DESTINOS/Córdoba / Huerta Grande

Tierra fértil en paisajes

Como su nombre lo índica, el pueblo disfruta de un entorno de verdes sabios, que se suman a postales de montaña propias del Valle de Punilla. El influjo del agua, una bonita reserva y más paseos por la naturaleza

Escribe Pepo Garay
Especial para El Diario

Huerta Grande es un precioso pueblo bien estacionado en el corazón de las sierras, más precisamente en el Valle de Punilla, algo así como 240 kilómetros al norte de Villa María, en las vecindades de otras localidades agraciadas como Villa Giardino o La Falda, por caso. Divina la cita, con esas callecitas que suben y bajan, aproximadamente cinco mil habitantes bondadosos, y vistas a la cadena de las sierras chicas, la que más adelante (en Capilla del Monte) cobija al Cerro Uritorco y sus misterios. 

Florido es el paisaje, como de bosques, como de jardines, y de ahí que a algún iluminado se le haya ocurrido ponerle Huerta Grande, referencia a lo fecundo del suelo, a los verdores. Algo de conexión tiene que haber habido con los fundadores del citado Villa Giardino (“Jardín”, en italiano, la patria de los pioneros de aquellla aldea), algo de polvo mágico tiene que haber en el ambiente.

 

Balneario y Reserva

Buena parte del año, y no solo en la plenitud del verano, el pueblo convida con el agua. Fundamentalmente, con la que brota del río Grande de Punilla, que va bañando los alrededores del pueblo dejando postales más serranas que el burrito y los alfajores.

El principal destino de la correntada en estos pagos se llama Balneario Municipal, una bonita área que cuenta entre sus preseas a tres piletas formadas por pequeños diquecitos, ideal para el chapuzón o incluso la contemplación. Acompañan la parada las arboledas, los asadores, el mobiliario de mesitas para picar un salame y un queso (se consiguen artesanales en el centro, muy buenos y muy adictivos), degustar un vinito picarón, echarse un partidito de truco. Y así hasta la llegada de la carne, chispear de brasas.

Allí cerquita, al viajero le aparece en las narices el Naguan Tica. Alma de quebrada, la reserva tiene 30 hectáreas de extensión, y aloja entre sus faldeos acuarelas bien del Valle de Punilla, laderas tupidas, montañas a los frentes, cielos increíbles y un aire purísimo (a mil metros de altura sobre el nivel del mar, aproximadamente, está Huerta Grande).

Además de los balnearios naturales, la zona de acampe y los viñedos, el visitante podrá disfrutar de diversos senderos, como el que lleva a la Vertiente Escondida o a la Gruta de Garabandal. También, de la antigua usina, el yacimiento de cuarzo, una divertida área de esparcimiento (bien pertrechada de tirolesa y puente de sogas sobre el río) y el aura comechingona. 

 

Paseos intensos

Continuando por los dominios de la naturaleza (antes de volver un rato por el centro, y disfrutar de la iglesia Nuestra Señora del Carmen y las casonas de grandes arcos y galerías de un siglo de existencia); la cita es con paseos cortos pero intensos en experiencias.

El listado, ofrece nombres como la Cascada de Olmos, Las Muyunas (destaca con su piletón natural), el Camino del Dragón y Piedras Grandes. Esta última regala piedras colosales y, al igual que todo en este hermoso rincón de la provincia, los deseos de abrazar a Huerta Grande.

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