Recuerdo / Segunda parte

Carlos Salinas, el “Loco”

Dejó miles de anécdotas y aportó picardía, y a veces goles, en partidos que forman parte de la historia grande de Alumni. Hoy publicamos la segunda parte del jugador foráneo que más idolatró la hinchada

Escribe Gustavo Ferradans

Entre noviembre de 1985 y enero de 1986 se disputó el Provincial y Alumni se preparó de otra manera, sumando jugadores como Víctor Agonil y Hugo Mattea, y comenzó a tener más presencia en cancha un juvenil que surgía: Aureliano “Pelé” Sánchez.

El resto eran todos nombres ya conocidos como Constantino “Griego” Hiotidis (tal vez el mejor socio en la cancha que tuvo el Loco) y los que hacía tiempo estaban en el club y ya tenían nombre propio en el equipo, como Jorge Molina, Luis Cáceres, Cachi Formía, Henry Rapetti, el Gaucho Beltramo y Rubén Guillen.

Ahí cambió la historia, Alumni fue protagonista, y peleó el título y la clasificación al “viejo” Nacional, mano a mano con Belgrano y Estudiantes de Río Cuarto.

Salinas, junto a un juvenil Mario Molina y su “gran socio” en la cancha, Constantino Hiotidis (fotos, gentileza de Matías Holgado)

En ese torneo, Alumni jugó 28 partidos (si sumamos en la estadística como partido ganado el que Unión San Vicente no se presentó por problemas con el plantel por deudas, porque la pelota rodó y hasta hubo un gol anotado por el Loco) y los dos partidos de desempate con Estudiantes de Río Cuarto, para definir la plaza al “Nacional”.

De esos 28 partidos, Salinas jugó 17, hizo 10 goles (sumado el del partido con Unión San Vicente), erró un penal y lo echaron 3 veces. Estuvo ausente en 11 encuentros.

Su primera etapa, ha quedado más marcada en la memoria de muchos, porque se cerró un 21 de enero de 1985, en el histórico triunfo ante Belgrano, por 2 a 1, ante 10 mil hinchas, pero esa historia se merece un segmento aparte.

 

Chau invicto

El 21 de enero de 1985, Alumni se jugaba casi toda su suerte. Recibía a Belgrano que buscaba el título y mostraba un invicto de 39 partidos. El final es por muchos conocidos, con el triunfo de Alumni por 2 a 1, con el golazo del Gaucho Beltramo que parece revivir a cada instante gracias a YouTube.

Las pintadas en la ciudad, cuando pedían que se quedara en Alumni, en marzo de 1985

En el primer tiempo dominó Alumni, pese a que terminó empatado 1 a 1, con los goles de Chaparro y Agonil. El segundo fue más cerrado, muy trabado e interrumpido, con Ludueña mandando en el medio campo y con el gol del festejo interminable de Beltramo, sobre el final del partido, que cortó un largo invicto del “celeste”.

La otra parte de la historia es que Salinas y el “Negro” Ludueña (el mismo que había jugado en Central Argentino, Alem y Alumni) se fueron expulsados a los 9 minutos del segundo tiempo. Una picardía del “Loco” provocó la reacción del villamariense que comenzaba a mandar en el partido. El árbitro Carlos Boxler expulsó a ambos y “se terminó el problema”, y también el dominio parcial de Belgrano.

“A Ludueña claro que lo hice echar. Yo sabía que ese con Belgrano era mi último partido, entonces me dije yo no juego más, pero ese tampoco, y me llevé al Negro a los vestuarios. Así pudimos ganar. De ese partido no me olvido más. El árbitro se acercaba y me decía cosas como estas: “Loco, ya me tenés cansado. O te quedás piola o te vas”. Yo me reía y le decía, tranquilo viejo, que yo sé lo que hago. A los pocos minutos nos echó a los dos”.

Fueron los últimos minutos del Loco en Alumni, que luego recibió tres fechas de suspensión y no pudo estar en el triunfo ante Estudiantes para festejar el subcampeonato de Alumni. 

Belgrano que había ganado el Oficial y también este Provincial, obligó al desempate (por la otra plaza al Nacional), entre Alumni y Estudiantes. Los de Río Cuarto ganaron ambos partidos y le negaron esa posibilidad a los villamarienses. Salinas no pudo estar en ninguno de los dos partidos. El 6 de febrero, El Diario publicó “Se va Salinas”, el tucumano mudaba otra vez sus locuras a Colombia y escribía las últimas líneas de su historia con Alumni y la ciudad.

El 8 de febrero de 1985 fue la cena de despedida con todo el plantel y los dirigentes, “Así no me gusta jugar. Aquí la gente fue a la cancha porque se trataba de un caso muy especial, pero ese fútbol de marca es el que corre a la gente de los estadios. Creo que con los mismos jugadores, Alumni puede jugar de otra forma, otro fútbol y ganar”, dejando en claro sus diferencias de gusto con el entrenador.

Esa última noche tuvo elogios para sus compañeros: Luis Cáceres (“Es un león, se juega la vida en cada pelota”), Formía y Rapetti (“Dos defensores de lujo”), Constantino Hiotidis (“al Griego es imposible sacarle la pelota”), Pelé Sánchez (“Dentro de dos años ese chico va a ser un crack. Hay que esperarlo”) y Rubén Guillen (“Lo ponían pocos minutos por partido y siempre la metía ¿qué más se le puede pedir?”).

También dijo, “gracias a Alumni volví a vivir. Hacía mucho tiempo que no jugaba y ahora, luego de seis meses, me di cuenta de que todavía sirvo, puedo serle útil a cualquier equipo. Con Alumni recuperé las ganas de jugar y más allá de las expulsiones o las lesiones, creo que cumplí. De la ciudad me llevo esa alegría, que no es comparable a la de sentirme ídolo de 70 mil personas”.

Ballas y Salinas, se encontraron en una cena en el club. El saludo entre dos campeones mundiales

El regreso que no fue

El “Loco” se fue a Colombia y no terminó bien con su club, que enseguida le dio el pase y lo dejó marchar, luego de cruzarse con un compañero en el entrenamiento, discutir con el entrenador y hasta con el presidente. El 11 de marzo de 1985 avisó que quería volver a Alumni. Estuvo en tratativas con los dirigentes de Alumni pero pidió una cifra millonaria. El 27 de marzo, El Diario publicó que se iba y era definitivo.

Miranda había dejado claro que Salinas no estaba en sus planes, y los dirigentes, tampoco mostraron intenciones de acercarse a lo pedido por el Loco. Tal vez evitaron comprar un problema, aunque nadie lo expresó.

Al día siguiente, aparecieron pintadas en la ciudad en apoyo del Loco pero la presión de los hinchas no alcanzó para torcer la decisión. Increíble, nunca había ocurrido algo así. Pintadas… pidiendo para que se quede,

 

Vuelve en el 86

En el año del Mundial ´86, Alumni contrató a Miguel Brindisi como entrenador y con él llegó su pedido de reforzar al equipo entre otros, con Salinas.

El Loco arregló su contrato el 11 de marzo, y su primer partido lo jugó el 6 de abril, en el empate con Las Palmas y su último partido el 30 de septiembre ante el mismo rival.

En el Pre Provincial ´86, jugó 7 partidos y estuvo ausente en 3, con 4 goles convertidos y en el Provincial, jugó 6 partidos, con varias ausencias por lesión, con 1 gol anotado. Curiosamente su último partido contra Las Palmas, en el empate 1 a 1 jugado en Plaza Ocampo.

 

Triunfazo ante Peñarol

El 7 de Mayo de 1986 se produjo otro resultado histórico. Alumni venció 2 a 1 a Peñarol de Montevideo, tricampeón de la Libertadores. En aquel amistoso jugado en Plaza Ocampo, el “Loco” marcó el gol de la victoria, ante el equipo que un año después conseguiría su quinta Copa Libertadores.

Lo increíble del partido, fue que todos los goles se convirtieron en los primeros 6 minutos del primer tiempo.

 

¿Cómo se entiende?

Los números no alcanzan a contar, ni a dimensionar todo lo acontecido en 200 días y otros 182 de “amor y locura”. Los mismos que transcurrieron desde el 6 de julio al 21 de enero, cuando vistió por primera y por última vez, respectivamente, la camiseta de Alumni, en su primera etapa; y entre el 6 de abril y el 30 de setiembre de 1986, en su segunda temporada en el club.

Fueron 40 partidos oficiales, 15 goles y 4 expulsiones.

A esta altura de esta historia, uno comienza a pensar que los números fríos no alcanzan para describir todo lo que provocó el Loco en Alumni y la ciudad, y hasta las palabras tampoco.

 

Hizo una revolución

Escribe Rubén Guillen

Hay dos grandes jugadores que marcaron época en Alumni; Juan Domingo Montoya con Hernán Ríos y  el otro es el Loco. Pero Salinas acá hizo una revolución. No quiero exagerar, pero salvando las distancias, generó lo mismo que Maradona en el Napoli. Fue un antes y un después. Su presencia en Alumni tuvo repercusión nacional.

Con el Loco éramos como hermanos, estuvo viviendo cuatro meses en mi casa apenas llegó. Yo lo conocía de las inferiores cuando estaba en Boca, en La Candela y venía siempre. De ahí lo conocía. El Loco era un gran jugador y un técnico dentro de la cancha. Me cansé de hacer goles, te daba la pelota para que solo la metieras. “Ustedes me dan una sandía y yo le devuelvo una pelota”, nos decía. Adentro de la cancha te revolucionaba todo. El jugaba adentro y afuera, levantaba la tribuna.

Todo lo que hizo sumó, era un showman. La gente entraba a la cancha una hora antes porque se llenaba. Y a los 15 minutos de comenzado el partido se levantaban las boleterías.

Un día con Juniors, yo pateo al arco y la pelota entra al arco por un hueco que tenía la red cerca del ángulo. La velocidad mental del Loco fue extraordinaria. Empezó a gritar gol y me vino a abrazar. Y me decía “Gritalo, la con... de tu madre”. El árbitro compró y marcó gol.

En ese momento había mucha inflación y mis viejos estaban complicados con una deuda en un Banco. El Loco fue habló con el gerente y puso toda la plata al día siguiente. Mis viejos se lo devolvieron de a poco a él. Así era él, con un calidad humana inmensa. En Alumni él amenazaba con no jugar si no estaban todos al día, hasta el utilero. Hoy vive en Avellaneda, y Boca le dio una pensión

 

Loco, pero crack

Escribe Constantino Hiotidis

Fue fundamental; era loco, pero crack. Se lo digo a todo el mundo. Si no fuera por él no hubiéramos llegado a donde llegamos. Era clave también fuera de la cancha. A Horacio lo tuvimos que esperar que se pusiera bien y luego tenía partidos con algunos chispazos. ¿Si me sentía un poco socio de Horacio? Un poco sí. El siempre me defendía muchísimo.

Tenía sus altibajos; en un partido te alentaba permanentemente, pero si al día siguiente El Diario hablaba de uno y no de él, se enojaba.   El nos tenía motivados a todos, estaba en todas. El Nene Miranda tenía su personalidad, pero lo escuchaba. Horacio siempre fue un compañero positivo. Recuerdo que se portó muy bien conmigo. Yo ayudaba a mis viejos que vivían en Buenos Aires. Un día tenían que dejar el departamento donde estaban, y el Loco nos prestó su departamento que tenía por Caballito. No me olvido más de ese gesto.

Lo que vivimos ese año fue inolvidable, fuimos subcampeones del Provincial, y estoy seguro, que si estaba el Loco hubiéramos ganado la clasificación al Nacional con Estudiantes. 

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