Congreso Argentino de Malezas

Ensayos con cultivos de competencia

Un informe del INTA da cuenta de que una modalidad para controlar malezas es implantar cultivos que hagan competencia por los mismos recursos que necesitan las malezas. Algunas de las opciones, en el presente informe

En el sur de la provincia de Buenos Aires, la intensificación del control químico de malezas produjo poblaciones de ryegrass y avena guacha resistentes a herbicidas, que se constituyen como un problema frecuente en los lotes de producción de trigo. Por esto, investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Bordenave, Buenos Aires, evaluaron la habilidad competitiva de cultivares comerciales y líneas avanzadas de trigo para identificar aquellos genotipos promisorios que puedan competir contra las malezas.

Mario Vigna, investigador del INTA Bordenave, indicó que los estudios apuntaron, en primer lugar, a la competencia de las principales malezas gramíneas que afectan el cultivo (avena fatua, lolium) para conocer el comportamiento de cada cultivar comercial existente. Después, mediante la interacción con el programa de mejoramiento se evaluaron líneas avanzadas de trigo con la idea de liberar cultivares competitivos y tolerantes a la competencia.

El informe se presentó en el III Congreso Argentino de Malezas, organizado por la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas, bajo el lema “Ciencia, producción y sociedad: hacia un manejo sustentable”.

El Congreso busca reunir y favorecer el intercambio de investigadores, docentes, asesores, productores y actores de la agroindustria, sobre la base de la presentación y difusión de conocimientos científicos y tecnológicos que guíen el diseño de enfoques alternativos y superadores a los utilizados en la actualidad.

 

Cuestión de competencia

Volviendo al informe, explican que la competencia puede definirse como el proceso por el cual las plantas comparten recursos provistos en cantidades insuficientes para satisfacer sus requerimientos conjuntos, lo que causa una reducción en su supervivencia, su crecimiento o su habilidad reproductiva.

Para realizar las evaluaciones, que incluyeron entre 15 y 20 cultivares cada año, “se sembraron en parcelas las diferentes variedades y en la mitad de la misma se atravesaron los cultivos con avena, con la intención de medir la producción de biomasa y el rendimiento”, señaló el especialista.

 “A lo largo de los años de trabajo confirmamos la habilidad competitiva del cultivar Buck Charrúa -que se plantó como cultivar testigo por haber presentado un buen rendimiento en ensayos anteriores- y se identificó mediante la evaluación de la variable biomasa en antesis al cultivar Buck Bellaco y la línea avanzada INTA Bordenave V0990 con características que podrían ser consideradas en próximos ensayos”, precisó Vigna.

Se pudo comprobar que los cultivares más competitivos son una opción para el manejo de malezas, en tanto no incurren en ningún costo adicional. La utilización de esas variedades permite disminuir el número de aplicaciones de herbicidas y racionalizar los recursos.

Asimismo, el especialista aseguró que aumentar la densidad de la siembra también es una variable a considerar para el aumento de la habilidad competitiva, “especialmente, en sistemas de bajos insumos, en planteos de producción orgánica o cuando se desarrolla resistencia a los herbicidas”.

“Al productor tenemos que acercarle cultivares competitivos, pero también de calidad y, lo que observamos con estos ensayos, es que es posible acercarnos a variedades de alto rendimiento, calidad panadera y que, a su vez, superen a la competencia”, concluyó el investigador del INTA.

 

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