Pensamiento crítico
El aleteo de una mariposa
Escribe Ernesto Fernández Núñez* ESPECIAL
El Dr. Helmut Zacarius tamborilea sus dedos en el escritorio, es el tiempo de las conclusiones. El primer encuentro, en Praga, de eruditos de estados de ánimo bipolares que se identifican con el movimiento pendular del planeta tierra, llega a su fin.
La tristeza, dice Helmut, egiptólogo y teólogo, puede compararse con la tumba de los faraones, momificados y con todo su séquito para la vida en el más allá. Ni Osiris ni Ra los vinieron a recoger en la nave de la eternidad.
La tristeza proviene de la ruptura del hechizo, opina el Dr. Freuden.
El Dr. Zanon, empresario y poeta, opina, es caminar un día de lluviosa mañana por un vacío parque de diversiones.
El filósofo marxista Burges, mientras guarda una foto de Kafka, opina que toda ambivalencia preanuncia un cambio. La Era Gregorio Samsa, en honor del primer hombre en convertirse en insecto, la era de la metamorfosis, de ciclo continuo, está golpeando la puerta.
La realidad siempre tuvo y tiene una doble lectura, la civilización nunca pudo ni podrá resolver de fondo los graves problemas que ocasiona, los acentúa y los oculta, no construye, reconstruye sobre lo que destruye.
Observemos la Edad Moderna, el paradigma de las civilizaciones se inicia con el descubrimiento de América en 1492 y la apertura infinita de nuevas rutas oceánicas comerciales.
Al mismo tiempo, la imprenta de Gutenberg revoluciona el mundo de las ideas, el Renacimiento italiano transforma el arte.
Sin embargo, atrás de esa bonanza idílica se va engendrando, en sigilo, uno de los hechos más traumáticos, perennes e irresolutos que dividió el mundo, y sus efectos no tendrán fin hasta nuestros días y los días que vendrán si no cambiamos la oscilación del péndulo.
El tráfico de personas, el comercio de esclavos africanos que vendió, sometió y secuestró de su mundo natural, de su cultura e identidad a 12 millones de personas sobre un total de 46 millones y las convirtió, salvajemente, en NN.
Fue el primer Big-Bang humano, la gran explosión, la piedra fundacional de la desigualdad y el empoderamiento económico de las actuales potencias a través de sus colonias.
Olvidaron un detalle, la memoria oculta un mecanismo vengativo, todo regresa. Recurramos al término ominoso de la clínica psicoanalítica; el recuerdo de un hecho terrorífico que fue reprimido en el pasado se hereda de generación en generación y trata siempre de manifestarse.
Hoy, miles de refugiados africanos se suicidan en el Mar Mediterráneo para que el mundo les devuelva su identidad y columnas interminables de migrantes sin raíces buscan un árbol donde refugiarse.
A esta altura, surge un interrogante: la luz que alumbra la evolución de la humanidad, ¿estará siempre manchada por la tragedia humana, o es la tragedia la que impulsa la evolución?
La conducta del hombre no ha seguido ni está a la altura de la maravilla de su evolución biológica adaptativa; en otras palabras, no está a la altura de su creador.
La Era Samsa nos trae novedades. En los liderazgos, nadie parece ser quien es, el discurso se acomoda, los perfiles se adaptan, la autocrítica, la reflexión y la duda, uno de los nombres que tiene la inteligencia, según el poeta, se operan y son reemplazados rápidamente por valores de la Escuela Cínica de la antigua Grecia.
No es todo. En pocas horas, una discusión territorial se transforma en un conflicto armado, aliados y enemigos festejan, metamorfosis en estado puro.
Hagamos una lectura simplista. Las zonas beligerantes, las guerras, se están convirtiendo en nuevas oportunidades de inversión y desarrollo, pronto cotizarán en bolsa y se ofrecerán como franquicias rentables.
Hay complicidad en la violencia, todos parecen estar de acuerdo, y lo que preocupa es que otra forma sofisticada de esclavitud se estará diseñando atrás de esta realidad.
Arriesguemos, se trata de colonizar el cerebro, usar la manipulación negativa de la inteligencia artificial, correr el eje del sentido común, ocultar la verdad en la post-verdad y aceptar como lógico y normal aquello que nuestro cuerpo, visceralmente, rechaza.
El lugar dejado por la palabra, debilitada y tristemente usada para diseñar acuerdos incumplidos, es ocupado por el odio y el resentimiento, que pretenden entronizarse como una solución, un dios necesario, omnisciente y omnipresente. Bases del racismo.
Si esta entronización es la capitulación del sistema psíquico de equilibrio que nos permite convivir, estamos en problemas. Todas las leyes, constituciones, estatutos, acuerdos, el reglamento de un consorcio, tienden a regular la convivencia y abandonar el ojo por ojo del código de Hammurabi. De ser así, debemos acordar con el filósofo Burges, la metamorfosis, la Era Samsa, transformar al hombre en un insignificante insecto ya tiene sus adláteres e inversiones en este mundo.
Nuestro joven país y quienes lo habitamos podemos mirar tan lejos como nos permita nuestra memoria despojada de tinieblas, tenemos retorno de nuestros desencuentros.
Los que tienen vedada esa posibilidad, con dolor, son aquellos que un proyectil controlado desde la banalidad de cualquier lugar del mundo, entró por una claraboya apagando velas y la vida de todos.
Tenemos un destino individual y uno en común; en este, el aleteo de una mariposa en Misiones produce un alud en Mendoza; el alud, un apagón en un hospital de La Rioja en el momento que una mujer va a parir, parto alumbrado por velas que un puestero de campo de San Luis guardaba para cerrar el milagro de que todos somos uno o deberíamos serlo.
*Villamariense, escritor, psicoanalista, vicepresidente a nivel nacional de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE)