Nota N° 816
Monumentos y memorias
La instalación de un monumento conlleva la pretensión de construir memoria acerca de personalidades o acontecimientos, pero no todos son incorporados de la misma manera por la población del lugar, algunos llegan a convertirse en verdaderos referentes urbanos aunque no siempre por lo que pretenden celebrar. En cambio, otros, casi pasan inadvertidos para la comunidad. Aquí cuento algo acerca de algunos monumentos de Villa María
Celebrar una fe
A la vera del río, en un costado de lo que fuera el campo del matrimonio formado por Juan Bautista Manzotti y Ana María Bernardi, actual barrio Sarmiento, se eleva el monumento al Cristo Redentor. Su creación fue oficializada a partir de lo establecido en los decretos municipales 522 "D" y 528 "D" del 12 y el 16 de septiembre de 1942, respectivamente. El monumento en sí fue realizado en los "Grandes talleres de Arte Religioso" de los hermanos Ceferino y Víctor Castillo, de la ciudad de Buenos Aires. Pero también tuvo participación, en los trabajos desarrollados en la ciudad, el escultor local Leopoldo Garrone.
Por su parte, los trabajadores municipales del Departamento de Obras Públicas proyectaron y ejecutaron el basamento y el pedestal que permite que el Cristo se encuentre elevado a la vera del Ctalamochita, en las inmediaciones del puente Isidro Fernández Núñez. El acto inaugural tuvo lugar el 25 de septiembre de 1942, en el marco de las celebraciones realizadas para conmemorar el aniversario del nacimiento de la ciudad. La concurrencia de público fue espectacular. Existen registros fotográficos del momento que muestran la gran cantidad de asistentes y una importante concentración de automóviles de la época. Fue, realmente, una fiesta popular.
Según los documentos oficiales, erigir ese monumento tuvo como objetivo embellecer el lugar y homenajear la fe cristiana. Aunque la creación de este y otros monumentos religiosos en la ciudad, no puede pensarse fuera del acercamiento de Salomón Deiver, entonces intendente municipal, al catolicismo local, en su esquema de alianzas para resistir los constantes ataques de la elite villamariense.
El pequeño busto del liberal Alberdi
La plaza Alfredo L. Palacios del barrio Carlos Pellegrini, en la cual no hace mucho se talaron varios robles, llevaba el nombre de Juan Bautista Alberdi. La sustitución de denominación se produjo en el año 1932. Luego, en 1955, el busto de Alberdi fue emplazado en la esquina formada por calle Buenos Aires y bulevar Marcelo T. de Alvear. La oficialización de la instalación del monumento de Alberdi en ese lugar se realizó mediante el decreto 184 "R", fechado el 26 de diciembre de 1955.
Años después, en 1964, el Concejo Deliberante de la ciudad solicitó una nueva ubicación para el busto. Pero fue en 1968, cuando se repavimentaron los bulevares de la ciudad, que el pequeño busto del político liberal fue emplazado en la rotonda del bulevar Alvear, en la intersección con calle Mendoza. Allí se encuentra actualmente, sobre un tan pequeño pedestal que suele pasar inadvertido para muchos transeúntes.
Alberdi que, bajo este Gobierno suele ser tan citado, fue liberal en lo económico y en lo político, pero cuando promediaba el Siglo XIX, criticó a los liberales argentinos. Lo hizo por algunos vicios que se ven profundizados por liberales del Siglo XXI. Es así que en el tomo X de sus "Escritos Póstumos", a raíz del análisis que hizo de los Gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, se puede leer: "Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libres, para ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos, sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. El liberalismo como hábito de respetar el disentimiento de los otros es algo que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente es enemigo; la disidencia de opinión es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte". Quizás estas palabras de Alberdi puedan vincularse con la violencia que actualmente se ejerce desde el liberalismo.
El busto de Alberdi, ubicado en Mendoza y Alvear, tiene dos leyendas, una con su nombre y otra en la cual se lee: "Autor de las Bases", en clara alusión a su autoría del libro que sirvió de base para la redacción de nuestra Constitución Nacional.
Alberdi también escribió un párrafo que, quizás, muchos liberales olvidaron y sea conveniente recordar en el actual momento que vive nuestra sociedad: "Los habitantes de nuestro país han sido robados, saqueados; se les ha hecho matar por miles. Se ha proclamado la igualdad y ha reinado la desigualdad más espantosa, se ha gritado libertad y ella solo ha existido para un cierto número, se han dictado leyes y estas solo han protegido al poderoso. Para el pobre no hay leyes, ni justicia, ni derechos individuales, sino violencia y persecuciones injustas. Para los poderosos de este país, el pueblo ha estado siempre fuera de la ley". Alberdi tenía claro que no se avanzaba aprobando leyes que protegen a los poderosos.
Los San Martín de Villa María
Uno de los monumentos al libertador fue iniciativa de la "Comisión Pro-monumento al General San Martín" que en el año 1944 logró que la instalación de un busto, realizado por el escultor Francisco Laperuta, fuera celebrada el 17 de agosto de ese año. El lugar de emplazamiento de la obra fue la Plaza 4 de Junio, la misma que actualmente conocemos como plaza Centenario. El busto fue retirado del lugar en oportunidad que se trabajaba para la instalación del monumento ecuestre al libertador que se instaló en cercanía del puente Alberdi. Luego de haber estado arrumbado entre otros materiales en el corralón municipal, fue rescatado por un vecino del barrio San Martín y el 31 de agosto de 1969 se realizó el acto de inauguración de su instalación en la plaza ubicada en la esquina de las calles 17 de Agosto y Tucumán, del referido barrio.
La misma comisión pro-monumento prosiguió sus actividades con el objetivo de instalar en la ciudad un gran momento a San Martín. Las autoridades de esa organización fueron renovándose, pero no lograron su cometido. En 1966 se creó la Comisión Oficial de Actos de celebración del centenario de la ciudad de Villa María, con sus respectivas subcomisiones. Una de las decisiones centrales de esa organización fue que en la ciudad se erigiría un monumento ecuestre del General José de San Martín. La escultura fue realizada por la empresa Sarubbi y Barili SRL de Buenos Aires. La realización de la obra se llevó adelante a partir del modelo "Daumas", establecido por las normas del Instituto Nacional Sanmartiniano. Su emplazamiento en la plazoleta Libertador General José de San Martín se realizó el 26 de octubre de 1967.
En el año 1996, por iniciativa del entonces concejal Carlos Alberto Gagliano se colocó otro busto del General San Martín en la plaza que lleva el nombre del Libertador. La obra fue realizada por el escultor villamariense Néstor Lorenzo Álvarez. El acto oficial por el emplazamiento del busto se realizó en la tarde del 25 de septiembre de ese mismo año, en el marco de la celebración del 129° aniversario de la ciudad y el Primer Congreso Panamericano de Legisladores. En 1998 el busto sufrió un ataque que lo destruyó, entonces fue reemplazado por otro que la administración municipal adquirió a los Talleres R. Venzo SA de la ciudad de Córdoba.
En agosto de 2022, el intelectual y diputado santafecino, Carlos Del Frade, en un programa de radio, acerca de San Martín señaló que a pesar de tener tantos monumentos, calles y localidades con su nombre se trata de "un tipo totalmente desconocido, porque su política pública, cuando fue gobernador en Cuyo, protector general de Perú o capitán general en Chile, es desconocida... Hubo una militancia para construir su olvido sobre su función política y simplemente es condenado a ser recordado como un estratega militar". Del Frade rescata que "fue un gran político de masas, dirigente revolucionario, con un gran desarrollo intelectual...".
En cómo y qué recordamos de los próceres también existe una posición política, muchos pretenden que solo recordemos el aspecto militar del Libertador, negándonos la sensibilidad que puso de manifiesto en sus políticas públicas.