Antonio Sobral no odió al peronismo

Cómo lo recordaba Moisés Meik
domingo, 23 de febrero de 2025 · 09:00

El 26 de febrero de 1971 falleció Antonio Sobral. Un político y educador que, con su incesante trabajo, marcó la vida de la ciudad. Un hombre que no se dejó enceguecer por la circunstancia histórica y supo distinguir con quiénes mantenía diferencias insalvables de aquellos que solo eran adversarios políticos 

Hombre del radicalismo

Antonio Sobral, nacido el 20 de diciembre de 1897, luego de cursar la escuela primaria en Villa María y la secundaria en Río Cuarto y Córdoba, en 1920 ingresó en la carrera de Abogacía de la Universidad Nacional de Córdoba. En solo dos años cursó toda la carrera y obtuvo su diploma de hombre de leyes. Poco después, en 1926, fue elegido presidente de la Biblioteca Bernardino Rivadavia, espacio institucional al cual dedicó muchos de sus esfuerzos, transformándolo en un importante hito de la educación en la región.

En “El Rivadavia” logró momentos de realización, pero también sufrió tragos muy amargos. Uno de estos últimos fue cuando, en 1952, el peronismo intervino la Biblioteca Bernardino Rivadavia y sus anexos. Entonces fueron cesanteados docentes, personal nodocente y también alumnos. Entre estos últimos se encontraba Moisés Meik, quien luego sería un prestigioso abogado -fallecido el 14 de noviembre de 2020-. Hace unos 10 años le solicité que me contara circunstancias de aquella época y la reacción de Antonio Sobral, educador y político de la Unión Cívica Radical. 

 

Jóvenes opositores del golpe del 55

Lo primero que Meik señaló fue que “después de la huelga de alumnos, organizada para resistir la intervención, me echaron del colegio por ese motivo”. “Nos metieron presos y nos llevaron al Juzgado Federal de Bell Ville. Íbamos entre cinco y 10 alumnos, entre ellos Lucy Gavioli, creo que Diego Sobrino, padre, ya fallecido. Maggi, Coco Mirotti”. Todos, alumnos del cuarto año del Nivel Medio, que al ser expulsados se prepararon para rendir en condición de libre. Meik aclaró que  “... tras salir la sentencia de sobreseimiento, se ordenó la reincorporación de los cesantes. Y de ese modo, los que no queríamos pasar el año siguiente en la misma escuela decidimos rendir entre diciembre  y marzo del 53, quinto año, en condición de alumnos libres. Ese año entramos en la Universidad de Córdoba con Mirotti, en tanto otros, como Ramiro Repetto y Diego Sobrino, cursaron el quinto año en la Escuela Nacional. Poco tiempo después, nos volvimos a reunir todos como alumnos de Derecho en Córdoba, fortaleciéndose una amistad intensa y fraternal que no cesó jamás”.

Varios de esos villamarienses, incluido Meik, Maggi, Repetto y Sobrino, en 1954 comenzaron a militar en el ámbito universitario en la Agrupación de Estudiantes Reformistas (ADER), un espacio político que no se dejó arrastrar por el antiperonismo que ejercían grandes sectores sociales. Es así que no apoyaron el golpe del 55 y, en esa agrupación, coexistieron peronistas, frondicistas y jóvenes provenientes de sectores de izquierda. Meik recordaba que el paso del tiempo los tornó “más críticos del golpismo del 55 y de la represión desatada...”, de manera habitual concurrían al local de la CGT cordobesa de entonces, donde eran actores de peso Atilio López y Agustín Tosco. “Fue en esas circunstancias que nos enteramos de que Sobral iba a asumir la dirección de un diario que había sido peronista y entonces estaba en dificultades, tanto económicas como políticas. A través del historiador Alfredo Terzaga (a quien le debo su influencia) se continuó ese periodismo, con parte de la redacción anterior, entre ellos Terzaga, Gigena Parker  y Cornejo”. Uno de los líderes de ADER fue Silvio Mondazzi, quien más adelante sería candidato a gobernador por el partido que conjugaba  en esa vertiente socialismo y nacionalismo, junto a Enea Spilimbergo, Ernesto Laclau y otros.

 

Contra la represión

Mientras Sobral dirigía el diario Orientación, tribuna cordobesa de ideas nacionales, desde la vicedirección del diario lo acompañó Roberto Bixio, escritor con sólida formación literaria y filosófica. Sobral y Bixio convocaron a Meik encargándole que sumara a compañeros de militancia universitaria. Es así que ingresaron Raul Faure (que luego llegaría a ser ministro en el Gobierno de Obregón Cano),  Ravanelli y Fernández Villavicencio, entre otros. “Recuerdo la inmensa alegría de todos los así convocados por Sobral/Bixio, ya que era entrar a un diario que al poco tiempo ganó protagonismo por la resistencia al poder y su compromiso con los proscriptos y los trabajadores. Era el sueño del pibe. Integraban la redacción, además, Antonio Seguí, el pintor que tuvo después relevancia mundial, y Jaime Garzón Zapiola”.

En el  diario, Meik se encargaba de la columna internacional, la cual firmaba con seudónimo. “Bixio me puso a su lado para discutir muchos de los proyectos cotidianos de editorial del diario. Otras veces lo hacía Sobral y se notaba esa autoría porque marcaba rumbos”.

Sobral, hombre del radicalismo, que había sufrido el trago amargo de la intervención de “El Rivadavia” en 1952, entendió el momento histórico y no abrazó el antiperonismo. El diario que dirigía fue objeto de persecución por defender los valores que desde hacía mucho había abrazado. El medio llegó a ser allanado por hablar contra la represión. Ante esa realidad, algunas voces se sumaron a la defensa del diario, entre ellas podemos citar a los abogados Gustavo Roca y Lucio Garzón Maceda, que era asesor de la CGT y había sido un referente mayor de la  agrupación universitaria en la que militaban los citados villamarienses.

Sobral no vaciló en defender a los proscritos, luego del golpe de Estado de 1955. Meik resaltó que “ese era su rasgo humanista”, y recordó que “como miembro constituyente en 1949, por la Minoría, junto a Lebenshon, asumió una postura en la línea del constitucionalismo social y democrático, inspirado en una tradición fijada por las constituciones de Méjico en 1917, la de Weimar -Alemania- en 1919, de la República Española  en 1931”. El educador no se inscribió en la oposición conservadora al peronismo del 49, supo diferenciarse desde esa vertiente de pensamiento que incorporaba los derechos sociales o derechos humanos en clave social.

Con ese antecedente, es fácil entender que después enfrentara la llamada “Revolución Libertadora”, producto de un golpe conservador contra el peronismo. Actitud esperable de un político que dirigió una escuela en la que, afimarba Meik, “no había discriminación ideológica. Era una siembra de pluralismo democrático y laico, gratuito. Libertad de enseñanza, un principio liminar. La experiencia educativa modelo de su escuela se valoraba internacionalmente, como en Unesco...”.

 

Retrato de Sobral

Estando al frente del diario, Sobral no fue distinto que en su escuela. Meik recordaba: “Allí conocí al Sobral que no olvidaré. Todos los periodistas jóvenes valoramos su coraje, su entrega apasionada y profunda a la democracia. Mis amigos de la universidad se sorprendían de su actuación y me reconocían que no había exagerado al decirles que se iba a vivir una experiencia muy favorable. Sobral no era un político tradicional domesticado por el sistema. Era abierto y comprometido naturalmente con los sectores vulnerables. Abierto como lo había sido como educador, querido por estudiantes de filiación peronista. En esa escuela, los libros se proveían a todos sin excepción en préstamo año tras año. El Sobral educador y el periodista reconocían una coherencia sin fisuras”.

Por último, el recordado Moisés Meik hizo un retrato de Sobral describiéndolo como “un humanista tierno, aunque no lo evidenciara con esa intensidad. Había que tratarlo para ver su caudal. Amaba a los jóvenes, los estimulaba. No le asustaban los cambios progresistas porque no tenía compromisos con el poder económico. Como director de la editorial Raigal, publicó libros valiosos como la Historia de la Economía Argentina, de Ricardo Ortiz. Su ideología era latinoamericanista, universal, y era partidario de los cambios en democracia, no violentos, pero sí unidireccionalmente tuitivos de los sectores más necesitados. Con un elevado desarrollo de la conciencia nacional en escala latinoamericana. Sabía que así como el Yrigoyenismo integró a la clase media, el Justicialismo reconoció como sujeto social al mundo del trabajo. Por eso, desde 1955, no vaciló en su defensa de los perseguidos, a pesar de haber sido maltratado en 1952”.

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