de llegar a eso?

-Hay más laburo de práctica que otra cosa. Una vez que tenés escrito el libro, cada circunstancia, movimiento o lo que determinado público va generando (con la espontaneidad), lo vas manejando. Así, a medida que pasan las funciones vas sabiendo cuáles son las palabras claves, qué tenés que hacer primero y qué tenés que hacer después.

Yo, en mi evento, cuento toda mi vida, tengo una columna vertebral que arranca en el colegio, pasa por la primera novia, los asaltos, el club de barrio y demás… Hay una estructura que es interminable, una columna vertebral que recorre todo. Así, no me acuerdo haber hecho un espectáculo igual a otro.

 

-También es difícil, porque uno cuando sigue a un humorista va a verlo esperando que no cuente los chistes que uno ya sabe.

-Y eso te diría que es algo relativo. Porque en el caso mío, que no cuento cuentos ni chistes, sino que hago monólogos, tal vez no me sucede. Pero puedo ver que al Negro Álvarez siempre la gente le pide que cuente el de Don Abraham o al Flaco Pailos el de Tarzán. Yo hace 20 años que hago el personaje de borracho. Creo que es más o menos como ir a ver a César Banana Pueyrredón y que no le pidan “Conociéndote”.

 

-De igual modo vos manejás una atmósfera. En tus cuentos o relatos es importante el clima más allá del remate.

-Es que soy comediante, y al serlo me facilita explotar la expresión corporal, lo gestual y la narración. Entonces, cuando uno va contando las cosas, las va volviendo más interesantes y a la gente ya no le interesa el final. Además, son cosas que identifican a todos. Hablamos de la cancha de fútbol, por ejemplo, y no estoy hablando de nada que no le haya pasado al público alguna vez.

 

-¿Cómo viene la TV?

-La tele viene muy bien, estamos con buen rating, trabajando y produciendo. Si Dios quiere, antes de fin de año sumaremos dos programas más.

 

-¿Algo en el horizonte respecto al teatro?

-En verano haré Mina Clavero, Merlo y, veremos, algo de la zona de Calamuchita. Ya no tengo ganas de hacer temporada y ver quien va primero y quien va último. He sido primero y último un montón de veces en Carlos Paz. Lo último que hice fue con Georgina Barbarrosa, Roly Serrano, Fabián Gianolla y Darío Lopilato.

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