Ameghino / Entrevista a Pablo Castro

“Siempre le digo a todos, no nos olvidemos de dónde venimos”

El entrenador lleva una década en el club y junto a dirigentes como Pablo Giraudo han provocado un cambio rotundo, hasta ubicarlo entre los que están en la élite nacional
domingo, 2 de agosto de 2020 · 08:01

Escribe Gustavo Ferradans
De nuestra Redacción

El miércoles 9 de junio de 2010 Ameghino perdió de local ante el líder Nueve de Julio de Las Perdices por 86 a 81, por el Torneo Interasociativo de Mayores “Bicentenario Argentino”. La referencia podría ser un dato más que pasa inadvertido para muchos.

Lo cierto es que ese día comenzó un proceso inédito para muchos en la ciudad y particularmente para el Club Ameghino, que pocas semanas antes había sido campeón de la Liga Provincial “B”.

En aquel partido había debutado como entrenador Pablo Castro, que había llegado desde Buenos Aires buscando un cambio para su vida, lejos de la vorágine porteña.

Por entonces, Jorge “Sandunga” Deulofeu lideraba un grupo de dirigentes que soñaba ganar la Liga Provincial “A”. Hacía poco se había incorporado un colaborador con ganas de sumar: Pablo Giraudo.

El equipo estaba lejos de ser protagonista y entrenaba en un gimnasio que en nada se parece al de hoy: sin tribunas, con espacios ociosos y piso de mosaico.  

Pasó una década de aquel día y es elocuente la transformación y el crecimiento que ha tenido el club, en lo institucional y en lo deportivo. Hoy el equipo juega la Liga Argentina.

Ameghino ha evolucionado en todo este tiempo y sobre el viejo piso de mosaico hoy reposa un moderno piso de parqué flotante, la cancha tiene nuevas tribunas; hay un gimnasio y vestuarios renovados, y también creció la estructura de entrenadores y colaboradores.

Pablo Castro, el conductor y director deportivo de este proceso; y Pablo Giraudo, un dirigente en evolución constante, se muestra como referente de este proyecto, acompañado por un numeroso grupo de colaboradores de la Comisión de Básquetbol.

Hace pocos días, Ameghino renovó el vínculo con Castro, para iniciar su undécima temporada y ayer diálogo con El Diario haciendo un balance de todo este proceso que lleva una década, desde aquel día de junio que pisó el club por primera vez.

-Comparando cómo era el club cuando llegaste y hoy ¿qué pensás?  

-Es tremendo el cambio. Es difícil explicarlo. Lo hablo siempre con mi familia y con Pablo Giraudo, también con Facundo Murias y con los chicos nuevos. No hay forma de describirlo, son realidades distintas. Cuando empezamos este proceso teníamos una base muy lejana a lo que vivimos hoy en día, eso llevó mucho esfuerzo, horas de trabajo de todos. El recuerdo me provoca orgullo, emoción, una mezcla de todo. Lo marco siempre, para que lo tengan todos presentes. Es difícil trasladarlo a los nuevos. Siempre digo, “abajo de este piso está el de baldosas, no nos olvidemos de dónde venimos”.

-Hoy uno entra al club y no parece el mismo.

-Siento una mezcla de orgullo y emoción tremenda. No quiero ser irrespetuoso con todo el trabajo que hicieron los anteriores, pero veníamos de abajo y estar hoy en la élite del básquet es tremendo. No hay ningún punto de contacto de esta actualidad con lo que fue el inicio, en ningún aspecto. El cambio que hizo el club es tremendo, te diría que soñado.

-En Ameghino conociste a Pablo Giraudo. Creo que no es común encontrar a un dirigente de los que escuchan, hacen, aprenden, apuestan, insisten.

-Pablo debe ser de los mejores dirigentes del país. Un excelente ser humano, muy capaz, diferente. Por el cargo que él ocupa, no solo se preocupa por el club, ayuda a la gente, se capacita; tiene una capacidad enorme de aprendizaje y trabajo. Cuando llegué era un colaborador en la Comisión de Básquet. Su protagonismo fue creciendo, sumó decisiones, fue evolucionándose y capacitándose. Hace cursos, aprende, mira, estudia, aplica. Eso nos hizo crecer; tengo la suerte de congeniar humanamente, de ver las cosas de la misma manera. Lo mío no hubiera sido lo mismo sin todo su trabajo.

-El primer partido fue de local, el 9 de junio de 2010.

-Sí. En el plantel estaban Lástrico, Fazzio, Giacri, De Miguel, Córdoba, Fernández, Gabetta y varios más; en diciembre se sumó Abel Aristimuño para jugar el Provincial. Un plantel completamente diferente. En el torneo regional anterior Ameghino había estado muy atrás, en todas las categorías. Ese primer Provincial fue durísimo, perdimos como siete partidos seguidos, y los dirigentes bancaron el proyecto. Y Sandunga de a poco lo fue involucrando más a Giraudo. Para ese torneo fue difícil conseguir refuerzos y hoy son muchos los que se ofrecen para venir.

-Y ahora que comienza tu temporada 11, ¿cómo lo vivís?

-Es atípico tener una continuidad de 11 años. No es común, pero hay muchos casos. Me encantaría que eso sea más normal; que los dirigentes entiendan que ganar, gana uno solo, pero trabajar bien lo hacen muchísimos entrenadores. Un proceso no es un resultado, lleva mucho tiempo. Por eso hay que apoyar al entrenador y entenderlo, de esa forma hay que naturalizar y valorar el trabajo; más allá que gane o pierda. Ojalá todos los clubes hicieran lo mismo. Esta temporada la vivo con las mismas ganas, como mi primer año; y quiero que este sea mejor o igual que el anterior. Toda mi vida pensé igual.

-¿Cómo ha sido el trabajo en este tiempo de pandemia?

-Aprovechamos esta situación para seguir mejorando. Tenemos dos reuniones semanales con toda la estructura. Los cambios que tuvimos tienen que ver con todo, en la forma de ver las cosas de Pablo Giraudo, ser lo más profesionales posible, sin olvidar que somos un club amateur de barrio. Hoy siento que tenemos la posibilidad de seguir mejorando.

-En medio de esta situación presentaron un manual del club, donde es imposible pasar por alto los objetivos. Uno de ellos: ascender.

-Es un desafío difícil contar esta pasión a las nuevas generaciones, hacer algo que perdure, más allá que otra persona tome la posta cuando Giraudo opte por querer descansar. Hay que formar nuevos dirigentes, que todos mejoren, que la ciudad se involucre, que se sienta representada. Tratamos de llevar adelante este proyecto para hacer palpables nuestros sueños. Dios quiera que logremos el ascenso, haremos todo lo posible. Es nuestro objetivo y el club quiere subir a la Liga Nacional. Para eso hay que generar la estructura, para ascender en la cancha. Hay rivales muy fuertes con el mismo objetivo. Haremos el mayor esfuerzo para hacerlo posible. Esto es deporte, algunos ganan, otros pierden. No vamos a decir que vamos a salir campeones porque nadie sale campeón hablando y eso genera  una presión extra innecesaria; hay que ponerse en acción para que eso pase.

-¿Es el plantel que esperabas tener?

-Nosotros pensábamos opciones, características diferentes de jugadores, y hemos conseguido una mezcla de experiencia y de ganas de triunfar, jugadores con hambre y con ambiciones. Algunos llegan luego de ser protagonistas en sus equipos y deberán ceder protagonismo, pero con el mismo objetivo de todos.

-Llegaste a Villa María hace una década. ¿Se ha convertido en tu lugar en el mundo?

-Villa María es la ciudad que elegimos con la familia, estoy feliz por todos estos años acá.  Fue un cambio completo. Se hizo más fácil porque era el objetivo familiar, hacía poco que me había casado, tenía una beba y en Buenos Aires no podía disfrutar por la vorágine en la que se vive. El cambio fue rotundo. Trabajaba en Buenos Aires, cambié una liga donde todos los fines de semana jugás contra Boca, Lanús, Obras... que tiene 120 equipos. Llegué a otro nivel, con un campeonato con menos equipos, pero con muchas cosas nuevas.  

-¿Cómo se preparan para empezar la pretemporada?

-Tenemos todo el protocolo presentado, desde el día uno. Ahora depende de que nos aprueben en la provincia. En Junín ya le han dado la posibilidad de entrenar. Nosotros esperamos para hacerlo, con los cuidados que corresponden; creo que deben confiar en nosotros, fuimos los primeros en dejar de entrenar cuando empezó todo, a riesgo de perder puntos.

 

Yo soy

Pablo Castro nació el 29 de mayo de 1970 en San Martín (Buenos Aires). Fue jugador desde la categoría Mini a Juveniles en Tres de Febrero. Luego empezó a ser entrenador. Con 14 años ya dirigía la Escuelita y a los 18 estaba a cargo de los Mini, siempre en ese mismo club.

Con 20 años pasó a Obras Sanitarias, luego San Andrés, volvió a Obras y continuó durante siete temporadas en Banco Nación (estaba a cargo del plantel que jugaba la ex-Liga Nacional B). En el medio se recibió de profesor en Educación Física.

En 2010 llegó a Ameghino donde ha sido campeón de la Liga Cordobesa 2014/2015.

Con él, Ameghino ha jugado dos temporadas del Torneo Federal, tres de la Liga Argentina.

 

Más de
33%
Satisfacción
50%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
16%
Indiferencia

Comentarios