Mariano Quirós, un escritor chaqueño entre lo provinciano y lo urbano
“Existe ese vacío que empuja a cierta frustración, al absurdo”
El autor, que prepara el lanzamiento de una nueva novela, se refirió a su modo de escribir, al choque de lo urbano con lo rural y se metió en la polémica de Cometierra: “No creo que ningún escritor se quiera parecer a Victoria Villarruel”, apuntalóLo trágico, lo cómico, lo “trágicamente cómico”, el absurdo y la comedia de enredos son algunos de los puntos que aborda desde hace dos décadas el escritor chaqueño Mariano Quirós.
El autor, nacido en Resistencia, lanzó en 2023 “Nuestra hermana de Afuera (Tusquest)” y en su texto se intentó representar cómo viven los provincianos el hecho de llegar a Buenos Aires, la gran ciudad.
En Villa María, Quirós, tuvo su pisada con “No llores, hombre duro”, un policial negro editado en 2013 por la editorial universitaria local, Eduvim.
Luego, en su carrera -repleta de premios- llegaron más novelas y libros de cuentos: “Río Negro” (Tusquets, 2011); “La luz mala dentro de mí” (2016); “Una casa junto al tragadero” (Tusquets, 2017); “Tanto correr” (2013); “Ahora escriba usted” (2022) y “Campo del cielo”, entre otras.
La excusa del libro publicado con Eduvim -ya agotado- sirvió también para enterarse de que Quirós no descansa y que prepara con Alfaguara la publicación de una nueva novela que nos llevará al litoral: Purirú. La misma podría amanecer en febrero de 2025.
-¿Cómo le fue a “Nuestra hermana de afuera”?
-Hay poca data de “Nuestra hermana…”. Sé poco y nada y no soy el mejor parámetro para medir el seguimiento de un libro. Pero estoy contento con el hecho de publicar cada uno de ellos. Que me presten atención me pone contento y que me publiquen, también. Llegamos a muchos lectores, tengo buena recepción y los comentarios fueron, por lo menos, muy amables. Suenan sinceros y honestos.
-Sos joven, has conseguido varias publicaciones y en editoriales de renombre. ¿Cómo es desde el interior poder llegar a los círculos de legitimación?
-Tuve suerte, entre comillas. Intuyo que, como provinciano y por estar lejos del centro editorial del país, conocía poco y nada acerca de cómo se mueven las cosas y su dinámica. Entonces, empecé hace como 25 años y todavía leía mucho a (Roberto) Bolaño y tenía la épica de los concursos literarios. Ingenuamente, me enganché en esa (modalidad) para acceder a la publicación, a los lectores y lectoras y así fui teniendo suerte de que me prestaran atención. Los concursos sirven como una manera muy noble de asomar la cabeza. Creo también que eso que llamamos “redes sociales” también facilita un poco -en estos tiempos- la mirada desde adentro hacia la periferia, pero tampoco estoy seguro: sería engreído, en un momento editorial donde prima la incertidumbre.
-Es difícil participar en concursos cuando después no hay una buena respuesta. A veces puede ser encontrarse con “el jurado” que guste de la obra que uno hace, o no. También puede generar eso el hecho de desmoralizarse.
-A veces suelen pedirle consejos a los escritores para los concursos literarios. Yo, cuando tenía 20 años, tenía siempre el impulso de la escritura y lo del concurso venía después. Yo siempre quise leer y escribir. A medida que escribía, después miraba qué tenía. Me preocupaba por leer y escribir. Si estás muy atento a los concursos, obvio que te vas a frustrar. Pero yo, como lector, siempre tengo el deseo de seguir leyendo con todo el placer, la inquietud y la incomodidad que eso genera. Y si, en esencia, sos lector y tenés el ánimo de escribir, sabrás que el goce está también, pero por otro lado. Es algo más misterioso, más extraño, pero más sólido que un concurso literario que es una suerte efímera.
-¿Empezaste a escribir por el deseo de generar algo propio que no hayas encontrado? ¿Buscaste crear algo nuevo?
-En mi caso, por lo menos, siempre encuentro mucho que leer, que me incomoda, que me conmueve y que me da placer. Lo que intento, después, es hacer algo parecido. No está bien visto copiar, y me las tengo que arreglar para que (en lo que escribo) esté yo. Estar yo -de alguna manera- entre lo que leo al momento de escribir. Tengo que aparecer de alguna manera…
-¿Te gusta Albert Camus? Encuentro a tus personajes arrojados al vacío, cargados de absurdo, algo muy similar.
-Leí La Peste o el Extranjero, pero no tanto. Creo que es algo de mi generación que hay en personajes de muchos otros autores y autoras. Existe esa especie de vacío, incluso aburrimiento, que te empuja a cierta frustración o absurdidad. No sé, pienso de pronto (y me pongo a elucubrar) que después de las grandes épicas del siglo XX, a nosotros (los autores del siglo XXI) nos toca medirnos con una épica que pareciera ser inalcanzable y hay que lidiar con ese peso. Con esa herencia gigante, una de las maneras de lidiar es esquivarlo y ahí, esquivando épicas, está el vacío con cierto cinismo (aunque es un bajón). En todo caso, también es una lucha contra el cinismo, la de estos personajes.
-Tus personajes siempre aparecen luchando contra el calor, el polvo, el viento y un clima hostil. ¿Es parte de la creación de una atmósfera o el hecho de sumarle un simbolismo?
-Me parece que siempre la idea es la del personaje lidiando con el ambiente que le toca. Un personaje, de un ambiente determinado que, por algún motivo, se ve en la necesidad de medirse con un paisaje que le es hostil. En realidad a mí me divierte el brote del absurdo y lo que puede surgir de ese encuentro: el encuentro de un personaje en un ambiente urbano frente a algo rural o un ruralismo manchado de urbanidad.
-Más allá de “Nuestra hermana de afuera”, en “Río Negro” también aparecen narraciones crudas, te gusta jugar al límite con esas cosas.
-“Río Negro”, ahora que tengo un hijo, empieza a jugar de otra manera en la cabeza. Cambia la percepción y hasta la manera de escribir un cuento. Ahora te conmueven otras cosas, te cambia la sensibilidad. No sé si quiero ser tan incómodo con algunos temas, sin renegar de eso porque en su momento me divertí, sufrí y trabajé, pero en el medio vas adquiriendo o transformando tu sensibilidad.
-El hecho de ingresar en la publicación constante, en la legitimación, en círculos académicos, dar charlas y eso, ¿no pueden sacarte de tus raíces? Algo así como el punk que estudia música y cambia su estilo. También el hecho de autocensurarse para evitar la cancelación.
-No, a eso lo vas intensificando para otro lado o lo vas sofisticando. De igual manera, lo de la cancelación es medio trucho: por un lado, es cierto, pero por otro es un problema europeo. Quisieron cancelar un libro hace cosa de un mes (N. de la R.: Cometierra, de Dolores Reyes), alguien como Victoria Villarruel (vicepresidenta de la Nación), que en su vida habrá leído literatura y lo único que hizo es que se dispararan las ventas, que ya eran muy buenas. No puede existir en el mercado argentino la cancelación. Nunca tuve un problema en ese sentido, en todo caso, lo que hay es un cambio de sensibilidad para bien y para mal…, pero no, nunca voy a perder el rock and roll.
-Sucede que existen derechas extremas, pero a veces el progresismo se pasa tres pueblos…
-Yo no lo siento a eso, de momento. Pero me parece que esto favorece al mundillo literario, ya que está conformado por personas progresistas que no se quieren parecer a Villarruel.
-Tiene cosas particulares “Cometierra”, pero no podemos llamarlo pornografía.
-Si vos te escandalizás es porque mucha literatura no leíste. Mientras tanto, a los jubilados le sacan los medicamentos y lo peor es que es una discusión que no podés evitar esta (la de los libros).
La NOVELA
publicada en 2013 por la editorial local, Eduvim
