El idioma de de nuestros perros

Gestos, miradas, caricias, nuestra actitud corporal es permanentemente observada por nuestras mascotas y por eso debe responder claramente a los códigos caninos si lo que intentamos es conectarnos correctamente

Los perros actúan por confianza y por placer de contacto por eso si el contacto no se basa en eso resulta muy difícil y complejo poder relacionarse. Si el perro recibe indiferencia de su entorno humano probablemente será apático cuando no agresivo y distante.

Por eso el peor castigo para un perro que necesita vincularse y estar en estrecho contacto con su líder o con su persona favorita es la indiferencia o el aislamiento. El perro es una especie gregaria y sociable por excelencia. Esto jamás debe ser olvidado.

Nuestra actitud corporal es permanentemente observada y por eso debe responder claramente a los códigos caninos si lo que intentamos es conectarnos correctamente.

El doctor Juan Enrique Romero contó en Infobae que los perros son perceptivos y observadores además de memoriosos y es por eso que podemos afirmar que son capaces de detectar nuestros estados de ánimo. Una de las claves de ello es la lectura de nuestra actitud corporal y de nuestros gestos, que han aprendido a detectar y entender.

Adoptar una posición corporal erguida y sacando pecho puede aparecer amenazante para el perro ya que estamos pretendiendo parecer más grandes de lo que somos. En cambio, ponerse en cuclillas, con los ojos a la altura del perro, aparece como una señal de relación mucho más amable y complaciente a la hora de relacionarse.

Nuestra cara es también leída por el perro y es por ello que los gestos complementan nuestro modo de contacto.

En algunos casos la actitud corporal de ambas especies es la misma y con el mismo significado como por ejemplo el abrazo del lobo.

Algunos perros lo guardan en su memoria genética y lo practican como un saludo matutino hacia su líder o individuo favorito.

Los perros usan el cuerpo para comunicarse y nosotros también. Aprender a usarlo a la usanza canina es un interesante desafío de comunicación interespecífica.

La importancia de la mirada del perro y su relación con la nuestra. Para el perro nuestros ojos son un faro alertador. Ojos muy abiertos o entrecerrados cambian diametralmente el mensaje.

Pero también la lectura de los ojos tiene que ver con la altura a la que se encuentran ambos pares de ojos tal vez sea por ello que los perros chicos tienen menos conflictos con los grandes de tamaño. Sus miradas no se encuentran y no se plantea claramente el desafío si lo hubiera.

Los perros necesitan del contacto físico con otros perros y con el ser humano tanto que a veces una simple pata puesta sobre nuestra pierna les basta.

Sabemos que cerca de nuestro perro nos sentimos mejor y mucho más si nos vinculamos bien con él y lo acariciamos en un intercambio único de afecto.

Pasar tiempo de calidad con un perro y acariciarlo genera un impacto positivo en nuestro estado de ánimo y en nuestra salud, pero también es un mensaje claro hacia el perro involucrado. Los perros dan muestras muy significativas de alegría y placer, en especial cuando se los acaricia con frecuencia.

Los perros usan su lengua para vincularse mucho más que nosotros. Eso se debe a una cuestión anatómica y funcional relacionada con el tamaño de la lengua y su capacidad de dilatación. Lamer para el perro es mucho más habitual que para nosotros como especie.

Tal vez en un sentido ancestral y profundo cuando nuestra mano acaricia al perro éste tenga la sensación que nuestra mano oficia de lengua a la hora de la comunicación. Por eso es muy importante saber acariciar a un perro.

Antes de acariciar a un perro si no es el nuestro debemos preguntarle al propietario si podemos hacerlo. La aproximación será siempre mostrando el dorso de la mano y evitando cualquier posición amenazante. Lo mejor es acompañarlo con palabras suaves y complacientes.

Si bien a los perros les encantan las caricias en el pecho debemos saber que allí se encuentran los receptores de placer para el apareamiento que se confunden con las actitudes de dominio. Una caricia activando estos receptores en un perro dominante puede confundirle la jerarquía y actuar en contra de nuestro rol en la manada.

A estos perros conviene acariciarlos a mano plena desde la punta del hocico pasando por los ojos y por las orejas como una señal afectuosa de dominio. Las caricias en la base de la cola, mucho mejor si le rascamos esa zona, tienen un efecto relajante y conciliador en muchos perros.

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