Carina Sedevich publicó “El dios de los vacíos”
El eterno desafío de “encontrar la música en cada verso”
“La mirada sobre la vida cambia todo el tiempo, porque nada permanece inmóvil..., todo se transforma”, destacó la autora en diálogo con elDiarioBajo el sello de Alción Editorial, la escritora local Carina Sedevich publicó y presentó durante las últimas semanas su último material: “El dios de los vacíos”. La presentación, que se realizó en el SUM del Colegio de Psicólogos, se destacó por ser una charla amena.
Tras el evento, la autora nacida en Santa Fe, pero radicada hace rato en la ciudad, dialogó con elDiario
-¿En qué momento literario te encuentra El dios de los vacíos? Hay un momento que te encuentra mirando la vida -tal vez- con otros ojos, por encontrarte con la tercera generación de tu familia.
-La mirada sobre la vida cambia todo el tiempo, porque nada permanece inmóvil dentro ni fuera, todo se transforma. Cuando hablás de tercera generación, supongo que te referís a Irina, mi nietita. Su presencia es importante en mi vida y, por lo tanto, en mi poesía, sí, pero no diría que es el eje de este libro ni de ningún otro en particular. Ella atraviesa mi escritura con fuerza, como otros seres y otras cosas que son parte de mi existencia. Pero, ya que traés el tema a la conversación, aprovecho para acercar un poema de “El dios de los vacíos” escrito para Irina.
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¿Ves ese árbol de ramas oleosas?
Adentro las flores resguardan tigres.
Cinco amarillos engrillados vivos.
*
Escuchá, querida,
el sonido de las cosas tras
el tiempo fluyente.
El rumor de la continua
despedida,
del encastre pobre del
encuentro.
Los roces del alma
intentándolo
siempre.
Todo se disuelve menos ese sonido.
*
Escuchá, querida,
cómo le pesan al silencio
oscurecidos por el sol
los manojos de flores de los ceibos.
*
Sin embargo, quiero ser recuerdo.
Como un árbol. Signo
que esté en un momento
en lugar de algo
para vos.
-¿Por qué la presentación se llevó adelante en el Colegio de Psicólogos? ¿Tiene algo que ver?
-En general, me parecen raras las presentaciones de libros, las lecturas, esas cosas. Ocurre que son instancias muy diferentes al momento de la escritura, que es solitario, silencioso. Entonces, para decidirme a propiciar un encuentro en torno a eso que ocurrió en soledad y silencio, preciso pensar lugares y personas con los cuales perciba alguna forma de conexión. La terapia psicoanalítica es un espacio importante para mí y noto que, a las psicoanalistas que conozco, el arte les interesa mucho. Por otra parte, hace tiempo vengo pensando que cuando escribo y cuando estoy en sesión ocurren en mí cosas similares: ambos son espacios donde se dan procesos del orden de la creación a través del lenguaje. Entonces, apareció la idea, se la comenté a Laila Alcalá Riff, mi analista, y ella coordinó el encuentro. Contamos con una recepción muy cálida por parte de las autoridades del Colegio: Helga Caminos, Ivana Sedevich, Silvana Pons y Natalia Copertino. En la presentación conversamos con Claudia Huergo, poeta y psicoanalista, quien hizo un análisis muy interesante del libro que puede leerse en la revista La Tinta, y con Beatriz Vottero, investigadora y especialista en literatura, quien ha tenido la deferencia y la paciencia de ir leyendo todo lo que he publicado desde 1998. Para la presentación del libro, la biblioteca del Colegio de Psicólogos estuvo intervenida por el artista visual Milton Fornés.
Se creó un clima muy especial, muy disfrutable para todos quienes compartimos el encuentro.
-¿Es difícil equilibrar lo estético con el mensaje lírico?
-Es un trabajo duro y gozoso a la vez. Leo y corrijo muchísimas veces. Se trata de encontrar una música, la música de cada verso, de cada poema, de cada libro.
-Con tantos libros publicados, más allá de la temática, ¿es difícil no repetirse ni caer en el “autoplagio”?
-El trabajo constante es decir de algún modo lo que uno sabe que, dada la naturaleza del lenguaje, es la materia con la cual contamos, no se puede decir. Los temas ineludibles son pocos. El sentido lo pone siempre quien lee.
-¿Cómo sentís la poesía local luego de la partida de Alejandro Schmidt? Alejandro fue uno de los grandes difusores y defensores de tu obra.
-A Alejandro y a Edith Vera les estaré siempre agradecida por haber sido, prácticamente, mis primeros lectores. Ambos me alentaron mucho. Los recuerdo con gran cariño. Sus vidas y sus escrituras me siguen inspirando.
Para quien esté interesado, mis libros se encuentran todos en la Medioteca de Villa María. En la ciudad, también pueden conseguirse en Librería Librelibro.
Respecto a sus libros, Sedevich anticipó: “Sé que ciertos títulos están agotados, que otros no se consiguen en el país y que algunas editoriales ya no existen, así que estoy empezando a pensar en armar una obra reunida”.
Perfil
Carina Sedevich nació en Santa Fe de la Vera Cruz, en 1972. Su obra poética ha sido publicada en diversos países de Europa, Asia, Norteamérica y Latinoamérica y traducida al inglés, al chino, al portugués, al italiano, al polaco y al catalán. Entre otras distinciones, recibió el Premio de Poesía José Pedroni 2022 por su libro “Un pez en un cauce que mengua”. Se graduó en Ciencias de la Comunicación y se especializó en Semiótica. Dirige Revista Ardea, publicación digital de arte, ciencia y cultura, desde la Secretaría de Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, Argentina.
Sus títulos:
La violencia de los nombres (Lítote, Santa Fe, 1998)
Nosotros No (Lítote, Santa Fe, 2000)
Cosas dentro de otra cosa (Lítote, Santa Fe, 2000)
Como segando un cariño oscuro (Llanto de Mudo, Córdoba, 2012)
Incombustible (Alción, Córdoba | Karakartón, Mallorca, España, 2013)
Escribió Dickinson (Alción, Córdoba, 2014)
Klimt (Club Hem, Buenos Aires | Suburbia, Gijón, España, 2015)
Gibraltar (Dínamo, Córdoba, 2015)
Un cardo ruso (Alción, Córdoba, 2016 | Moinhos, Belo Horizonte, Brasil, 2019)
Flor cineraria (De Todos Los Mares, Córdoba, 2016)
Los budas y otros poemas / antología (Eduvim, Córdoba, 2017)
Cuadernos de Lolog (Postales Japonesas, Córdoba, 2017)
Lavar a la madre (Buena Vista, Córdoba, 2017)
Lejanas bengalas estallan (Del Dock, Buenos Aires, 2018)
Grandes metales oscilantes crujen (De l’aire, Santa Fe, 2019)
Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder (Tanta Ceniza, Neuquén, 2020)
Rosados cuerpos de pinos / antología (Aparte, Arica, Chile, 2021)
Krishnamurti (El Vendedor de Tierra, Buenos Aires, 2022)
Un pez en un cauce que mengua (Premio José Pedroni, Ministerio de Cultura de Santa Fe, 2023)
Junto al agua que el sol constela, blando / antología (Palabrava, Santa Fe, 2024)
El dios de los vacíos (Alción, Córdoba, 2024).