Dancing Mood brilló en Villa Nueva

Vientos de lujo

Trompeta, trombón, saxofón, saxo, armónica... Todo eso y mucho más en la banda que celebró sus 25 años en El Perla dejaron una noche inolvidable de buena música

La calidad musical de una banda que no necesita ni busca cantantes. Un ritmo que te mueve las piernas desde el inicio. Unos maestros sobre el escenario que van turnándose para derrochar su talento, pero sin dejar el sentido cooperativo, cual Globetrotters en el básquet. Un repaso de canciones extraordinarias que no suelen sonar seguido en los escenarios locales... Todo fue un cúmulo de lujo con Dancing Mood, que cerró en las primeras horas de ayer su presentación en El Perla, celebrando 25 años de carrera con un show de dos horas.

Pocas veces había estado Dancing Mood por las Villas.

Aunque hace unos años pasó por el Prado Español, muchos recordaron cuando tocó en el boliche El Ángel, en décadas pasadas.

“Aquella vez éramos muy poquitos los que fuimos a verlo”, recordaba un villamariense que llegó con su compañera de vida (la novia de entonces) y sus hijos porque “crecieron escuchándolos”.

Como ellos, poco  menos de 300 personas, aproximadamente, abonaron los 15 mil o 22 mil pesos de la entrada (el primer precio fue para anticipadas) para disfrutar de la banda de ska, reggae y calipso, que le saca lustro a la importancia de los instrumentos de viento.

Tras una previa con Koko MC y Otra Tribu, Dancing Mood plasmó su bagaje artístico con clásicos de su repertorio a lo largo de los 25 años, como Take five, África o Police Woman.

El show ratificó también que Hugo Lobo no solo es un crack con su trompeta pocket, sino también un gran director que va señalando a cada uno de los integrantes para el solo, mientras de vez en cuando marca el ritmo con su voz.

Así, se van luciendo Fernando Albared, con su trombón, Pablo Romagnoli, con su flauta traversa, o Carolina Mazzocca, la única mujer del grupo, con su saxofón barítono, entre otros de los integrantes históricos.

“Gracias por el respeto y por la onda”, dijo al final Lobo, mientras el aplauso largo fue, precisamente, ampliamente merecido.

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